"Ese viejo oso, esa vieja herencia"
Son casi las doce de la noche. Se me va este 25 de septiembre y con él, los 128 años del nacimiento de William Faulkner. ¿Hay mejor manera de homenajearlo que haberlo releído una vez más "El Oso"?
Lo hice contrarreloj, motivado en participar en una iniciativa de mi querida amiga @yuraimatc, y ahora me tengo que sentar a escribir porque la afluencia de ideas me impedirá dormir. Mañana me espera el consultorio, un día largo con pacientes que necesitan toda mi atención. Los voy a atender con la mente un poco embotada, pero me esforzaré por "hacer la zafra y todo lo demás", como decimos en Cuba.
Como ya saben, soy psiquiatra, pero también soy un lector voraz, y la necesidad de escribir me empuja y me 'exige' tanto como mi profesión.
El primer recuerdo que tengo de este relato es la sensación de estar allí, en ese bosque, sintiendo el olor a tierra mojada, el miedo y el respeto. Faulkner te hace partícipe de sus historias. Pero lo que más me impresionó, y me sigue impresionando, es el equívoco. Comencé a leer el libro pensando en una cacería épica. Y sí, fue épica, pero no una épica loable. Es un hecho luctuoso para el cazado y para los cazadores (sobre todo para Ike).
El oso, Old Ben, más que una indomable fiera es el espíritu de lo salvaje, la personificación de un mundo que no se rinde. Su lucha no es contra los cazadores, sino contra el la devastación de las hachas y las máquinas que se tragan el bosque. Faulkner, con su talento, muestra que el más temible depredador suele ser el progreso. Y con la muerte de Old Ben, no se extingue sólo un animal, sino todo un mundo de respeto, de ética y de conexión con la tierra. Esa, para mí, es la lección más grande que me ha dado el libro y activa el peso de la conciencia por mí y por todos.
Faulkner no se queda ahí. Como si ese golpe no fuera suficiente, me arrastra por otra historia: la de Ike McCaslin. El mismo muchacho que se hace hombre en el bosque, que aprende más de la vida con Old Ben que con cualquier maestro, es el que me muestra la verdadera tragedia.
Cuando Ike se sienta frente a los libros de contabilidad de su familia y descubre que su fortuna está manchada de sangre, de avaricia, de esclavitud, yo lo comprendo totalmente porque comparto con él, el intransigente valor del decoro y la vergüenza como guía en este plano terrenal, por encima de cualquier cosa, primero el decoro y la dignidad; como Ike hubiese rechazado esa herencia como un acto de rebeldía (con causa), una forma de decir que la codicia no puede ser el móvil de la vida. Esto me obliga, y pienso que por ventura a muchos, a preguntarme: ¿cuántas de nuestras "comodidades" están construidas sobre la injusticia? ¿Cuántas veces nos hacemos los ciegos para no ver el precio real de lo que tenemos?
Faulkner fue un maestro en unir lo imposible. No te cuenta dos historias, te muestra la misma verdad desde dos ángulos diferentes. La destrucción de la naturaleza y la corrupción del alma humana son dos caras de la misma moneda. Ambas se alimentan de la misma irracionalidad.
Y aquí estoy, a punto de dormir, pensando en los pacientes que veré mañana. Con ellos, siempre hablamos del peso de la conciencia, de la importancia de enfrentar la verdad, por dura que sea. Y resulta que Faulkner me dio el mejor ejemplo. No hay sanación, no hay paz, si no te atreves a mirar a los ojos a ese oso que llevas dentro y a enfrentar la herencia, sea cual sea, que arrastras.
"El oso" no es sobre un animal. Es sobre nosotros. Y por eso, después de leerlo, te aseguro que si tu enfoque está en vislumbrar la Verdad nunca volverás a ser el mismo.
No voy a contar demasiado porque los que ya leyeron "El oso" de Faulkner comprenderán perfectamente de lo que hablo y los que no lo han hecho, ojalá lo hagan pronto porque lo considero un relato que nadie debería dejar de leer; sí es incómodo y fustiga la conciencia de todos, pero para mí este tipo de obras es exactamente lo que ahora mismo, ya 26 de septiembre y a pocas horas de amanecer, el mundo necesita leer con urgencia.
NOTA: No me dio tiempo a concluir el post para participar en la iniciativa de mi talentosa amiga @yuraimatc pero le agradezco infinitamente la inspiración para escribir ✍ y humildemente homenajear a William Faulkner; espero mis queridos amigos hivers que me den su opinión y les deseo un excelente fin de semana.
Texto de mi autoría, libre de IA.
Imágenes creadas por Gemini IA con mis sugerencias estrictas.