"imagen generada por IA y modificada por mi persona"
¿El Respeto se ha vuelto obsoleto?
Vivimos en una época que presume de evolución y avances, pero que, a mi parecer, ha perdido uno de los pilares más importantes que sostenían la convivencia, la elegancia y la solidez de una cultura: el respeto. Un valor que, poco a poco, parece estar en vías de extinción.
Si observamos con atención, notaremos que en casi todos los ámbitos —familiares, laborales, culturales, sociales, educativos e incluso en el entretenimiento— la fórmula de la interacción humana ha ido eliminando silenciosamente ese componente esencial.
¿Qué es el respeto?
Por definición, el respeto es valorar los derechos, sentimientos, ideas, creencias y límites de una persona, sin menospreciarla ni dañarla. Bajo esa premisa, todos merecemos respeto.
Sin embargo, existe un matiz que hoy parece haberse borrado: el merecido respeto. Ese que no solo se otorga por ser persona, sino que se gana con el tiempo, la sabiduría, la experiencia, la edad o los logros. Ese respeto adicional que reconocemos hacia quienes han recorrido un camino más largo, han superado pruebas, han demostrado disciplina y dedicación.
En generaciones pasadas, comprendíamos que el respeto no se exigía: se ganaba. Hoy, en cambio, muchos se montan sobre la definición básica para reclamarlo de forma automática, restándole peso y anulando por completo la noción de merecerlo.
De la jerarquía al igualitarismo mal entendido
"imagen generada por IA y modificada por mi persona"
Recuerdo mis primeros años como luchador. Ya tenía 27 años cuando empecé, y entrenaba con personas mucho más jóvenes que yo. Uno de ellos llevaba años en el ring, y aunque yo le superaba en edad, jamás me puse a su nivel en lo deportivo. ¿La razón? Entendía que había un respeto jerárquico: él ya había sufrido y respetado el ring; yo estaba en pañales y debía ganarme mi lugar.
"Imagen propia sacada de mi instagram"
Esa mentalidad era normal en mi generación.
Pero hoy, muchos jóvenes llegan con la idea de que “merezco respeto porque sí”, sin sentir la necesidad de demostrar nada. Ese pensamiento ha vaciado de contenido la palabra. Se ha vuelto casi un chiste, un concepto “anticuado”.
La consecuencia: una sociedad sorda a la experiencia
Jóvenes de apenas 18 años se igualan, se burlan, opinan e incluso desvalorizan las palabras de personas con verdadera experiencia. Buscan consejos entre sus pares —personas sin trayectoria, sin logros, sin experiencia— y, lo más sorprendente, aceptan pagar por esas opiniones superficiales.
Así hemos llegado a la era de la desinformación. El respeto, que antes era un valor sólido que sostenía jerarquías y daba orden a la sociedad, se diluye cada día más.
Ya no se aprecia la voz de quien ha invertido años en perfeccionar un oficio, construir una carrera o forjar un camino. Hoy importa más quién grita más fuerte en redes o quién acumula más seguidores.
Y así pasa con todo: la jerarquía, el sudor de tu frente, el deseo de ser una voz que guíe a los jóvenes que deseen seguir la senda que tú tomaste con entrega y sacrificio…
Ahora esa juventud hace oídos sordos y ensucia, desprestigia el esfuerzo de generaciones pasadas.
Pasan sin pena ni gloria y, aun así, exigen, se aclaman por encima de los resultados y se autoproclaman ellos mismos... Expertos.
Del esfuerzo real a la ilusión de respeto
Antes, el respeto te llegaba sin que lo pidieras. Tus resultados hablaban por ti, y la sociedad reconocía tu esfuerzo y te otorgaba ese lugar de admiración. Hoy, en cambio, el respeto se mide en:
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Ya no importa si la experiencia es real; basta con que parezca auténtica.
Historias falsas, experiencias inventadas y anécdotas superficiales sustituyen al aprendizaje genuino.
Ya nadie busca experiencias para vivir y recordar,
Ahora se cuentan historias falsas para generar vistas.
Todo son resultados rápidos.
¿Estamos dispuestos a recuperarlo?
Quizás algunos me vean como un “dinosaurio”, pero todavía encuentro jóvenes que buscan algo más que popularidad: Quieren aprender, vivir experiencias reales, nutrirse de la pasión más que del resultado rápido.
El respeto no está muerto, pero sí está herido. Y depende de nosotros, quienes entendemos su verdadero valor, enseñarlo con el ejemplo, transmitirlo sin imponerlo, y devolverle el peso que una vez tuvo.
Porque cuando el respeto se extingue, no solo perdemos educación: perdemos la base sobre la que se construye cualquier sociedad fuerte.
Quizás sí, ya sea un dinosaurio… pero aún veo jóvenes que, en ese sentido, aprecian la “prehistoria” y todavía tienen hambre de sabiduría.
Buscan la pasión sobre el resultado,
Buscan la experiencia real y no simplemente experiencias para publicar.
Pero dime tu…
¿Crees tú que el respeto es, hoy en día, un concepto obsoleto?