Hello dear friends, today I'm joining our friend @tattoodjay's challenge to share my walks with a group of friends through the streets of Old Havana and the enjoyment of a delicious cold chocolate.
It all began with the wonderful Routes and Walks Program of the City Historian's Office. Do you know it? For those who aren't from Havana or haven't been fortunate enough to participate, let me tell you that it's one of those gems bequeathed to us by the immense Eusebio Leal. Although he's no longer physically with us, his wanderlust and his love for this city are felt in every corner this project touches.
During the months of July and August, Havana becomes a giant classroom, an open book where we, children and adults alike, are the curious students.
During these morning walks, through architectural routes, stories of entrepreneurs, visits to fortresses, and art galleries, our group of friends was forged.
We share a love of discovering the secrets of our city, of listening to the anecdotes that lie dormant in centuries-old stones. Thus, Havana wove friendship with its magic.
Today, after an intense day of walking, learning, and laughing under the Havana sun, we wanted to do something special to close out this season with a flourish.
What better plan than to celebrate with what we love most: chocolate. And where better than at the Chocolate Museum! Located in the heart of Old Havana, at the intersection of Mercaderes and Amargura streets, a place that exudes an aroma that can make anyone fall in love.
Upon entering, the intense, sweet smell of freshly made cacao is a welcome embrace. The place has a contagious energy. We sat down and placed our order.
While we waited, I admired the display cases of beautiful porcelain cups and learned a little more about the cocoa process through the posters posted on the walls.
Soon after, they brought us chocolates and a cold chocolate drink, undoubtedly a lifeline from the Havana heat. Each sip was a relief and a pleasure at the same time. And to wash it down, some sweets complemented it perfectly.
While we savored these delicacies, we chatted animatedly and planned to repeat this wonderful experience next year.
That snack at the Casa del Chocolate was more than just sweets and cocoa. It was the celebration of a friendship forged on the street, among stories and stones. It was our small tribute to ourselves, as curious explorers, and to Eusebio's legacy that invites us to never stop walking, learning, and savoring Havana, in all its delicious forms.
**See you soon!**
VERSIÓN EN ESPAÑOL
**Brindando con Chocolate por Amor a La Habana**
Hola queridos amigos, hoy me uno al reto de nuestro amigo @tattoodjay para compartir mis paseos con un grupo de amigas por las calles de la Habana Vieja y el disfrute de un delicioso chocolate frío.
Todo comenzó en el maravilloso Programa de Rutas y Andares de la Oficina del Historiador de la Ciudad. ¿Lo conocen? Para quienes no son de La Habana o no han tenido la suerte de participar, les cuento que es una de esas joyas que nos legó el inmenso Eusebio Leal. Aunque ya no está físicamente con nosotros, su espíritu caminante y su amor por esta ciudad se sienten en cada rincón que este proyecto toca.
Durante los meses de julio y agosto, La Habana se convierte en un aula gigante, un libro abierto donde nosotros, niños y adultos por igual, somos los estudiantes curiosos.
Durante estos recorridos matutinos, a través de rutas de arquitectura, historias de emprendedoras, visitas a fortalezas o galerías de arte, nuestro grupo de amigas se fue forjando. Compartimos el amor por descubrir los secretos de nuestra ciudad, por escuchar las anécdotas que duermen en las piedras centenarias. Así, La Habana, fue tejiendo con su magia la amistad.
Hoy, después de un día intenso de caminar, de aprender y de reírnos bajo el sol habanero, quisimos hacer algo especial para cerrar con broche de oro esta temporada.
Qué mejor plan que celebrarlo con lo que más nos gusta: el chocolate. Y dónde mejor que en el ¡Museo del Chocolate! Ubicado en el corazón de la Habana Vieja, en la intersección de las calles Mercaderes y Amargura, un lugar que emana un aroma que es capaz de enamorar a cualquiera.
Al entrar, el olor intenso y dulce del cacao recién hecho es un abrazo. El lugar tiene una energía contagiosa. Nos sentamos y realizamos el pedido.
Mientras esperábamos me puse a admirar las vitrinas con tasas de porcelana hermosas y aprender un poco más sobre el proceso del cacao, a través de los carteles que están distribuidos por las paredes.
Al poco tiempo nos trajeron bombones y una bebida fría de chocolate, sin duda, el salvavidas del calor habanero. Cada sorbo era un alivio y un placer al mismo tiempo. Y para acompañar, unos dulces que complementaban a la perfección.
Mientras saboreábamos estas delicias conversábamos animadas y planificamos repetir el próximo año ésta linda experiencia.
Esa merienda en la Casa del Chocolate fue más que dulces y cacao. Fue la celebración de una amistad forjada a pie de calle, entre historias y piedras. Fue nuestro pequeño homenaje a nosotros mismas, como exploradoras curiosas, y a ese legado de Eusebio que nos invita a no dejar nunca de caminar, de aprender y de saborear La Habana, en todas sus deliciosas formas.
**¡Hasta pronto!**
