Saludos estimados hivers.
Quiero confesarles algo: mi relación con la poesía japonesa era, hasta hace poco, muy superficial.
Conocía de oídas los haikus, esas pinceladas poéticas que una vez se publicaron en Cuba hace años, pero mi curiosidad no había ido más allá.
Todo cambió cuando me topé con las iniciativas de mi amigo poeta @restaurador. Con sus propuestas sobre la espiritualidad nipona, logró incentivarme mucho.
Se lo agradezco inmensamente, porque, si algo me mueve, es el afán de conocer. Y ahora, con su nueva iniciativa sobre los tankas, me sentí impulsado a una "pesquisa" apasionada.
Me sumergí en sus principios, sus preceptos, y leí tankas hasta que me adentré en un "pasaje al acto" —un término que aprendí del psicoanálisis—.
Después de varios intentos, sentí que había logrado algo. Hilvané dos tankas que, intuyo, dialogan con esa tradición milenaria, pero desde mi propia voz.
Aquí se los dejo, son mi modesta propuesta para el concurso, agradeciendo de nuevo a @restaurador por hacer brotar en mí esta creatividad.
A la amiga @lacaracola, la invito a sumarse, y extiendo mi gratitud a la primaveral comunidad Green Zone por acogernos.
Ea, pues mis dos tankas, aquí les va:
Bajo un cerezo
con flores de papel
están los niños,
está el polvo y la niebla:
falta arroz en la boca.
Cae un perro
con su húmedo ladrido
sobre la tierra,
sobre él la noche oscura,
ahora todo es calma.
La publicación es de mi autoría, no empleé IA en su creación.
Las imágenes son del archivo libre de Pixabay.