Hello, friends. Today I want to talk to you about cars, but not the newest ones, but rather those that made the news many decades ago, almost a century ago, and that still shine around us.
Today was one of those days when the rain caught us on the street, just as we were walking down San Ignacio Street looking for an interesting museum we wanted to visit. As we reached the intersection with Amargura Street, we saw it!



This peculiar museum is called **The Garage**. For any car lover or simply someone who wants to learn a part of Cuban history, this place is a must-see.
The museum is full of automotive gems that narrate the evolution of transportation in Cuba during the 20th century. The main exhibition includes cars that belonged to prominent cultural and political figures, each with its own story. A guide welcomed us, gave us a tour and explained in detail the past of each vehicle. Through informative signs, photographs, and indications of the year of manufacture, we delved into the museum's history.
We found a 1914 Ford, a 1918 Ford, Cadillacs, a LaSalle, and a 1930 Baby Lincoln, the latter an absolute rarity. There is also a replica of the Maserati similar to the one driven by Juan Manuel Fangio in the 1957 Havana Grand Prix, a very elegant and well-preserved 1925 hearse, and a Morris Garage with a very antique design. Even the three "popemobiles" used by Pope Francis during his visit to Cuba are on display.

















Several motorcycles are on display on the upper floor, including a Harley-Davidson that was operated by the police during Gerardo Machado's administration. To complete the experience, fuel pumps used at the time are also on display.



The visit to "The Garage" is deeply educational and emotional. Seeing these restored and preserved vehicles made me reflect on the incredible relationship Cubans have maintained with their cars over the decades.
However, as you walk through the streets of Havana, you realize that the true exhibition isn't confined within four walls; it's alive, rolling before our eyes every day. It's impossible to talk about cars in Cuba without mentioning this reality: the country has the largest rolling museum in the world.
Many of the vehicles are American cars from the 1940s and 1950s, affectionately known as "almendrones." For those of us who live here, this isn't new, but rather part of our daily lives. These cars, which in other countries would be relics kept in private collections, in Cuba are essential tools for work and subsistence.



Most have been ingeniously modified to accommodate the lack of original parts. They often have truck diesel engines instead of the originals, and their interiors are usually a mix of recycled parts from different makes and models.
I can assure you that traveling in one of them is a unique sensory experience: the sound of the engine, the smell of gasoline, and the lack of modern amenities, such as seatbelts or air conditioning, literally transport you to another era.
But beyond their nostalgic or tourist value, these vintage cars serve an important function in today's Cuban society: they are a key part of public transportation. Taxi drivers with their almendrones have become indispensable.

A large group of them is dedicated to serving tourists, offering tours of the most emblematic areas of the capital. These are usually convertibles, with the roof folded down so that visitors can better contemplate everything around them during the ride, although I recommend traveling with a hat to protect yourself from the intense sun.


If you come to Havana, be sure to visit The Garage and take advantage of the opportunity to ride in any of these cars. It will be a wonderful experience, I assure you!

**See you soon!**

VERSIÓN EN ESPAÑOL
**Museo automovilístico: dentro y fuera de "El Garaje"**
Hola, amigos. Hoy quiero hablarles de autos, pero no de los más novedosos, sino de aquellos que fueron noticia hace muchas décadas, hace casi un siglo, y que aún siguen brillando a nuestro alrededor.
Hoy fue de esos días en que la lluvia nos atrapó en la calle, justo cuando andábamos por la calle San Ignacio en busca de un interesante museo que queríamos visitar. Al llegar a la intersección con la calle Amargura, ¡lo vimos!
Este peculiar museo se llama **El Garaje**. Para cualquier amante de los automóviles o simplemente para quien quiera conocer una parte de la historia cubana, este lugar es una parada obligatoria.
El museo, está repleto de joyas automovilísticas que narran la evolución del transporte en Cuba durante el siglo XX. La exposición principal incluye automóviles que pertenecieron a figuras culturales y políticas destacadas, cada uno con su propia historia. Una guía nos atendió para ofrecernos un recorrido y explicarnos al detalle el pasado de cada vehículo. A través de carteles informativos, fotografías y la indicación del año de fabricación, nos fuimos adentrando en la historia del museo.
Así, nos encontramos con un Ford de 1914, otro de 1918, Cadillacs, un LaSalle y un Baby Lincoln de 1930, este último una rareza absoluta. También hay una réplica del Maserati similar al que pilotó Juan Manuel Fangio en el Grand Prix de La Habana en 1957, un coche fúnebre de 1925, muy elegante y en un estado de conservación excelente, y un Morris Garage con un diseño antiquísimo. Incluso se exhiben los tres "papamóviles" utilizados por el Papa Francisco durante su visita a Cuba.
En la planta superior hay expuestas varias motocicletas, entre ellas una Harley Davidson que fue operada por la policía durante el gobierno de Gerardo Machado. Para completar la experiencia, también se muestran las bombas de combustible que se empleaban en la época.
La visita a "El Garaje" es profundamente educativa y emotiva. Ver estos vehículos restaurados y preservados me hizo reflexionar sobre la increíble relación que los cubanos han mantenido con sus autos a lo largo de décadas.
Sin embargo, al recorrer las calles de La Habana, uno se da cuenta de que la verdadera exposición no está confinada entre cuatro paredes; está viva, rodando frente a nuestros ojos todos los días. Es imposible hablar de los autos en Cuba sin mencionar esta realidad: el país tiene el *museo rodante más grande del mundo*.
Gran parte de los vehículos son estadounidenses de las décadas de 1940 y 1950, conocidos cariñosamente como *"almendrones"*. Para quienes vivimos aquí, esto no es una novedad, sino parte de nuestro día a día. Estos autos, que en otros países serían reliquias guardadas en colecciones privadas, en Cuba son herramientas esenciales de trabajo y subsistencia.
La mayoría han sido modificados con ingenio para adaptarse a la falta de piezas originales. Es común que lleven motores diésel de camión en lugar de los originales, y sus interiores suelen ser una mezcla de piezas recicladas de diferentes marcas y modelos.
Les puedo asegurar que transportarse en uno de ellos es una experiencia sensorial única: el sonido del motor, el olor a gasolina y la falta de comodidades modernas, como cinturones de seguridad o aire acondicionado, te transportan literalmente a otra época.
Pero más allá de su valor nostálgico o turístico, estos autos antiguos cumplen una función importante en la sociedad cubana actual: son una pieza clave en el transporte público. Los taxistas con sus almendrones se han hecho imprescindibles.
Un gran grupo de ellos se dedica a atender al turista, ofreciendo recorridos por las zonas más emblemáticas de la capital. Estos suelen ser descapotables, con el techo replegado para que el visitante pueda contemplar mejor todo a su alrededor durante el paseo, aunque les recomiendo viajar con sombrero para protegerse del intenso sol.
Si vienes a La Habana, no dejes de visitar El Garaje y también aprovechar la oportunidad de viajar en cualquiera de estos autos, será una grata experiencia, ¡te lo aseguro!
**¡Hasta pronto!**