Para iniciar, debo ponerte un poco al día de como van las cosas por este lado del cosmo. Entre líneas debo confesar, que tengo 3 años practicando ciclismo recreacional con mi amor, si, encontré el amor desde hace años y en este transitar aventurero conocimos a una manada de gente que vibra alto y entre muchas otras cosas, hacen que tenga días muy luminosos que fortalecen el espíritu y que me apegue más a la realidad. Tal como, lo fue este domingo pasado donde acudimos a la convocatoria del grupo para realizar un paseo a Placivel, este es un mirador que marca la entrada al Municipio Colonia Tovar, ubicado a 20 km aproximadamente de la ciudad de La Victoria Estado Aragua. Para ello, nos encontramos a las 6 am en un punto de salida de Maracay para trasladarnos al destino victoriano.
Una vez todos reunidos, tomamos la autopista por 20 minutos y llegamos a encontrarnos con otros amigos oriundos de esas tierras que nos esperaban con paciencia y afecto. Particularmente, estaba un poco temerosa de la ruta prometida, ya que es una zona montañosa asfaltada pero con profundas elevaciones con un nivel de complejidad de moderado a alto según mi percepción.
Ya todos completos, iniciamos un recorrido con un clima húmedo y temperatura que fue incrementando con el transcurrir de las horas donde el sol y los hermosos paisajes marcaron la pauta de un pedaleo lento que se hacia más fuerte en cada curva pues esta marcaba mayor inclinación. Mi corazón latía muy fuerte, no solo por el esfuerzo físico sino por mi temor a no lograr el destino pautado, pero sin duda ese día aprendí que además de condiciones cardiovasculares y resistencia física se requiere de voluntad como ingrediente secreto para vencer las murallas de asfalto que traspasamos. Cabe destacar, que hicimos pausas en puntos específicos que nos permitieron tomar aire, hidratarnos pero también contemplar el paisaje y compartir con nuestros amigos risas y anecdotas.
El tiempo avanzaba al igual que nosotros, cada uno según sus capacidades. En algún momento pensé que no ibamos a lograrlo, especialmente al llegar a los chivitos, un lugar emblematico de esa vía. Allí nos sentamos a descansar por un par de minutos y al ver hacia abajo, concienticé todo lo que pudimos apropiarnos de nuestros temores y debilidades y transformarlo en energía positiva para apoyarnos mutuamente y continuar subiendo, esta vez el destino ya estaba en los ojos de cada uno, es decir, ya estabamos muy cerca.
Y para no hacerte mas extenso esta experiencia, te cuento que llegamos a este fabuloso espacio de parapentes, rodeados de brisas que reparan cansancio y nutren el corazón de satisfacción , disfrutamos de un delicioso jugo de fresas, fruta típica de la zona y contemplamos que la incertidumbre como todo tiene un final, y este aterriza con la certeza del poder que tiene la fortaleza interior que muchas veces no sabemos de que tamaño es, pero que jamás nos abandona si recurrimos a ella.
Ya para finalizar, después de descender con cautela, el disfrute característico del venezolano no podía faltar, así que bailamos, celebramos la vida y regresamos a nuestra hermosa ciudad jardín con un día inolvidable, que me recordó como siempre que tu presencia y espíritu luchador está en mi. Te amo