You who often see me pass through this community probably think I am passionate or crazy when I speak of books as if they were people I love, and you are not far from the truth. Many of the books I treasure, if they could speak, would tell important parts of my life, because they have been there, silent and impassive, watching me laugh and sometimes cry while I read them. The book I bring you today is, I believe without fear of being mistaken, the most handled book I own, the one that has spent the most time next to my heart.
Poetry, by Dulce María Loynaz, is a special edition that Editorial Letras Cubanas published with a very complete anthology of this author, who is dear to me, on the centenary of her birth. I will not deny that, although tired of seeing images and reading about her, acquiring this book was a stroke of luck, a way to also discover myself as a passionate lover of poetry.
This book saw the light in 2002, just as I was entering my first Literary Workshop, barely beginning my university life, and it had a significant weight in my inclination towards verse, and not prose. Being able to read this enigmatic woman, quintessentially Cuban, who traveled the world only to choose to live without fears in her mansion in Havana's Vedado, accompanied only by her little dogs and ancestral presences, was for me much more than simple reading.
Loynaz is one of the myths of Cuban poetry. Her verse exerts a fascination that attracts and sweeps you away. During her lifetime, she published very few books in Cuba; however, she was and is very well known, especially as she was one of the two Cubans to receive the Cervantes Prize for Literature and, in her lifetime, a member of the Royal Academy of the Spanish Language.
We are before a volume that every passionate being will hug to their chest. Her verses, her words, seem to blossom from a fresh, tender script where abandonment and pain also exist. For her, love can be, and in fact is, a violent demand, yet we always notice how it returns to tenderness.
Few have been able to resist the beauty of the love contained in the missive to the young Egyptian King in his millennial tomb. In the "Love Letter to King Tut-Ankh-Amen," she confesses that for him she would have given her ten most beautiful years. This giant poet, at once upright and profound, rises in her ethical and aesthetic stature with delicate discretion and extreme modesty.
This volume, far from being a critical edition, is a gift to sensibilities. With the inclusion of all her Nameless Poems, Water Games and Final Days of a House , among other wonders, you can, as I did, feel as if you are walking through the extensive garden that Havanans could see through the bars of her old mansion. I always recommend starting to read this book with her poem "Time," quartets that, even with their apparent freshness and naivety, already set the pattern for a poet who would walk through Cuban lyricism with cautious steps.
I have a friend who tells me that as a child he would run away from home and spend hours in front of her house to see if one day he could catch a glimpse of that elegant woman, but he never could. For my part, I only dream of visiting her house; perhaps a modest dream, but it would bring my heart a little closer to her verse.
I am not an art critic nor a specialist in literature; I can only tell you that approaching these pages can mean becoming an accomplice to the poetic miracle. For my part, I assure you that Dulce María Loynaz has enriched me with the mere virtue of her having been born here, in my very own land.
Until the next book!
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✨ 𝑻𝒉𝒂𝒏𝒌𝒔 𝒇𝒐𝒓 𝒓𝒆𝒂𝒅𝒊𝒏𝒈! ✨
𝑰𝒇 𝒚𝒐𝒖 𝒅𝒐𝒏’𝒕 𝒌𝒏𝒐𝒘 𝒎𝒆 𝒚𝒆𝒕, 𝑰’𝒎 𝒂 𝑪𝒖𝒃𝒂𝒏 𝒏𝒆𝒖𝒓𝒐𝒍𝒐𝒈𝒊𝒔𝒕 𝒂𝒏𝒅 𝒘𝒓𝒊𝒕𝒆𝒓, 𝒂 𝒎𝒐𝒕𝒉𝒆𝒓, 𝒂 𝒘𝒐𝒎𝒂𝒏, 𝒂𝒏𝒅 𝒂 𝒅𝒓𝒆𝒂𝒎𝒆𝒓 𝒘𝒉𝒐’𝒔 𝒇𝒐𝒖𝒏𝒅 𝒊𝒏 𝑯𝒊𝒗𝒆 𝒂 𝒃𝒆𝒂𝒖𝒕𝒊𝒇𝒖𝒍 𝒔𝒑𝒂𝒄𝒆 𝒕𝒐 𝒔𝒐𝒂𝒓.
