Captando la atención de los educandos: Lo que descubrí hace tiempo

@ptolomeo · 2024-10-03 08:22 · Holos&Lotus

Hola gente de esta maravillosa comunidad a la que me integré hace muy poco. 😁😁😁. A continuación quiero tocar un tema que me parece supremamente importante en torno a la docencia a nivel general. Lo que aquí expresaré es solo mi personal opinión acerca de ese "algo" que considero importante, pero además quiero dejar claro que tal postura la he forjado tras muchos años de ejercicio en las aulas de clase.

Verán, resulta que como les comenté en el posteo anterior, trabajo en el noble arte de la enseñanza. También les he hecho saber que la materia que imparto es referente al área de las ciencias sociales; para ser específicos, doy clases de historia. En mis años de profesión he aprendido tantas, pero tantas, cuestiones importantes sobre la docencia, sobre la vida, y sobre el aprendizaje, que creo me resultaría imposible hablar de todo ello de un tirón en un solo posteo. Pero ya les iré platicando piano a piano al respecto en el futuro.

Verán, el asunto es que he advertido -como cualquiera de ustedes lo habrá hecho igualmente- que yacemos en tiempos donde estamos arropados de publicidad y marketing excesivo. Dicho en vulgar criollo; estamos llenos hasta los tuétanos de publicidad. Por donde quiera que asomemos el ojo -en cualquier medio virtual o impreso- estamos rodeados de propaganda excesiva. Y todo ese marketing, todo ese montón de anuncios, pertenecen a empresas que utilizan diversos medios probados para llamar efectivamente la atención del público que les interesa, hacia lo que venden.

Aunque admito que solía molestarme la publicidad por todas partes, me hizo descubrir algo con el tiempo; y fue que los modos en que las empresas convencen y explican sobre sus productos es algo que se puede utilizar en el área educativa para hacerla mejor. Al menos percibo que a mí me resultó muy útil estudiar y comprender esta manera de llegarle a la gente, porque en sus cimientos, en el núcleo esencial, lo que hacen estas empresas es educar al público que puede comprar lo que sea que venden, para que se conviertan en consumidores.

Adentrarme en estos razonamientos me encantó desde un principio, ya que desde mi entendimiento, manejar la atención de los educandos es una base esencial de todo sistema educativo efectivo.

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La atención es la materia prima

En el área educativa, los profesores, no buscamos que los estudiantes nos compren ninguna idea ni producto, pero lo que sí buscamos es la atención a lo que decimos e impartimos para una mayor comprensión de ello y un aprendizaje eficaz.

Que la atención es la materia prima en la educación, resulta de lo más obvio, pero cómo enseñar a la gente sin que sientan que le están tratando de enseñar algo es una pregunta que me asaltó por años. Y más que vislumbrar esto, se me hizo muy claro algo más; que la forma en que la educación resulta efectiva varía en relación con nuestra edad.

Y esto lo enfatizo, pues es muy real que no son lo mismo los procesos de enseñanza-aprendizaje de un adolescente, que los de un niño o un adulto. Y yo trabajo con adolescentes, lo que resulta siempre una etapa de lo más complicada en la vida de cualquier individuo -sin importar su condición social ni cualquier otra condición-.

En este entender, comencé a obsesionarme con la idea de que tenía que haber una forma de enseñanza-aprendizaje que llegase por igual a las personas independientemente de la edad que tuviesen. Y tras mucha observación en el aula de clases, y además, observación de los procesos que las empresas emplean en el marketing de sus productos, fue cuando hice un descubrimiento asombroso que siempre estuvo frente a mis narices: que las personas aprendemos mejor a través de las historias, sin importar la edad.

Las historias nos enseñan mejor

Fue cuando entendí que para aprender cualquier materia la mejor forma es a través de las historias. Contar una historia sobre algo, captura la atención de la gente, activa su imaginación y hace que su memoria y entendimiento se ponga en movimiento. En otras palabras, activa los dos hemisferios del cerebro, lo que supone la activación del lado creativo de la mano del lado lógico.

Y infinidad de gente me ha argumentado y discutido que es muy simple enseñar la materia que imparto a través de historias, porque doy clases de historia. Pero se los digo sin tapujos y sin exageraciones: sí tuviese que enseñar cualquier otra materia, me valdría del mismo modo de las historias para enseñarla.

A los estudiantes les gusta una clase donde se cuenta una historia interesante, pues siempre les resulta una delicia que les involucra de cierta manera, y que puede hacer siempre el aprendizaje más ameno, divertido y efectivo. Pero cuando he explicado esto a otros docentes, me han preguntado asombrados que cómo pueden enseñar materias prácticas -como matemáticas, física, química- valiéndose de historias.

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He tenido que explicarles -casi siempre sin éxito- que no se trata de no enseñar las fórmulas, ni los contenidos que cada materia práctica requiere impartir, sino de dar con una forma interesante de contarle al estudiante una historia que junte el conocimiento que estamos tratando de impartirle. ¿Y cómo se hace eso con matemáticas y otras materias prácticas?

Yo solo puedo hablar de lo que yo haría, pero no digo que sea la única forma de lograrlo. La mejor manera de impartir una materia práctica es, según mi entendimiento y observaciones, enseñando de dónde provino el conocimiento en cuestión, de qué persona, cuándo y dónde. De ser posible, narrando anécdotas específicas y detallando para qué sirve ese conocimiento en los aspectos prácticos de la vida.

No debería ser tan difícil de entender, pero a la mayoría de los docentes no les entra en la cabeza que impartir conocimientos sin alma a los estudiantes, solo hará que la mayoría de ellos tenga dificultad para hacerse con lo que se les trata de impartir. Incluso, por ello muchos estudiantes terminan odiando las materias que les imparten sin razón aparente.

No se puede esconder ni dejar de ver que es más fácil aprender la ley de la gravedad (o ley de la gravitación universal) si nos imaginamos a Isaac Newton a través de la anécdota -cierta o no- de cuando le cayó la manzana en la cabeza, que a que nos comiencen a hablar de las fórmulas y de los principios de la física de manera directa -especialmente si somos jóvenes y nunca hemos oído nada sobre ello-.

En mi comprensión de lo que estoy explicando, deduje en consecuencia que las historias son recursos educativos valiosos. Ello me marcó el norte, y desde entonces siempre intento enseñar a mis estudiantes a través de historias, y en mi caso, con la historia de mi país (Venezuela), se me hace mucho más fácil explicarles las batallas independentistas -y tantos otros eventos- a través de relatos que se conectan y relacionan, en vez de solo poner a mis estudiantes a leer textos que tienen que memorizar tediosamente.

En el caso de la historia -como rama de las ciencias sociales que es- es obvio que todavía es mucho más fácil enseñar valiéndonos de historias, pero se asombrarían de la cantidad de profesores que solo tratan de que los estudiantes aprendan tal materia solo memorizando -como loros- fechas y personajes; cuando en su lugar, las historias nos dan contextos, vinculación y una manera de asociar nuestro entendimiento con lo que aprendemos.

Y a ti lector, te hago esta pregunta>>> ¿Te parece que las historias son un recurso valioso para cualquier tipo de aprendizaje, o solo piensas que aplica en determinadas áreas o materias?


Gracias por leerme. Un fuerte abrazo para todos ustedes.

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