BUSCANDO EL MAR
Nos convertimos en pasajeros sin equipaje ni dinero y enfrentamos como guerreros los golpes que ofrecía el miedo.
No fue fácil tener que viajar por tantos lugares remotos: tan lejos de la calma del mar y tan cerca de paisajes rotos.
Pero ella era gitana y yo un mochilero, así que nos arriesgamos a ser los primeros
en lograr aquella hazaña que nadie había intentado: éramos fugitivos huyendo del pasado.
Ningún ser vivo nos perseguía y aún así nos escapamos. Como nadie nos conocía nos apodaron "esos fulanos".
Ya que el calor era insoportable en medio de aquella tierra, elegimos obviar lo lamentable porque a veces el clima aterra.
Después de tanto caminar sin tener mapa ni brújula logramos, a lo lejos, visualizar a alguien que vestía una túnica;
aquella escena fue impactante, pero nosotros, muy hábilmente, concluimos que, o era un farsante o era obra de nuestras mentes.
Así que ignoramos lo ilógico y continuamos nuestro camino, sabiendo que el inmenso mar era nuestro único destino.
El atardecer se presentó sin sombrero ni corbata: solamente nos señaló al mar sin su dulce plata,
pero al fin y al cabo llegamos a un buen lugar sin gente ni taparrabos para así poder descansar.
Tanto lo deseamos que nos dejamos llevar y luego despertamos en el fondo del mar.
Medinowski: