A veces me pongo a pensar qué es lo que hace esta comunidad #holoslotus para que uno quiera regresar a ella una y otra vez. He sacado la conclusión de que retornamos porque la mayoría del tiempo nos lleva el pensamiento hacia lugares donde el corazón nos late más fuerte, y sobre todo porque, después de terminar de escribir nuestra publicación, nos sentimos mejores personas.
Acudo hoy a la invitación que el amigo @tonyes nos hace desde su merecida posición de columnista por un día, acerca de esa palabra que tanto mencionamos y por la que luchamos para alcanzar: la felicidad.
Enseguida de que leí su publicación, me puse a pensar en cuál sería mi fórmula perfecta de la felicidad, y como mujer de ciencias que a veces soy, no encontré ecuación ni teorema que pudiera resolverla. Entonces invoqué a mi alter ego, la mujer de letras, la cuasi artista, para descifrar el acertijo, y créanme que no fue fructífero. Entonces, ¿existe realmente una fórmula secreta para la felicidad? No lo creo.
Soy de las que defiende la idea de que la felicidad no es estruendosa, ni llena de luces, que no es una mansión en una gran ciudad ni una fortuna de millones en un banco. Soy de las que está convencida de que la felicidad es pequeñita, que cabe en un bolsillo y hasta en un suspiro.
Más que de fórmulas, la felicidad parece ser más un ritual de un corazón que agradece cada latido, y por ello se esconde en cada acto que hacemos con amor.
Me levanto y en el acto de hacer el primer café, en la cadencia exacta en que la cafetera cuela, se esconde un pequeño trozo de felicidad que después se complementa con el primer sorbo, mientras repaso con la vista mi jardín y hago el inventario visual de mis plantas.
Despierto a mi hija para que llegue temprano al colegio y entre las sábanas, aún con los ojos cerrados pide dormir más, y yo la miro como quien mira las estrellas y entiende que no hay posibilidad de superar este amor.
Salgo de casa y logro subir a tiempo en el transporte público y de camino al hospital logro leer los mensajes recibidos en WhatsApp. Un amigo me escribe que pronto llegará a Cuba de vacaciones; hace un año que no lo veo. La última vez que nos vimos nos pasamos tres horas conversando en un café y el tiempo no nos alcanzó, entonces comienzo a imaginar nuestro encuentro y se me asoma la felicidad desde el centro del pecho mientras miro por la ventanilla del bus y todo me parece más colorido, más iluminado.
Llego al hospital, a lo que promete ser un día de arduo trabajo, tengo varios pacientes en la sala, unas cuantas interconsultas, varias discusiones de caso pendientes, pero me recibe un pacientito con una galleta en la mano... ¿Para quién es esa galleta? ¿Es para mí? ¡Ay, qué galleta tan deliciosa! El pequeño, en sus escasos 3 años, no conoce la magnitud de su acto ni cuánta felicidad contenida traía en su mano para mí.
Aún no ha llegado el mediodía, y me doy cuenta de que he podido llenar toda una libreta de apuntes, de instantes numerados donde se me ha escondido la felicidad, y aunque sigo sin encontrar la fórmula ni el teorema exacto para invocarla, solo sé que está siempre por allí, agazapada en lo más sutil, en lo más tenue, silenciosamente y sin forma definida.
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✨¡𝑮𝒓𝒂𝒄𝒊𝒂𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒍𝒆𝒆𝒓! ✨
𝑺𝒊 𝒂ú𝒏 𝒏𝒐 𝒎𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒆𝒔: 𝒔𝒐𝒚 𝒏𝒆𝒖𝒓ó𝒍𝒐𝒈𝒂 𝒚 𝒆𝒔𝒄𝒓𝒊𝒕𝒐𝒓𝒂 𝒄𝒖𝒃𝒂𝒏𝒂, 𝒎𝒂𝒅𝒓𝒆, 𝒎𝒖𝒋𝒆𝒓 𝒚 𝒔𝒐ñ𝒂𝒅𝒐𝒓𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒏𝒄𝒐𝒏𝒕𝒓ó 𝒆𝒏 𝑯𝒊𝒗𝒆 𝒖𝒏 𝒉𝒆𝒓𝒎𝒐𝒔𝒐 𝒆𝒔𝒑𝒂𝒄𝒊𝒐 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒗𝒐𝒍𝒂𝒓.
𝑬𝒍 𝒕𝒆𝒙𝒕𝒐 𝒚 𝒍𝒂𝒔 𝒊𝒎á𝒈𝒆𝒏𝒆𝒔 𝒔𝒐𝒏 𝒅𝒆 𝒎𝒊 𝒂𝒖𝒕𝒐𝒓í𝒂, 100% 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏𝒐𝒔 (𝒔𝒊𝒏 𝑰𝑨).
𝑩𝒂𝒏𝒏𝒆𝒓 𝒅𝒊𝒔𝒆ñ𝒂𝒅𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝑳𝒖𝒎𝒊𝒊.
¿𝑻𝒆 𝒈𝒖𝒔𝒕ó 𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒑𝒖𝒃𝒍𝒊𝒄𝒂𝒄𝒊ó𝒏? 𝑽𝒐𝒕𝒂, 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒐 𝒓𝒆𝒃𝒍𝒐𝒈𝒖𝒆𝒂 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒂𝒚𝒖𝒅𝒂𝒓 𝒂 𝒅𝒆𝒔𝒑𝒍𝒆𝒈𝒂𝒓 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒔 𝒂𝒍𝒂𝒔.💛
ENGLISH VERSION
That's how tiny happiness is
Sometimes I stop to think about what it is that makes this community #holoslotus make you want to return to it again and again. I have concluded that we return because most of the time it directs our thoughts towards places where our heart beats stronger, and above all because, after finishing writing our post, we feel like better people.
I am responding today to the invitation that our friend @tonyes extends to us from his well-deserved position as a columnist for a day, about that word we mention so often and strive to achieve: happiness.
As soon as I read his post, I began to think about what my perfect formula for happiness would be, and as a woman of science that I sometimes am, I found no equation or theorem that could solve it. So I summoned my alter ego, the woman of letters, the quasi-artist, to decipher the riddle, and believe me, it was not fruitful. So, does a secret formula for happiness really exist? I don't think so.
I am one of those who defends the idea that happiness is not loud, nor full of lights, that it is not a mansion in a big city nor a fortune of millions in a bank. I am one of those who is convinced that happiness is tiny, that it fits in a pocket and even in a sigh.
More than formulas, happiness seems to be more of a ritual of a heart that is grateful for every beat, and for that reason, it hides in every act we do with love.
I wake up and in the act of making the first coffee, in the exact cadence of the coffee dripping, a small piece of happiness hides, which is then complemented by the first sip, while I look over my garden and take a visual inventory of my plants.
I wake up my daughter so she can get to school early, and between the sheets, still with her eyes closed, she asks for more sleep, and I look at her like someone looking at the stars and understands that there is no way to surpass this love.
I leave home and manage to get on public transport on time, and on the way to the hospital, I manage to read the messages received on WhatsApp. A friend writes to me that he will soon be coming to Cuba on vacation; I haven't seen him in a year. The last time we saw each other, we spent three hours talking in a café and we ran out of time, so I start to imagine our meeting and happiness emerges from the center of my chest as I look out the bus window and everything seems more colorful, more illuminated.
I arrive at the hospital, to what promises to be a day of hard work. I have several patients in the ward, a few interconsultations, several pending case discussions, but I am greeted by a little patient with a cookie in his hand... Who is that cookie for? Is it for me? Oh, what a delicious cookie! The little one, at just 3 years old, does not know the magnitude of his act nor how much contained happiness he held in his hand for me.
Midday has not yet arrived, and I realize that I have been able to fill an entire notebook of notes, of numbered moments where happiness has hidden itself from me, and although I still haven't found the formula or the exact theorem to summon it, I only know that it is always there, lurking in the most subtle, in the most faint, silently and without a defined shape.
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✨𝑻𝒉𝒂𝒏𝒌𝒔 𝒇𝒐𝒓 𝒓𝒆𝒂𝒅𝒊𝒏𝒈! ✨
𝑰𝒇 𝒚𝒐𝒖 𝒅𝒐𝒏’𝒕 𝒌𝒏𝒐𝒘 𝒎𝒆 𝒚𝒆𝒕. 𝑰’𝒎 𝒂 𝑪𝒖𝒃𝒂𝒏 𝒏𝒆𝒖𝒓𝒐𝒍𝒐𝒈𝒊𝒔𝒕 𝒂𝒏𝒅 𝒘𝒓𝒊𝒕𝒆𝒓, 𝒂 𝒎𝒐𝒕𝒉𝒆𝒓, 𝒂 𝒘𝒐𝒎𝒂𝒏, 𝒂𝒏𝒅 𝒂 𝒅𝒓𝒆𝒂𝒎𝒆𝒓 𝒘𝒉𝒐’𝒔 𝒇𝒐𝒖𝒏𝒅 𝒊𝒏 𝑯𝒊𝒗𝒆 𝒂 𝒃𝒆𝒂𝒖𝒕𝒊𝒇𝒖𝒍 𝒔𝒑𝒂𝒄𝒆 𝒕𝒐 𝒔𝒐𝒂𝒓.
𝑨𝒍𝒍 𝒕𝒆𝒙𝒕 𝒂𝒏𝒅 𝒊𝒎𝒂𝒈𝒆𝒔 𝒂𝒓𝒆 𝒎𝒚 𝒐𝒓𝒊𝒈𝒊𝒏𝒂𝒍 𝒄𝒓𝒆𝒂𝒕𝒊𝒐𝒏𝒔, 100% 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏-𝒎𝒂𝒅𝒆 (𝒏𝒐 𝑨𝑰).
𝑩𝒂𝒏𝒏𝒆𝒓 𝒅𝒆𝒔𝒊𝒈𝒏𝒆𝒅 𝒃𝒚 𝑳𝒖𝒎𝒊𝒊.
𝑳𝒐𝒗𝒆𝒅 𝒕𝒉𝒊𝒔 𝒑𝒐𝒔𝒕? 𝑼𝒑𝒗𝒐𝒕𝒆, 𝒄𝒐𝒎𝒎𝒆𝒏𝒕, 𝒐𝒓 𝒓𝒆𝒃𝒍𝒐𝒈 𝒕𝒐 𝒔𝒑𝒓𝒆𝒂𝒅 𝒕𝒉𝒆 𝒘𝒊𝒏𝒈𝒔 𝒐𝒇 𝒄𝒓𝒆𝒂𝒕𝒊𝒗𝒊𝒕𝒚! 💛