Viviendo en la Patagonia es común ver pequeñas tropillas de caballos en cualquier camino que se recorra, inclusive en las rutas asfaltadas, que no son muchas, pero si lo suficientemente seguras como para desarrollar una velocidad importante con el vehículo siendo esto altamente peligroso en el hipotético caso en que se nos cruce un animal del porte de un caballo. Por ello siempre hay que estar prevenidos y aunque los paisajes tienden a distraernos, el esfuerzo por estar concentrados a la hora de manejar es sumamente importante, nos va la vida en esa concentración.
Dos semanas atrás, con la visita de mi amigo @hosgug pasamos unos pocos días de pesca y turismo por los alrededores del pueblo de Gualjaina y en uno de nuestros viajes en busca de ríos y arroyos donde practicar nuestra actividad favorita, nos cruzamos con una pequeña tropilla que tenía dos crías con muy pocos días de nacidas, se notaba en su paso impreciso y vacilante, típico de los que tienen pocos días de vida.
Según lo que he leído sobre equinos, en general los partos se realizan a principios de la primavera, cuando el clima comienza a ser benigno y las pasturas están en un buen estado de desarrollo, para asegurarse la mejor alimentación y crianza de potrancas y potrillos. Sin embargo, aquí ya estamos en una primavera avanzada, a menos de un mes del verano y estas crías recién llegan al mundo por lo que concluyo en que los caballos no conocen las estaciones del año o el clima ha cambiado tanto que se confunden. Como muchos árboles y arbustos que florecen antes o después de lo que solía acontecer años atrás. También los pájaros y otros animales suelen tener comportamientos erráticos en ocasiones.
Sospecho que los cambios climáticos son peores de lo que creemos y la vida se va trastocando lenta, aunque perceptiblemente.
Nada bueno puede resultar de esto.
Agradezco a mi amigo @hosgug por algunas de las fotografías que ilustran esta publicación.