El amor se marchó aquel crudo verano, en espinas hirientes, en distancias crueles.
Sin vocación, sin explicaciones congruentes, sin despedirse.
El amor se marchó sin amar, entre tormentas, secando ríos, impregnando huellas amargas.
Sin nombre escritos, en engaños faustos, borrando querer y amar, borrando escritos en alma.
El amor se marchó sin cautela de un adiós aquella primavera,
Se marchó en los arboles, en raíces secas, en idolatrías falsas. Pulverizando sentimientos, enterrando a un corazón en cenizas de amar.
Se marchó en carrozas fúnebres aquel bestial verano de tormentas odiosas, borrando huellas gentiles.
El amor se marchó sin un adiós, sin pronunciar verdades, entre polvos de olvidos apresurado en invierno.
Se congeló tallando desamores, se agrietó en cristales blancos.
El amor se marchó ahogando al alma, sin llantos, sin arrepentimientos, enterrando sentimientos y cenizas.
En carrozas fúnebres, en una rosa de rosales secos.