Hoy llego agradeciendo a #HolosLotus por la gran idea de los columnistas por un día, mientras participo en la dinámica que nos propone @abelarte.
Amigos, familia de esta comunidad: hay días en los que el simple hecho de abrir los ojos al amanecer se siente como un milagro. Ese ver la luz que se filtra por las hendijas de las persianas, el escuchar el canto de unos cuantos gorriones que anidan en los postes del alumbrado… pueden ser genuinos regalos. ¿Y qué me dicen del aroma del café recién hecho? Solo tenemos que pararnos un minuto para apreciar esos detalles que convierten lo ordinario en extraordinario… y agradecer.
Yo me considero una mujer afortunada, no porque mi camino haya estado exento de dificultades, sino porque he aprendido a mirar cada cicatriz como una lección y cada logro como un regalo. Y quizás también porque tengo una hija cuya risa ilumina mis días, que me recuerda constantemente la belleza de crecer.
Como médica neuróloga, en mi trabajo con niños descubro la resiliencia y la ternura coexistiendo en un mismo corazón. Con esa fortaleza, me enseñan más de la vida que cualquier libro. Al mismo tiempo, en medio de las responsabilidades y los sueños por cumplir, he encontrado en la literatura un espacio sagrado. Son precisamente las palabras mi manera de entender el mundo y agradecerle al universo por todo lo que me ha dado.
Porque la vida, cuando se vive con gratitud, se convierte en una colección de instantes preciosos.
Y fíjense que la gratitud no necesita grandes gestos. Basta con detenerse un segundo y reconocer los dones que a menudo damos por sentado: el aire limpio que llena nuestros pulmones, el sol que acaricia nuestra piel o la tierra que nos regala sus frutos. Algo tan simple y que siempre está ahí: la naturaleza, en toda su generosidad silenciosa, nos recuerda que somos parte de algo mucho más grande. Y, sin embargo, ¿cuántas veces pasamos por alto su belleza?
Yo, por mi parte (y no me digan loca), he hecho de la gratitud un ritual. Cada mañana, antes de que el ajetreo diario comience, me tomo un momento para agradecer. A veces, el agradecimiento viene con una flor que coloco en mi cabello como un trofeo; otras, es cerrar los ojos y respirar profundamente, sintiendo los latidos de mi corazón. En esa pequeña pausa, recuerdo que tengo la oportunidad nuevamente de caminar, de luchar y, sobre todo, de amar.
Es cierto que el mundo nos empuja a enfocarnos en el éxito, en tener más dinero… pero la gratitud nos devuelve al presente. Por eso, me tomo el café de la mañana que mi papá me prepara, miro a mi niña dormir antes de despertarla para ir al colegio y le pregunto a mi mamá cómo amaneció de su dolor de artrosis. En esos actos cotidianos, vuelvo a agradecer y así, siento que cambio la energía y atraigo aquello que celebramos. Por ahí dicen (y yo lo tomo como ley) que un corazón agradecido es un imán para la alegría, porque encuentra belleza incluso en lo sencillo.
Por eso intento enseñarle a mi pequeña que es necesario ser agradecida. Así le estoy dando una herramienta para navegar la vida con mayor plenitud. Al fin y al cabo, la gratitud es también un acto de humildad: reconocer que no hemos llegado solos a donde estamos, que hay personas, circunstancias y hasta casualidades que han tejido nuestro destino.
Hoy, como cada día, elijo agradecer el simple y maravilloso hecho de estar viva, de tener la oportunidad de reinventarme, de crecer y de seguir caminando hacia mis sueños.
Gracias, también, a ustedes.
✴️ ¡𝑮𝒓𝒂𝒄𝒊𝒂𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒍𝒆𝒆𝒓! ✴️
𝑺𝒊 𝒂ú𝒏 𝒏𝒐 𝒎𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒆𝒔: 𝒔𝒐𝒚 𝒏𝒆𝒖𝒓ó𝒍𝒐𝒈𝒂 𝒚 𝒆𝒔𝒄𝒓𝒊𝒕𝒐𝒓𝒂 𝒄𝒖𝒃𝒂𝒏𝒂, 𝒎𝒂𝒅𝒓𝒆, 𝒎𝒖𝒋𝒆𝒓 𝒚 𝒔𝒐ñ𝒂𝒅𝒐𝒓𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒏𝒄𝒐𝒏𝒕𝒓ó 𝒆𝒏 𝑯𝒊𝒗𝒆 𝒖𝒏 𝒉𝒆𝒓𝒎𝒐𝒔𝒐 𝒆𝒔𝒑𝒂𝒄𝒊𝒐 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒗𝒐𝒍𝒂𝒓.
𝑬𝒍 𝒕𝒆𝒙𝒕𝒐 𝒚 𝒍𝒂𝒔 𝒊𝒎á𝒈𝒆𝒏𝒆𝒔 𝒔𝒐𝒏 𝒅𝒆 𝒎𝒊 𝒂𝒖𝒕𝒐𝒓í𝒂, 100% 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏𝒐𝒔 (𝒔𝒊𝒏 𝑰𝑨).
𝑩𝒂𝒏𝒏𝒆𝒓 𝒅𝒊𝒔𝒆ñ𝒂𝒅𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝑳𝒖𝒎𝒊𝒊.
