Esta noche tomé un tabaco y encendí mis labios para fumarme la vida.
Quise saber si entre las cenizas estaba escrito mi futuro.

No encontré nada más allá de ese humo, que forma lentamente cada fragmento de un pasado plagado de almas en pena.
Intento guardarme lejos del balcón de mis recuerdos, así que cierro las gruesas cortinas de una habitación sin ventanas, cuya única salida, me lleva a un triste pasado.
Puedo ver como el humo negruzco producto de mis labios rostizados, de vez en cuando asciende como vapor envenenado.
Exactamente así me fumo la vida, mientras el tabaco permanece intacto.

Creo entender que esto no se trata de aspirar más, sino de poder distinguir el humo, de la densa niebla que empaña los días soleados. No es fácil lograrlo, los labios son inflamables.
No es cualquier cosa fumarse la vida, algunos días trascurren sin detenerse ni un segundo, mientras que otros no avanzan durante semanas.
Las noches funcionan distinto.
Cuando hablo de noches, entonces lluevo suavemente sobre un vientre desnudo.
Quién diría que el destino no es muy distinto a mi tabaco, que yace intacto, mientras mis labios se consumen.
Portada Imagen 2 Imagen 3, de mi autoría tomada con una tablet Samsung Galaxy tab 4 Imagen de cierre
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