Entre los tres mantenemos la armonía (Esp/Eng)

 Mis tres yo Mi yo niña predomino durante gran parte de mi niñez y juventud, inclusive de adulta. Risueña, juguetona y un poco despreocupada. A veces mi mamá me  reclamaba que había momentos donde debía estar un poco más presente, como dicen con los pies sobre la tierra y no andar fantaseando, sobre las nubes y un poco como las mariposas que vuelan como si nada les preocupara. Yo con mis hermanas Pero he tenido que aterrizar y dar paso a mí, yo adulto, porque hacía falta que tomara el control de la situación. Las responsabilidades asumidas cuando comencé a trabajar exigían disciplina, conocimientos, analizar y tomar decisiones. Aunque mi yo niño se mantuvo allí porque la vida no es solo trabajo. Y la alegría y la diversión se combinaban perfectamente. Éramos un equipo. Desde el momento en que la maternidad tocó a mi puerta, mi yo niña se asustó. ¡Qué gran responsabilidad tenemos, ahora! le dije a mí yo adulto! Yo que era libre de vivir sin otras preocupaciones que mi propia persona y ayudar a mis padres. Presentía que mi vida iba a dar un vuelco. ¿Y ahora qué hacemos? Me pregunté. Bueno, me dijo mi yo adulto, ahora tenemos que dejar de pensar en nosotros y dirigir toda nuestra atención a ese bebé que está allí,  ahora durmiendo tranquilito. Es hermoso y parece un angelito, le dije a mí yo adulto. Si, es un angelito, pero pronto se va a despertar y tendrá hambre y hay que cambiarle el pañal y bañarlo y otra vez tendrá hambre. Y demandará nuestra atención... llorando. .jpg)Yo con mi hermana con nuestros primeros hijos *** Mi yo adulto me asustó aún más, me sentía insegura, incapaz de realizar tanto al mismo tiempo y cuidar al bebé.  Y desde ese momento, por instinto y con un gran amor, mi yo madre se hizo cargo de la situación. Los primeros meses fueron un trabajo arduo. Casi exclusivamente de ella y nosotros, rezagados. Esperando el momento de ayudarla. Qué, por supuesto, llegó. Con el tiempo tuvimos que equilibrarnos. Y reconozco que a mí me tocaba la mejor parte porque descubrí que mi yo niña amaba jugar con mis hijos, porque no fue uno nada más, sino cinco. Creo que yo adulto estaba un poco estresado. Disfrutaba haciéndo reír a los niños y llevarlos al parque y yo también me montaba en los aparatos y corría con ellos.  [fuente](https://pixabay.com/es/vectors/madre-hija-sombrilla-lluvia-mam%C3%A1-5709418/) Me tiraba en el piso para ayudarlos a caminar,  mientras mi yo madre les decía ¡Cuidado si se caen! ¡Déjalos que así aprendan! le respondía. Fui muy útil en esa etapa y aún lo sigo siendo. Mi yo madre era muy amorosa, mientras mi yo adulto hacia todo lo posible para que  los hijos tuvieran todo lo necesario para su cuidado. Mientras estaban pequeños, nos repartimos las tareas para que no les faltara lo importante y también la atención y el amor. En una oportunidad mi hija  jugaba con mi hijo mayor mientras la más pequeña con apenas un mes de nacida estaba en brazos de mi yo madre quien estaba pendiente de la bebé. Mi yo niña, viéndolos divertirse, no les dijo nada mientras mi yo adulto pensaba en lo que tenía que comprar: comida y pañales. Al ver a mi hija con la barbilla rota y botando sangre, yo me asusté mucho, mientras mi yo madre, como pudo, la ayudó a pararse y la consoló mientras mi yo adulto llamaba a mi esposo  y nos fuimos al hospital. Y todo lo hicimos, bueno, lo hicieron mis otros dos yo, en cuestión de segundos. Una gran coordinación. La maternidad ha sido para mi una gran escuela. Estar en equilibrio, saber como resolver problemas y mantener la calma es imprescindible para no estresarme y disfrutar de la compañía de los hijos.  Ahora ellos ya crecieron y no viven conmigo pero mi yo niño sigue estando para animarlos, para reír juntos a pesar de las limitaciones y obstáculos y he cambiado esa despreocupación por algo que he aprendido. La vida es un regalo y hay que vivirla con alegría y no hay que dejar de soñar.   Así ayudo a mi yo adulto cuando se preocupa mucho por lo que sucede en el exterior.  Y también a mi yo madre que con los años es la que predomina. Siempre acompañando a los hijos. Escuchándolos. Dándoles ánimo y  amor.  Pero a veces se entristece por que nuestros hijos estan lejos. Y allí es cuando esa yo niña que espero nunca desaparezca de mi vida, la anima diciendole. ¿Como es que no los puedes ver? vamos a hacer una videollamada. Y entre conversaciones, risas y travesuras todo mi ser se siente bien. Siento que mis tres yo podemos juntos mantener la armonía.  