Esta es una pregunta que se responde inmediatamente entre sí y no... pero yo siento que tal vez la respuesta es más complicada. En ciencia cierta, diría que no es capaz de cambiar, sino de evolucionar, Me explico...
Todo lo que compartiré es en base a experiencia propia.
Desde pequeño desarrollé muchos comportamientos que, al sol de hoy, siguen dándome batallas emocionales. Cuando era pequeño, en esa etapa de la preadolescencia, desarrollé ira compulsiva...
La mínima cosa que me causara enojo, mi reacción era explosiva: palabras hirientes, golpes a mis hermanos, levantar la voz a mis padres... inclusive golpearme a mí mismo el rostro, el cuerpo... y gritar y estrellar con todas mis fuerzas lo que pudiera.
Era un impulso que no podía controlar.
Un día exploté con mi hermano por una tontería —como ya era de costumbre—, pero a diferencia de otras veces, ese día mi hermano se quebró... y me dijo unas palabras que marcaron un antes y un después en mi vida:
“¿Por qué me odias tanto? ¿Por qué siempre me tratas como si me odiaras...? ¿Acaso hubieras deseado que yo no naciera?”
Lo dijo llorando. Lloró como jamás lo vi llorar en mi vida... roto...
En ese preciso momento, sentí que Dios me dio una garnatada emocional. Me llegó tan adentro... Por primera vez pude ver por encima de mi impulso, y ver cómo había destruido un corazón tranquilo.
Yo no odiaba a mi hermano, pero me enojaba. Me sacaba de quicio lo mínimo que hiciera que fuese en contra de lo que yo creía...
Ese día disipé toda rabia y le dije: "¡Te juro que nunca más volveré a actuar así! Pero necesito tu ayuda..."
Había notado que ciertas reacciones alimentaban más esta ira que me nacía en los momentos de explosión. Una de esas era ver a la persona ceder... Instintivamente, cuando la persona cedía, era como si echara leña seca al fuego... ¡y más ira me daba!
Era un estúpido... Pero ahora entiendo que mas alla de eso, estaba poseído. No por demonios ni fantasmas... sino por la emoción de la ira. Y una vez entraba, hacía todo lo que le placía.
Y como había aprendido a identificar que me daba más enojo ver cuando la otra persona se rendía, le dije:
"Cuando hagamos lo que sea, y me ganes o me discutas o hagas algo que tienda a enojarme… por favor, no cedas. ¡Búrlate de mí! ¡En serio, bromea! ¡Jáctate!"
Él se quedó extrañado. Incluso rió: "¡¿Estás loco?! ¿Me vas a matar?"
Pero era precisamente eso. Era tan absurdo... que me causaba gracia. Y así fue.
Ahora, cuando jugábamos o competíamos y él ganaba, yo sentía ese enojo... ¡pero al verlo burlarse!, mi subconsciente se confundía. Y me daba risa.
¡Sí!, me daba coraje, pero el impulso destructivo aprendió a ser dominado. Y poco a poco, fui cambiando...
Aún hoy exploto internamente cuando pasan cosas fuera de mi control... pero ya no destruyo a los que me rodean. Canalizo... respiro... y saco las opciones a tomar.
Es decir: he evolucionado. Aprendí a controlar un impulso.
Así mismo me ocurrió con los alimentos. Siempre fuimos obesos, mi hermano y yo. Comíamos muy mal, todo apadrinado por una pesima alimentación consentida de nuestra abuela...
Ya grandes, yo —una vez más— me cansé de verme así, y me dije: "Voy a cambiar."
Empecé a comer terriblemente estricto: 0 carbos, 0 dulces, 0 pan, arroz, etc... Perdí grasa y músculo en 5 meses. Bajé de 240 lb a 175. Fue una locura.
Pero perdí algo que siempre me gustó: mi fuerza, mis músculos. Que aunque no eran definidos, estaban ahí.
Desde entonces, he venido probando toda clase de alimentaciones: entre medio sanas, sanas, altas en proteínas y suplementos...
Pero había quedado algo positivo de ese cambio: El hábito de entrenar.
