Hola gente, ¿cómo están? Yo soy Nahuel Da Ré y les traigo un nuevo post lleno de nostalgia y emoción. Hoy quiero hablarles de uno de esos juegos que marcaron mi historia como jugador y como persona: Final Fantasy IX.

🌌 Un viaje al pasado lleno de magia
Final Fantasy IX fue uno de los primeros juegos que tuve la suerte de disfrutar en PlayStation 1, y sinceramente, creo que fue el tÃtulo que más influyó en mi amor por los videojuegos.
Cada vez que escucho su banda sonora o veo una de sus cinemáticas, siento que estoy viviendo dentro de una pelÃcula animada.
No necesitaba voces ni efectos grandilocuentes, bastaban las expresiones y gestos de los personajes para transmitirme emociones reales. Todo lo que hacÃas se leÃa, pero cada diálogo te dejaba una huella, y eso para mà fue mágico.
🧙 Vivi, Garnet y la tragedia que nos unió
Si hubo un personaje que me marcó, fue Vivi, el pequeño mago negro con alma de niño. Su historia es triste, profunda y muy humana. Cuando lo ves enfrentarse a su existencia y a la pérdida, entendés que el juego hablaba de algo más que aventuras y monstruos.
Y qué decir del momento en que Blank es petrificado en el bosque… fue una de esas escenas que me dejó helado frente a la pantalla, sin poder creer lo que acababa de pasar.
Más adelante, la supuesta muerte del protagonista, o los descubrimientos de Garnet (Daga) sobre su origen, solo reforzaron esa sensación de estar viviendo una tragedia griega vestida de cuento de fantasÃa.
💎 Horas y horas por un sueño pixelado
Recuerdo tener una partida que superó las 81 horas de juego, simplemente porque querÃa que Garnet llegara al nivel máximo y pudiera usar todas las invocaciones.
Encontrar cartas, pociones, objetos escondidos o simplemente recorrer los paisajes era un placer.
Nada se sentÃa repetitivo, porque cada detalle estaba lleno de intención, color y vida.
Final Fantasy IX fue más que un juego: fue una experiencia emocional, un recordatorio de que las historias también pueden curarnos, hacernos reÃr, llorar y volver a intentarlo una vez más.

🎮 Reflexión final
A veces pienso que esa magia de los juegos antiguos, donde todo era más simple y a la vez más profundo, es lo que realmente nos marcó a muchos.
No necesitábamos gráficos perfectos, solo emociones sinceras.
Y Final Fantasy IX me enseñó eso: que incluso en mundos ficticios, podemos encontrar pedacitos de verdad.

Créditos:
Texto, formato y concepto narrativo por Nahuel Da Ré.
Imágenes generadas por IA bajo mi asistencia y dirección artÃstica.