¿𝑻𝒆 𝒈𝒖𝒔𝒕ó 𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒑𝒖𝒃𝒍𝒊𝒄𝒂𝒄𝒊ó𝒏? 𝑽𝒐𝒕𝒂, 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒐 𝒓𝒆𝒃𝒍𝒐𝒈𝒖𝒆𝒂 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒂𝒚𝒖𝒅𝒂𝒓 𝒂 𝒅𝒆𝒔𝒑𝒍𝒆𝒈𝒂𝒓 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒔 𝒂𝒍𝒂𝒔.🧡
ENGLISH VERSION
The Magical Ritual of Gratitude
Today, I arrive grateful to #HolosLotus for the great idea of guest columnists for a day, as I participate in the challenge proposed by @abelarte.
Friends, family of this community: there are days when simply opening your eyes at dawn feels like a miracle. That light filtering through the blinds, the song of a few sparrows nesting in the streetlights… these can be genuine gifts. And what about the aroma of freshly brewed coffee? We just need to pause for a minute to appreciate those details that turn the ordinary into the extraordinary… and give thanks.
I consider myself a fortunate woman, not because my path has been free of difficulties, but because I’ve learned to see every scar as a lesson and every achievement as a gift. And perhaps also because I have a daughter whose laughter brightens my days, constantly reminding me of the beauty of growing up.
As a neurologist working with children, I witness resilience and tenderness coexisting in the same heart. With their strength, they teach me more about life than any book. At the same time, amid responsibilities and unfulfilled dreams, I’ve found in literature a sacred space. Words, precisely, are my way of understanding the world and thanking the universe for all it has given me.
Because life, when lived with gratitude, becomes a collection of precious moments.
And notice that gratitude doesn’t need grand gestures. It’s enough to pause for a second and acknowledge the gifts we often take for granted: the clean air filling our lungs, the sun caressing our skin, or the earth offering its fruits. Something so simple yet always there: nature, in its silent generosity, reminds us we’re part of something much greater. Yet how often do we overlook its beauty?
As for me (and don’t call me crazy), I’ve turned gratitude into a ritual. Every morning, before the daily hustle begins, I take a moment to give thanks. Sometimes, gratitude comes as a flower I place in my hair like a trophy; other times, it’s closing my eyes and breathing deeply, feeling my heartbeat. In that small pause, I remember I have the chance to walk, fight, and, above all, love again.
It’s true the world pushes us to focus on success, on making more money… but gratitude brings us back to the present. That’s why I savor the morning coffee my dad prepares for me, watch my little girl sleep before waking her for school, and ask my mom how her osteoarthritis pain is today. In these everyday acts, I give thanks again. And this way, I feel I shift the energy and attract what we celebrate. They say (and I take it as law) that a grateful heart is a magnet for joy because it finds beauty even in simplicity.
That’s why I try to teach my little one the importance of gratitude. In doing so, I’m giving her a tool to navigate life with greater fulfillment. After all, gratitude is also an act of humility, recognizing we haven’t gotten where we are alone, that people, circumstances, and even coincidences have woven our destiny.
Today, like every day, I choose to be thankful for the simple, marvelous fact of being alive, for the chance to reinvent myself, grow, and keep walking toward my dreams.
Thank you, too, to all of you.
✴️𝑻𝒉𝒂𝒏𝒌𝒔 𝒇𝒐𝒓 𝒓𝒆𝒂𝒅𝒊𝒏𝒈! ✴️
𝑰𝒇 𝒚𝒐𝒖 𝒅𝒐𝒏’𝒕 𝒌𝒏𝒐𝒘 𝒎𝒆 𝒚𝒆𝒕. 𝑰’𝒎 𝒂 𝑪𝒖𝒃𝒂𝒏 𝒏𝒆𝒖𝒓𝒐𝒍𝒐𝒈𝒊𝒔𝒕 𝒂𝒏𝒅 𝒘𝒓𝒊𝒕𝒆𝒓, 𝒂 𝒎𝒐𝒕𝒉𝒆𝒓, 𝒂 𝒘𝒐𝒎𝒂𝒏, 𝒂𝒏𝒅 𝒂 𝒅𝒓𝒆𝒂𝒎𝒆𝒓 𝒘𝒉𝒐’𝒔 𝒇𝒐𝒖𝒏𝒅 𝒊𝒏 𝑯𝒊𝒗𝒆 𝒂 𝒃𝒆𝒂𝒖𝒕𝒊𝒇𝒖𝒍 𝒔𝒑𝒂𝒄𝒆 𝒕𝒐 𝒔𝒐𝒂𝒓.
𝑨𝒍𝒍 𝒕𝒆𝒙𝒕 𝒂𝒏𝒅 𝒊𝒎𝒂𝒈𝒆𝒔 𝒂𝒓𝒆 𝒎𝒚 𝒐𝒓𝒊𝒈𝒊𝒏𝒂𝒍 𝒄𝒓𝒆𝒂𝒕𝒊𝒐𝒏𝒔, 100% 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏-𝒎𝒂𝒅𝒆 (𝒏𝒐 𝑨𝑰).
𝑩𝒂𝒏𝒏𝒆𝒓 𝒅𝒆𝒔𝒊𝒈𝒏𝒆𝒅 𝒃𝒚 𝑳𝒖𝒎𝒊𝒊.
𝑳𝒐𝒗𝒆𝒅 𝒕𝒉𝒊𝒔 𝒑𝒐𝒔𝒕? 𝑼𝒑𝒗𝒐𝒕𝒆, 𝒄𝒐𝒎𝒎𝒆𝒏𝒕, 𝒐𝒓 𝒓𝒆𝒃𝒍𝒐𝒈 𝒕𝒐 𝒔𝒑𝒓𝒆𝒂𝒅 𝒕𝒉𝒆 𝒘𝒊𝒏𝒈𝒔 𝒐𝒇 𝒄𝒓𝒆𝒂𝒕𝒊𝒗𝒊𝒕𝒚! 🧡