“Lo que callamos, un peso en el alma”/ Aprendí a no callar

Ciertamente, callarnos todo aquello que nos parece, que nos lastima, que afecta nuestro ser, lo mal educado de otros, aquello que queremos decir pero que nos limitamos y preferimos callar, solo trae consecuencias negativas para nuestro bienestar tanto físico como mental y espiritual. Sí lo sabemos, no es un tema nuevo, ¿pero por qué callamos?

Por mucho tiempo me hice esa pregunta, una y otra vez, ¿por qué callo? Mientras mis sentimientos enmudecidos entretejían raíces de amargura en mi corazón.
Callar es un peso, indiscutiblemente sí, para tu alma y para tuc cuerpo. El cuerpo no miente, refleja lo que internamente pasa en ti. Y en medio de mi proceso de verdad que el peso en mi espalda era terrible, vivía encorvada, y lo justificaba como una consecuencia del COVID, pero es como los especialistas lo explican, tus cargas emocionales se reflejan en tu espalda.
Cuando veía mis fotos, yo misma me impactaba, de encorvada que me veía, ¿era envejecimiento?, no, eran mis cargas.

No puedo decir que siempre fui una persona que me guardaba las cosas, por el contrario, era muy reactiva, y si había que decirle algo a alguien o responder, allí estaba yo, soltando mis pensares.
Y eso tampoco es muy bueno, porque no podemos decir todo lo que pensamos porque podemos afectar a otros. Sin duda alguna, eso me trajo algunos problemas sobre todo en el área laboral. Y cuando tuve conciencia de ello, tomé la opción de moderarme, pero no fue en equilibrio, fue radical, a partir de allí empecé a callar. Y de verdad que tampoco podemos taparnos la boca, a lo que debemos decir.
 Por otro lado, cuando nos acumulamos de cosas, de aquello que nos afecta, cuando tenemos problemas, por qué evitamos desahogarnos, por qué guardar todas esas densas emociones, ¿y podemos desahogarnos? Callaba y no sabía por qué, si tengo, buenos amigos que me quieren, por qué no hablar con ellos y desahogarme, realmente sentía vergüenza de lo que me pasaba, y miedo, siempre me habían visto como alguien fuerte que mostrarme vulnerable me daba miedo.
Fue terrible que callar por tanto tiempo, y cuando logré soltar, fue tan evidente lo bien que me hizo. Increíble de verdad, mi postura cambió y logré pasar a la otra orilla donde estaba mi bienestar general.
Lo que me ayudó para dejar de callarme, fue cultivar mi relación con Dios. Y pude ver todos los medios que estaban allí para ayudarme. Valoricé a mis amigos, y ya no sentí pena de contarles mis cosas, por otro lado a través de la escritura, de participar en diferentes iniciativas en pro del crecimiento personal me ayudaron significativamente.
Desde entonces, todo empezó a fluir positivamente en mi vida. Los cambios favorables. Callo, pero también me expreso. Y con responsabilidad digo las cosas cuando hay que decirlas, porque todo tiene su momento y aunque parezca irónico a veces es necesario callar. Debemos aprender a no callar como también a saber cómo decir las cosas. Se trata de dominio propio y responsabilidad para con los otros como para nosotros mismos.
 Actualmente, tengo una gran amiga que tiene problemas en su relación de pareja, cuando la veo, me veo a mi misma. Ha callado por muchos meses, y aunque en relación de pareja es mejor no meterse, solo le digo que busque hablar con su esposo, que ese silencio es la que la ahoga a diario, entiendo su miedo, pero no solo se va a sentir mejor, estoy segura que aclararán muchas cosas. Liberarnos del peso que callamos es lo más favorable que podemos hacer por nuestro bienestar. Si no podemos decir lo que sentimos o pensamos a alguien, podemos buscar un buen amigo para desahogar ese silencio y así no acumular cargas. Así que prohibido callar.