Actualmente llevo un estilo de vida muy cómodo en cuanto a alimentación y entrenamiento. Una balanza que me permite avanzar lento, pero seguro. Cómodo. Y eso es lo positivo...
Una vez más: No cambié. Evolucioné.
Y así, también en pareja.
Cuando uno está soltero, tiene muchos comportamientos de soltería: Salidas, conocer personas, parranda, decisiones individuales, entre muchas otras cosas...
Actualmente estoy casado. Y he evolucionado una vez más mis comportamientos. Mis decisiones ahora giran alrededor de la felicidad de ambos.
Al principio me sonaba una idea sofocante. Pero cuando dimos el paso, poco a poco esa evolucion se fue dando.
Porque el deseo, el amor, el interés, el querer... va poco a poco evolucionando tu hábito, y logras evolucionar tu vida, siempre y cuando sea para bien.
Y ojo, eso tampoco quiere decir que siempre hay que evolucionar a favor de otros, por ejemplo cuando se trata de parejas, parte de enteder que tus impulsos causan daño, es que es responsabilidad de uno entender el por que...
Por ejemplo no te hallas con tu pareja... es importante reconocer, el conversar y tomar desiciones, ya sea seguir o terminar. Y eso tambien es valido y justo. Lo importante es reconocer si puedes ser una mejor version para quien amas o necesitas mejorar solo. Siempre de manera madura y responsable.
Hay personas que sienten que les es imposible cambiar. Sienten los mismos impulsos que yo sentí. Y entiendo perfectamente lo que es estar en ese lugar.
No saber cómo actuar, cómo reaccionar, sentir que no puedes soltarlo, que tienes que explotar sí o sí...
Pero te digo yo: sí puedes hacerlo.
Y no... no es que no sientas eso. Es que piensas en que eso, cada vez que lo dejas salir —como perro con rabia—, lastima a otros que no tienen la culpa de lo que tú sientes.
Son tus sentimientos, por ende, es tu DEBER controlarlos para que no afecten a otros.
Tú eres dueño de lo que callas y esclavo de lo que dices. Eres dueño de tu boca y tus acciones. SIEMPRE tendrás la última palabra antes de actuar.
Yo... vi mi reflejo en mi hermano. Y a modo de castigo divino, me dio una bofetada de realidad.
No esperes llevar a un inocente a ese lugar... Es horrible verse reflejado en el dolor que causas. Te lo digo yo.
Hoy día veo madres gritar frustradas a sus hijos por lo mínimo que hagan. Como si ellos tuvieran la culpa de las decisiones que ella tomó...
Veo parejas que, por cosas externas, se cargan de estrés... y lo descargan con su pareja a modo de desahogo emocional.
Tontos como yo, que por la mínima indiferencia estallan en insultos y palabras hirientes... contra alguien que no tiene culpa de estar en desacuerdo.
Pero ¿saben algo?
Todo eso en sí no es el problema.
El verdadero problema es que todas esas personas, que pasan por estas situaciones, creen que no pueden cambiar. O dicen: “yo nunca voy a poder cambiar”.
Y no se equivocan del todo...
Quizás no se trate de que puedan cambiar lo que sienten. Pero si lo desean... son totalmente capaces de EVOLUCIONAR. Ser una mejor versión de sí mismos.
Una que entienda el daño que causa, y busque la manera de canalizar el impulso, y no hacer mas daño.
Cuando logras eso... empiezas a sanar. Empiezas a crecer, emocional y espiritualmente.
Porque cuando explotas, tú te dañas emocionalmente. Y cuando ves a los que lastimaste, es otra carga emocional de culpa e impotencia... Que te daña también.
Y ese es el mayor problema.
No es un ciclo que se repite. Es un remolino que te arrastra siempre hacia abajo. Poco a poco arrinconándote, y formando una coraza que se vuelve más resistente a evolucionar, a buscar mejorar...
Pero debes saber que aun así... Si eres capaz de ver lo que dañas, siempre vas a poder buscar la manera —así sea buscando ayuda— de ser una mejor versión de ti...
Y no vivir, poseído por tus impulsos.