𝑨𝒍𝒍 𝒕𝒆𝒙𝒕 𝒂𝒏𝒅 𝒊𝒎𝒂𝒈𝒆𝒔 𝒂𝒓𝒆 𝒎𝒚 𝒐𝒓𝒊𝒈𝒊𝒏𝒂𝒍 𝒄𝒓𝒆𝒂𝒕𝒊𝒐𝒏𝒔, 100% 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏-𝒎𝒂𝒅𝒆 (𝒏𝒐 𝑨𝑰).
𝑩𝒂𝒏𝒏𝒆𝒓 𝒅𝒆𝒔𝒊𝒈𝒏𝒆𝒅 𝒃𝒚 𝑳𝒖𝒎𝒊𝒊.
𝑳𝒐𝒗𝒆𝒅 𝒕𝒉𝒊𝒔 𝒑𝒐𝒔𝒕? 𝑼𝒑𝒗𝒐𝒕𝒆, 𝒄𝒐𝒎𝒎𝒆𝒏𝒕, 𝒐𝒓 𝒓𝒆𝒃𝒍𝒐𝒈 𝒕𝒐 𝒔𝒑𝒓𝒆𝒂𝒅 𝒕𝒉𝒆 𝒘𝒊𝒏𝒈𝒔 𝒐𝒇 𝒄𝒓𝒆𝒂𝒕𝒊𝒗𝒊𝒕𝒚! 💛
VERSIÓN EN ESPAÑOL
Un encuentro con la Loynaz y el milagro de lo poético || Reseña
Ustedes que a menudo me ven pasar por esta comunidad, me pensarán apasionada o loca, cuando les hablo de los libros como si fueran personas a las que amo, y no están tan lejos de la verdad. Muchos de los libros que atesoro, si pudieran hablar, contarían partes importantes de mi vida, porque han estado allí mudos, impasibles, viéndome reír y otras veces llorar mientras los leo. El libro que hoy les traigo, creo que sin temor a equivocarme, es el libro que más he manoseado de todos los que poseo, el que más tiempo ha estado al lado de mi corazón.
Poesía, de Dulce María Loynaz, es una edición especial que la Editorial Letras Cubanas lanzó con una antología muy completa de esta autora, entrañable para mí, en el centenario de su nacimiento. No les niego que, aunque cansada de ver imágenes y leer sobre ella, el tener este libro fue un golpe de suerte, una manera de descubrirme también apasionada por la poesía.
Este libro sale a la luz en el 2002, justo cuando yo ingresaba en mi primer Taller Literario, apenas comenzaba mi vida universitaria, y tuvo un peso importante en mi inclinación hacia el verso, y no hacia la prosa. Poder leer a esta enigmática mujer, cubana como pocas, que recorrió todo el mundo para elegir vivir sin miedos, en su mansión en el Vedado habanero, solo acompañada de sus perritos y las presencias ancestrales, fue para mí mucho más que simple lectura.
Loynaz es uno de los mitos de la poesía cubana. Su verso ejerce una fascinación que atrae y arrastra. En vida, publicó muy pocos libros en Cuba; sin embargo, era y es muy conocida, más cuando fue una de los dos cubanos que recibió el Premio Cervantes de Literatura y en vida uno de los miembros de la Real Academia de la Lengua Española.
Estamos ante un volumen que todo ser apasionado abrazará contra su pecho. Sus versos, sus palabras, parecen florecer desde una letra fresca y tierna donde también existe el abandono y el dolor. Para ella, el amor puede ser, y de hecho lo es, un violento reclamo, pero siempre notamos cómo vuelve a la ternura.
