Accompanying the lady, a virtue on the board of life.
Modern society has the tendency to set cultural patterns established by social networks. One of these patterns has been the massification of chess culture, which has enthroned the queen as a powerful symbol. It has created the image of the modern woman, strategic, self-sufficient and with the ability to dominate the chessboard of the world, this model of leadership has also been known as alpha woman. This analogy celebrates the necessary and conquered independence reflecting a society that rightly values the strength and autonomy of women as a fundamental pillar of society. However, this situation has been confused and overvalued, making it seem that the lady does not need protection nor does she need the courtesy of the men around her.
I consider a valid point of reflection at this time in the world society is to talk about the role of chivalry. The issue raised in today's challenge “to accompany the lady” should not be interpreted as an act of underestimation of her power but as a gesture of courtesy and respect that transcends the power game on the board of life. I believe that the mistake has been in suggesting that feminine self-sufficiency and chivalry are opposite concepts. To my understanding they are not. True modernity does not lie in annulling the forms of politeness but in redefining them and adapting them to these times.
In the complex chessboard of human relationships, the lady does not lose her power when accepting the company of another piece. Accompanying the lady is an act of companionship that enriches the interaction. A modern gentleman does not rescue the lady, but walks beside her, recognizing her power and offering his own in a gesture of collaboration, not guardianship.
The masterstroke is not to choose between independence and courtesy but to integrate it by demonstrating that one can be self-sufficient without renouncing the elegance of accepting a kind gesture.
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En Español
Acompañar a la dama, una virtud en el tablero de la vida.
La sociedad moderna tiene la tendencia a fijar patrones culturales establecidos por las redes sociales. Uno de estos patrones ha sido la masificación de la cultura del ajedrez que ha entronizado a la dama como un símbolo poderoso. Se ha creado la imagen de la mujer moderna, estratégica, autosuficiente y con la capacidad de dominar el tablero del mundo, este modelo de liderazgo también se ha conocido como mujer alfa. Esta analogía celebra la independencia necesaria y conquistada reflejando a una sociedad que con justicia valora la fortaleza y la autonomía de la mujer como un pilar fundamental de la sociedad. Sin embargo, se ha confundido y sobrevalorado esta situación haciendo ver que la dama no necesita protección ni necesita de la cortesía de los hombres a su alrededor.
Considero como un punto de reflexión válida en este momento en la sociedad mundial es hablar sobre el papel de la caballerosidad. El tema planteado en el reto del día de hoy “acompañar a la dama” no debería interpretarse como un acto de subestimación de su poder sino como gesto de cortesía y respeto que trasciende al juego de poder en el tablero de la vida. Creo que el error ha sido en plantear que la autosuficiencia femenina y la caballerosidad son conceptos opuestos. Para mi entender no lo son. La verdadera modernidad no reside en anular las formas de cortesía sino en redefinirlas y adaptarlas a estos tiempos.
En el complejo tablero de las relaciones humanas la dama, no pierde su poder al aceptar la compañía de otra pieza. El acompañar a la dama es un acto de compañerismo que enriquece la interacción. Un caballero moderno no rescata a la dama, sino que camina a su lado, reconociendo su poder y ofreciendo el suyo en gesto de colaboración, no de tutela.
La jugada maestra no es elegir entre independencia y cortesía sino integrarla demostrando que se puede ser autosuficiente sin renunciar a la elegancia de aceptar un gesto amable.
La imagen es de [Pixabay]