Si, mi hija ha cumplido 16. Desde el primer día ha sido una bendición estar ahí, con ella y para ella, acompañándola en cada paso, cada logro y cada traspiés.

Lo digo, porque nunca fue más difícil que ahora asumir el roll de padre. Más ahora que tomo, igualmente, el roll de madre e intento llenar el vacío que ella y sus hermanos dejaron al partir. En fin, multiplicarme por 4 sin dejar de ser yo y llevar a buen puerto esta parte de la familia aquende los mares.

Ahora somos ella y yo. Lo bueno es que “somos familia”. O sea, nos conocemos hace 16 años y de mirarnos sabemos quien va a cocinar o, si acaso, vamos a cocinar, ir por una pizza, unos dulces o un café.

Yo diría que nos va bien, hasta que ella alza su voz en ese tono preciso que esperas no escuchar:

- Papi, puedo ir con mi amiguita a…
No importa el lugar ni con quien, simplemente piensas que todo lo malo puede suceder y cuando sedes, pasas esas dos horas que pactaste con ella en una zozobra que no tiene para cuando acabar.

En el verano ocurrió, llegué a la casa y todo estaba limpio, la comida estaba hecha y servida, agua caliente en el baño, el reguero en mi mesa de trabajo tímidamente desempolvado, y mi postre favorito recién bajado de la cocina. Sabía que iba a ser emboscado y entré con gusto a la trampa, esperando que no fuera para tanto lo que me costaría.

Después de tomar un baño cenamos. Justo cuando terminaba el último platillo recibí el disparo casi a quema ropa: - ¿Papi, me dejas ir con mis amigos a la playa?

Imaginen, viernes, después de una semana terrible en el trabajo, viendo como se desvanecían mis deseos de descansar, relajándome en casa, sin hacer mucho más que lo necesario para pasarlo tranquilo y sin sobresaltos. No dije nada, comí el postre lentamente hasta terminarlo y ella no insistió.

Más tarde, recostado en mi cama, pensé que para ella había sido un buen curso escolar, muy buenas notas. Por otra parte, la partida de la mamá con sus hermanos, los días de soledad, el estrés inicial y luego la depresión, allí, cuando la distancia hace más mella. Todo eso resistimos codo a codo, como dos soldados en su trinchera, hermanados, con un único objetivo, esperar sobrevivir, sin bajas, hasta que cesen de tronar las balas y sea tiempo de volvernos a encontrar.

Ya dormía cuando me acerqué a ella y le dije: - ¿A qué hora salimos para la playa?

No se molestó, al contrario, enseguida llamó a su amiguita y se pusieron en contacto con los demás. ¡Este fin de semana hay playa! Dijo muy contenta en su

chat.

- Si, pero yo voy contigo.

Dije en tono autoritario.

- Lo sé papi, ya eso estaba cuadrado también. Mis amigos me sugirieron que te invitara para que no te quedaras solo en casa y así nos cuidaras la ropa y las cosas.

Y sonrió con tono picaresco.

Ese día fue memorable. Llevé mi cámara y registré todo. Serví de custodio y me nombraron miembro honorario del grupo. La pasamos super. No puedo creerlo, mi hija ha cumplido 16 y es una chica super divertida.

Ahora vivo con ansiedad, tengo la impresión de que en cualquier momento seré emboscado. Estoy completamente seguro de que ella y mis “nuevos amigos”, pronto vendrán por más.

Versión en Inglés.

My daughter have 16 years old

Yes, my daughter has turned 16. From day one, it has been a blessing to be there, with her and for her, supporting her every step, every achievement, and every setback. I say this because it's never been harder than it is now to take on the role of father. Even more so now that I'm also taking on the role of mother and trying to fill the void that she and her siblings left behind when they left. In short, multiplying myself by four without ceasing to be me and bringing this part of the family to a successful conclusion across the seas. Now it's her and me. The good thing is that "we're family." I mean, we've known each other for 16 years, and just by looking at each other, we know who's going to cook, or if we're going to cook, go get a pizza, some pastries, or a coffee. I'd say we're doing well, until she raises her voice in that precise tone you hope you don't hear:

- Daddy, can I go with my little friend to...?

It doesn't matter where or with whom, you just think that anything bad can happen, and when you give in, you spend those two hours you agreed on with her in a state of anxiety that never ends.

It happened this summer. I came home and everything was clean, the food was cooked and served, hot water was running in the bathroom, the mess on my workbench had been timidly dusted, and my favorite dessert had just been brought down from the kitchen. I knew I was going to be ambushed, and I happily stepped into the trap, hoping it wouldn't be that hard.

After taking a bath, we had dinner. Just as I was finishing the last course, I received the shot almost point-blank: "Daddy, can I go with my friends to the beach?" Imagine, Friday, after a terrible week at work, watching my desire to rest fade away, relaxing at home, doing nothing more than what was necessary to have a peaceful and stress-free time. I didn't say anything, ate dessert slowly until I finished it, and she didn't insist.

Later, lying in my bed, I reflected that it had been a good school year for her, with very good grades. On the other hand, there was the departure of her mother and her siblings, the days of loneliness, the initial stress, and then the depression, when the distance took its toll. We endured all of this side by side, like two soldiers in a trench, united, with a single objective: hoping to survive, without casualties, until the bullets cease and it's time to meet again.

She was already asleep when I approached her and said, "What time do we leave for the beach?" She wasn't upset; on the contrary, she immediately called her friend and they got in touch with each other. "This weekend we're at the beach!" she said happily in the chat.

- Yes, but I'm going with you.

I said in an authoritative tone.

- "I know, Daddy, that was already settled too. My friends suggested I invite you so you wouldn't be home alone and so you could take care of our clothes and things."

And he smiled mischievously.

That day was memorable. I brought my camera and recorded everything. I served as a custodian and was named an honorary member of the group. We had a great time. I can't believe it—my daughter just turned 16 and she's such a fun girl. Now I live with anxiety, feeling like I'll be ambushed at any moment. I'm absolutely certain that she and my "new friends" will soon come for more.

ecency #PhotographyLovers #BlackAndWhite #Family&Friends #Motherhood

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