¡Hola queridos! Les comento que el tema de ir a un zoológico o parque, es un tópico de doble filo para mí, que logra tocar la fibra más profunda y emocional. Si lees esto y has venido o vivido en Caracas, sabrás que además del majestuoso Ávila, tenemos otro pulmón vegetal que lucha por mantenerse en pie entre tantos edificios, sobrepoblación y asfalto, que desde su trinchera también luchan por seguir creciendo en este pequeño valle.
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El Parque del Este fue inaugurado en 1961 y desde ese momento, muchas generaciones han dejado allí sus domingos de anécdotas y pícnics, otros pueden recordar con felicidad los paseos del colegio y las mañanas llenas de grama y tierra en el uniforme escolar. El parque ha sido testigo de cómo hemos crecido y nosotros de cómo, tristemente, hemos visto sus mejores años irse como un recuerdo lejano.
Hace dos días visité el Parque del Este y por sus caminerías recordé muchos momentos de mi infancia y adolescencia; una pequeña Michelle comiendo helado o jugando vóleibol y otra de dieciséis años caminando agarrada de manos con algún muchachito por ahí mismo. No dudé en ir hacia las zonas donde se encuentran los animalitos, y con nostalgia apreciar su majestuosidad y compartir con ustedes estas capturas.









Este pulmón vegetal no solo cuenta con espacios amplios, sino que además tiene una variedad de especies zoológicas y es aquí donde entra mi punto (visión muy íntima) sobre la premisa de este post. Sobre el tema hay muchísimas opiniones y visiones; algunas alegan que tener animales en cautiverio se ha convertido en una necesidad puesto que muchas especies han sufrido la reducción de sus hábitats y más seguros podrían estar, siendo encerrados.
Esta visión me es difícil de digerir. Por ejemplo, la imagen de cabecera del post creo que ha sido la fotografía más emotiva que he tomado, en los ojos de un animal también se puede ver el sufrimiento. Los humanos hemos irrespetado y destruido especies que tienen más tiempo en el planeta. Punto. Como venezolana, no he estado ausente de leer sobre cómo muchos animales que se encuentran en los parques y zoológicos han sufrido los embates que el país enfrenta. Tenemos el caso de la elefanta Ruperta en el Zoológico de Caricuao, el descuido de los animales en el Parque El Pinar y otros tantos casos más sobre desnutrición y condiciones deplorables, ante los cuales no hay organismos competentes que puedan dar soluciones eficientes, mientras que al otro lado los ciudadanos solo podemos denunciar y utilizar las redes sociales como una voz más.
(Todas las fotos fueron tomadas por mí con una Nikon Coolpix L120)