__Versión Inglés__

Happy and blessed day, dear community of family friends! Today I want to open a window to one of those moments that fills the soul and reminds us of the value of sharing as a family. This weekend we decided to take a break from our routine and embark on a little adventure that ended up being much more special than we imagined.
We went for a trip to Club Campestre La Lagunita, located at kilometer 18 of Perijá Road, right next to the Los Parisi Racetrack, in San Francisco, Zulia State. This recreational park is designed for the enjoyment of the whole family, with spaces designed for fun, relaxation, and connection with nature.

The occasion was even more significant because we were celebrating my daughter Daniela's birthday, who wanted to spend a unique day surrounded by those who love her most. And as if the universe were conspiring in our favor, the club has a beautiful policy: if it's your birthday week, admission is completely free. So Daniela entered like a queen, with a smile that lit up the room.
General admission is an affordable $5 per person and includes access to all park attractions. However, there is one important rule: food and drinks are not allowed, as everything must be consumed on-site. Fortunately, the park has a variety of options for eating and refreshing drinks.
Our first stop was the lagoon, where the kayaks are located. As soon as we saw them, we didn't hesitate for a second to hop on. The park guides were very attentive and told us to wear life jackets as a safety precaution, which we thought was excellent.

The ride was a mix of laughter, physical exertion, and beautiful scenery. Although we ended up exhausted from pedaling so much, the experience was worth every drop of sweat. Watching Daniela paddle alongside us, competing in a friendly manner, and enjoying the water was one of those moments that will stay etched in your heart.



Another of the park's star attractions is the zip line, which crosses part of the green area and offers a dose of adrenaline for the most daring. I must confess, I preferred to stay on solid ground watching... but my husband and sons-in-law didn't think twice. They launched themselves enthusiastically and returned with their eyes shining with excitement. It was a spectacle to see them fly through the trees, as if for a moment they were free from everything.


After so much activity, we headed to the food court. The atmosphere was cozy, with outdoor tables and soft music accompanying the moment. We shared a delicious meal while discussing our day's adventures. There's nothing like eating surrounded by laughter and fresh anecdotes.


This trip was much more than a recreational outing. It was an opportunity to reconnect, to celebrate life, to be thankful for the small, great moments that every day gives us. Seeing my family happy, sharing with them without rushing or distractions, was the true gift.


Thank you for reading, dear friends. I hope this story inspires those of you who seek out spaces of connection with your loved ones. Life is made of moments, and each one deserves to be lived to the fullest.


See you next post!
The pictures are of my authorship taken with my Samsung A 12 cell phone
__Text translated with the translator Deepl__
English Español (Click here!)
¡Feliz y bendecido día, querida comunidad de amigos de la familia! Hoy quiero abrirles una ventana a uno de esos momentos que llenan el alma y nos recuerdan lo valioso de compartir en familia. Este fin de semana decidimos hacer una pausa en la rutina y emprender una pequeña aventura que terminó siendo mucho más especial de lo que imaginábamos.
Nos fuimos de paseo al Club Campestre La Lagunita, ubicado en el kilómetro 18 vía Perijá, justo a la altura del Autódromo Los Parisi, en San Francisco, Estado Zulia. Este parque recreacional está diseñado para el disfrute de toda la familia, con espacios pensados para la diversión, el descanso y la conexión con la naturaleza.
La ocasión fue aún más significativa porque estábamos celebrando el cumpleaños de mi hija Daniela, quien deseaba pasar un día diferente, rodeada de quienes más la quieren. Y como si el universo conspirara a nuestro favor, el club tiene una hermosa política: si estás en la semana de tu cumpleaños, la entrada es completamente gratis. Así que Daniela entró como reina, con una sonrisa que iluminaba el lugar.
La entrada general tiene un costo accesible de 5$ por persona, e incluye el acceso a todas las atracciones del parque. Eso sí, hay una regla importante: no se permite ingresar con alimentos ni bebidas, ya que todo debe consumirse dentro del sitio. Afortunadamente, el lugar cuenta con opciones variadas para comer y refrescarse.
Nuestra primera parada fue la laguna, donde se encuentran los cayacs. Apenas los vimos, no dudamos ni un segundo en subirnos. Los guías del parque, muy atentos, nos indicaron que debíamos usar chalecos salvavidas como medida de seguridad, lo cual nos pareció excelente.
El paseo fue una mezcla de risas, esfuerzo físico y paisajes hermosos. Aunque terminamos agotados de tanto pedalear, la experiencia valió cada gota de sudor. Ver a Daniela remar junto a nosotros, competir amistosamente y disfrutar del agua fue uno de esos momentos que se quedan grabados en el corazón.
Otra de las atracciones estrella del parque es la tirolina, que atraviesa parte del área verde y ofrece una dosis de adrenalina para los más atrevidos. Yo, debo confesar, preferí quedarme en tierra firme observando... pero mi esposo y mis yernos no lo pensaron dos veces. Se lanzaron con entusiasmo y regresaron con los ojos brillando de emoción. Fue un espectáculo verlos volar entre los árboles, como si por un instante se liberaran de todo.
Después de tanta actividad, nos dirigimos a la zona de comida. El ambiente era acogedor, con mesas al aire libre y música suave que acompañaba el momento. Compartimos una deliciosa comida mientras comentábamos nuestras aventuras del día. Nada como comer rodeado de risas y anécdotas frescas.
Este paseo fue mucho más que una salida recreativa. Fue una oportunidad para reconectar, para celebrar la vida, para agradecer por los pequeños grandes momentos que nos regala el día a día. Ver a mi familia feliz, compartir con ellos sin prisas ni distracciones, fue el verdadero regalo.
Gracias por leerme, queridos amigos. Espero que este relato les inspire a buscar esos espacios de conexión con sus seres queridos. La vida está hecha de instantes, y cada uno merece ser vivido con plenitud.
¡Hasta el próximo post!
Las fotografías son de mi autoria tomadas con mi teléfono móvil Samsung A 12.
__Texto traducido con el traductor Deepl__