Muchas gracias por leer mi participación en esta iniciativa de @damarysvibra: Los recovecos del mundo interior [](https://hive.blog/hive-131951/@damarysvibra/los-recovecos-del-mundo-interioresp-eng) Me divertí mucho escribiendolo. Invito a mis amigas @katleya, @actioncats y @maxjulisgf a participar. ***  My three selves *** My child self predominated during much of my childhood and youth, even into adulthood. Smiling, playful, and a little carefree. Sometimes my mom would tell me that there were times when I needed to be a little more present, as they say, with my feet on the ground and not daydreaming, with my head in the clouds, a bit like butterflies that fly around as if nothing worries them. Yo con mis hermanas But I had to come down to earth and give way to my adult self, because I needed to take control of the situation. The responsibilities I took on when I started working required discipline, knowledge, analysis, and decision-making. Although my child self remained there because life is not just about work. And joy and fun went hand in hand. We were a team. From the moment motherhood knocked on my door, my child self was scared. What a huge responsibility we have now! I said to my adult self! I, who was free to live without any worries other than myself and helping my parents. I sensed that my life was about to change dramatically. What do we do now? I asked myself. Well, my adult self said, now we have to stop thinking about ourselves and focus all our attention on that baby who is there, now sleeping peacefully. He's beautiful and looks like a little angel, I said to my adult self. He is a little angel, but soon he will wake up and be hungry, and we will have to change his diaper and bathe him, and then he will be hungry again. And he will demand our attention by crying. My adult self scared me. .jpg) My sister and I with our children My adult self scared me even more. I felt insecure, unable to do so much at the same time and take care of the baby. And from that moment on, instinctively and with great love, my mother self took charge of the situation. The first few months were hard work. Almost exclusively hers, with us lagging behind, waiting for the moment to help her. Which, of course, came. Over time, we had to find a balance. And I admit that I got the better part because I discovered that my inner child loved playing with my children, because there wasn't just one, but five. I think my adult self was a little stressed. I enjoyed making the children laugh and taking them to the park, and I also rode on the playground equipment and ran with them. I threw myself on the floor to help them walk, while my mother self said, “Be careful if they fall! Let them learn that way!” I replied. I was very useful at that stage, and I still am.  [fuente](https://pixabay.com/es/vectors/madre-hija-sombrilla-lluvia-mam%C3%A1-5709418/) My mother self is very loving, while my adult self did everything possible to make sure the children had everything they needed for their care. While they were young, we divided up the tasks so that they would not lack the important things, as well as attention and love. On one occasion, my daughter was playing with my eldest son while my youngest, barely a month old, was in the arms of my mother self, who was watching over the baby. My child self, watching them have fun, said nothing to them, while my adult self thought about what I had to buy: food and diapers. When I saw my daughter with a broken chin and bleeding, I was very scared, while my mother self helped her stand up as best she could and comforted her while my adult self called my husband and we went to the hospital. And we did everything, well, my other two selves did, in a matter of seconds. Great coordination. Motherhood has been a great learning experience for me. Being balanced, knowing how to solve problems, and staying calm are essential for not getting stressed and enjoying the company of my children. Now they have grown up and no longer live with me, but my child self is still there to cheer them on, to laugh together despite limitations and obstacles, and I have replaced that carefree attitude with something I have learned. Life is a gift and you have to live it with joy and never stop dreaming. That's how I help my adult self when she worries too much about what's going on outside. And also my mother self, who over the years has become the predominant one. Always accompanying my children. Listening to them. Giving them encouragement and love.  But sometimes she gets sad because our children are far away. And that's when my inner child, who I hope will never disappear from my life, cheers her up by saying, “How come you can't see them? Let's make a video call.” And between conversations, laughter, and mischief, my whole being feels good. I feel that my three selves can maintain harmony together. ***  Thank you very much for reading my contribution to this initiative by @damarysvibra : The recesses of the inner world [Link](https://hive.blog/hive-131951/@damarysvibra/los-recovecos-del-mundo-interioresp-eng) I had a lot of fun writing it. I invite my friends @katleya, @actioncats, and @maxjulisgf to participate.  Diseño de la presentación elaborado en Canva con fotografía gratis de Emma Rhamani de Corelens La traduccion al inglés la realicé en www.deepl.com