La historia de un amor que transforma vidas. / The story of a love that transforms lives. ESP./EN.

Pront: Esparcir amor por todas partes.

Cuando yo era pequeño, estaba enamorado de una cantidad de valores familiares que me inculcaron mis padres y mis familiares y, gracias a Dios y a la vida, todavía conservo muchos de ellos, a pesar de la enorme pérdida de valores que ha asumido nuestra sociedad.

Lo cierto es que, a medida que uno va creciendo, también aprende valores y creencias en los medios de comunicación y en la televisión a través de las series para niños y de las series familiares que antes se exponían en los canales nacionales.

Y realmente era bien interesante la programación; pasaban series como: La pequeña casa de la pradera, familia, 8 son multitud, entre las series importadas, y había otras a nivel nacional que impulsaban los valores de amistad, familia, patriotismo, religión y otra serie de valores interesantes que quería impulsar la sociedad.

Lo cierto es que cuando llegué a la pubertad y estando en la rebeldía típica de la adolescencia, comencé a cuestionar todos esos valores y todas esas posiciones, y de hecho pensé que todo ese altruismo y todos esos mensajes de amor, paz y solidaridad que tanto impulsaban los medios eran pura tontería.

Sin embargo, un día, en una de mis andanzas de adolescente, me conseguí con una pareja de muchachos en un curso de primeros auxilios que estaba haciendo fuera del ámbito escolar y realmente el conocer su historia y el poder vivir algunas experiencias con ellos me demostró que todos los valores familiares y sociales, todas las creencias en ese aspecto, eran una realidad.

Gracias a ellos, conocí al Padre Chui; él era un presbítero de una orden religiosa muy ligada a la teología de la liberación, pero no recuerdo el nombre de la orden religiosa. Este hombre era un uruguayo que realmente se dedicaba a ayudar a las personas y a esparcir amor por todas partes.

Esa pareja de muchachos que conocí eran niños de la calle y el Padre Chui, mientras atendía a su parroquia, se decidió a ayudar a esos niños y los sacó de la calle, pero el hombre, al ver que lo que había hecho era bueno, decidió seguir rescatando niños de la calle y comenzó a criarlos, a darles valores, estudios, profesiones y les enseñó oficios a aquellos que no querían estudiar.

Llegó un momento en que la casa parroquial no era lo suficientemente grande para sostener a los niños, y él vendió todo lo que tenía y compró una casa en un barrio, y ahí se mudó con los niños. Después, un par de monjas se mudaron a la casa y le ayudaron a criar a los niños y niñas.

De ese gran proceso de amor fraternal y espiritual, salieron abogados, médicos, ingenieros, zapateros, electricistas, costureras. Es decir, hombres y mujeres con valores familiares, religiosos y con mucho amor al prójimo, que terminaron a su vez teniendo familias a las que les transmitían esos valores, logrando así multiplicar el esfuerzo del reverendo Chui.

También, los primeros en graduarse y comenzar a trabajar aportaban a nivel económico para que la obra de Chui se mantuviera y prosperara.

Y gracias a Chui, a su obra, a sus niños, a su amor incondicional hacia los demás, no solo me di cuenta en plena adolescencia de que los valores que me enseñaron y me inculcaron desde niño eran reales y valederos, y que además en la vida los podíamos hacer realidad.

Recuerdo que una vez acompañé a Chui a visitar casas humildes en un barrio donde la gente tenía muchos problemas económicos, y vi cómo él trataba de impulsar los valores y sobre todo el del amor a los demás y la solidaridad.

Después del recorrido, le comenté todas las dudas que tenía sobre los valores y sobre la sociedad y la gente, y cómo el haberlo conocido y haber compartido su trabajo y su obra me habían hecho recapacitar y retomar mis valores.

Y él me contestó: “El amor fraternal, los valores y las acciones y actividades que se necesitan para hacer un mundo mejor, no están implícitas en la sociedad, aunque en el discurso de los líderes religiosos, políticos y culturales del país lo parezca. Lo que cambia al mundo no son las ideas y los valores en un texto o en un discurso. Lo que realmente cambia al mundo es nuestra práctica de esos valores y de esas creencias”.

Finalmente, en el transcurso de la vida me di cuenta de que él tenía una enorme razón, y que a medida que nosotros practicamos esos valores, el ámbito en el que hacemos vida cambia y mejora, ya que se van multiplicando y practicando por aquellos a los que les servimos de ejemplo.

Gracias por leerme.

Pront: To spread love everywhere.

When I was little, I was in love with a lot of family values that my parents and my relatives instilled in me and, thanks to God and life, I still keep many of them, despite the enormous loss of values that our society has assumed.

The truth is that, as one grows up, one also learns values and beliefs in the media and on television through children's series and family series that were previously shown on national channels.

And the programming was really very interesting; there were series like: The Little House on the Prairie, family, 8 are a crowd, among the imported series, and there were others at the national level that promoted the values of friendship, family, patriotism, religion and another series of interesting values that society wanted to promote.

The truth is that when I reached puberty and being in the typical rebellion of adolescence, I began to question all those values and all those positions, and in fact I thought that all that altruism and all those messages of love, peace and solidarity that the media promoted so much were pure nonsense.

However, one day, in one of my adventures as a teenager, I got together with a couple of boys in a first aid course that I was doing outside of school and really knowing their history and being able to live some experiences with them showed me that all family and social values, all beliefs in that aspect, were a reality.

Thanks to them, I met Father Chui; he was a priest of a religious order closely linked to liberation theology, but I don't remember the name of the religious order. This man was a Uruguayan who was really dedicated to helping people and spreading love everywhere.

That couple of boys I met were street children and Father Chui, while attending to his parish, decided to help those children and took them off the street, but the man, seeing that what he had done was good, decided to continue rescuing street children and began to raise them, to give them values, studies, professions and taught trades to those who did not want to study.

There came a time when the parsonage was not big enough to hold the children, and he sold everything he had and bought a house in a neighborhood, and there he moved with the children. Then a couple of nuns moved into the house and helped her raise the boys and girls.

From that great process of brotherly and spiritual love, lawyers, doctors, engineers, shoemakers, electricians, seamstresses came out. That is to say, men and women with family values, religious and with a lot of love for their neighbor, who ended up having families to whom they transmitted those values, thus managing to multiply the effort of Reverend Chui.

Also, the first to graduate and start working contributed financially so that Chui's work was maintained and prospered.

And thanks to Chui, to his work, to his children, to his unconditional love for others, not only did I realize in full adolescence that the values they taught me and instilled in me since childhood were real and valid, and that we could also make them a reality in life.

I remember that once I accompanied Chui to visit humble houses in a neighborhood where people had many economic problems, and I saw how he tried to promote values and especially that of love for others and solidarity.

After the tour, I told him about all the doubts I had about values and about society and people, and how having met him and shared his work and his work had made me rethink and resume my values.

And he answered me: “Brotherly love, the values and actions and activities that are needed to make a better world are not implicit in society, although it seems so in the discourse of the religious, political and cultural leaders of the country. What changes the world are not the ideas and values in a text or in a speech. What really changes the world is our practice of those values and those beliefs."

Finally, in the course of life I realized that he had a huge reason, and that as we practice these values, the area in which we make life changes and improves, since they are multiplied and practiced by those to whom we serve as an example.

Thanks for reading me.