Comienza un nuevo día y el señor lobo se despierta mientras observa su alrededor con la tranquilidad incierta.
Todos los problemas le han pasado factura. Ahora se siente desolado y nadie le ofrece su ayuda.
Él era un gran campeón en campos llenos de minas. Actualmente camina solo por calles que están en ruinas.
Caperucita, hábilmente, lo engañó y ante el pueblo se hizo la víctima: obviamente, cada persona le creyó pues no sabían que era una cínica.
El lobo se volvió muy solitario, en nadie más quería confiar: no le tenía miedo a la muerte, sólo temía que le fueran a fallar.
Y así llegó el cruel invierno, pero nadie lo fue a visitar. Sus órganos no eran de acero: pronto dejarían de funcionar.
"Caperucita, te amo demasiado", repetía antes de irse a acostar, pero estaba totalmente solo: ella no pensaba en regresar.
Afuera nevaba incesantemente y él muy poco se podía refugiar pues, ante aquella tormenta sólo quería a alguien abrazar.
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