Aquél jardín está lleno de rosas solitarias que esperan ser rescatadas, pero no han corrido con mucha suerte: es una mala temporada.
El invierno las ha deteriorado hasta el punto de hacerlas llorar, y nadie viene a visitarlas o tan siquiera a saber si están en condiciones de sobrevivir.
Hace una semana se acercó a ellas un sujeto con aspecto de cazador, pero sólo las observó y luego siguió su camino.
Las rosas han comenzado ha desesperarse, pues sienten que nadie se fijaría en alguna de ellas.
Quizás, sólo quizás, puedan salvarse si algún ser vivo las toma y las lleva consigo para luego protegerlas en su hogar.
Aún pueden mantenerse de pie, pero lamentablemente, el invierno apenas está comenzando.
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