Pocos han podido sucumbir a la belleza del amor que encierra la misiva al joven Rey egipcio en su tumba de milenios. En la “Carta de Amor al Rey Tut-Ank-Amen” ella confiesa que por él hubiera dado sus diez años más bellos. Esta gigante poeta, a la vez cabal y plena, se eleva en su estatura ética y estética con una delicada discreción y un pudor extremo.
Este volumen, lejos de ser una edición crítica, es un regalo a las sensibilidades. Con la inclusión de todos sus Poemas sin Nombre, Juegos de Agua, Últimos Días de una Casa entre otras maravillas, podrán, como yo lo hice, sentirse caminando por el extenso jardín que los habaneros podían mirar tras las rejas de su antiguo caserón. Siempre recomiendo empezar a leer este libro desde su poema “Tiempo”, cuartetas que aun con su lozanía e ingenuidad aparentes, ya sentaban las pautas de una poetisa que andaría en la lírica cubana con pie de plomo.
Tengo un amigo que me cuenta que de pequeño se escapaba de su casa y pasaba horas frente a su casa para ver si un día podía ver a aquella elegante mujer, pero jamás pudo hacerlo. Yo por mi parte solo sueño con visitar su casa; quizás un sueño modesto, pero pondría mi corazón un poco más cerca de su verso.
No soy una crítica de arte ni especialista en letras; solo me queda decirles que acercarse a estas páginas puede significar ser cómplice del milagro poético. Por mi parte, les aseguro que Dulce María Loynaz me ha enriquecido con la sola virtud de su nacimiento aquí, en mi misma tierra.
¡Hasta el próximo libro!
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✨ ¡𝑮𝒓𝒂𝒄𝒊𝒂𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒍𝒆𝒆𝒓! ✨
𝑺𝒊 𝒂ú𝒏 𝒏𝒐 𝒎𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒆𝒔: 𝒔𝒐𝒚 𝒏𝒆𝒖𝒓ó𝒍𝒐𝒈𝒂 𝒚 𝒆𝒔𝒄𝒓𝒊𝒕𝒐𝒓𝒂 𝒄𝒖𝒃𝒂𝒏𝒂, 𝒎𝒂𝒅𝒓𝒆, 𝒎𝒖𝒋𝒆𝒓 𝒚 𝒔𝒐ñ𝒂𝒅𝒐𝒓𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒏𝒄𝒐𝒏𝒕𝒓ó 𝒆𝒏 𝑯𝒊𝒗𝒆 𝒖𝒏 𝒉𝒆𝒓𝒎𝒐𝒔𝒐 𝒆𝒔𝒑𝒂𝒄𝒊𝒐 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒗𝒐𝒍𝒂𝒓.
𝑬𝒍 𝒕𝒆𝒙𝒕𝒐 𝒚 𝒍𝒂𝒔 𝒊𝒎á𝒈𝒆𝒏𝒆𝒔 𝒔𝒐𝒏 𝒅𝒆 𝒎𝒊 𝒂𝒖𝒕𝒐𝒓í𝒂, 100% 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏𝒐𝒔 (𝒔𝒊𝒏 𝑰𝑨).
𝑩𝒂𝒏𝒏𝒆𝒓 𝒅𝒊𝒔𝒆ñ𝒂𝒅𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝑳𝒖𝒎𝒊𝒊.
¿𝑻𝒆 𝒈𝒖𝒔𝒕ó 𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒑𝒖𝒃𝒍𝒊𝒄𝒂𝒄𝒊ó𝒏? 𝑽𝒐𝒕𝒂, 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒐 𝒓𝒆𝒃𝒍𝒐𝒈𝒖𝒆𝒂 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒂𝒚𝒖𝒅𝒂𝒓 𝒂 𝒅𝒆𝒔𝒑𝒍𝒆𝒈𝒂𝒓 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒔 𝒂𝒍𝒂𝒔. 💛