Un día soleado decidí dedicarme un tiempo para mí y fui a la montaña a relajarme y desconectarme de todo. Elegí un lugar muy especial: el Valle de las Brujas, en La Clara. Siempre me ha llamado la atención su nombre, y al llegar entendí por qué: tiene una energía mágica, misteriosa y tranquila, como si el bosque te hablara en silencio.
Me levanté a las siete de la mañana, desayuné y tomé un bus desde Caldas hasta La Clara. Desde allí comencé a caminar, y poco a poco el paisaje me fue envolviendo. El camino no está como antes; ahora hay muchos tramos pantanosos donde uno puede resbalar fácilmente, por eso recomiendo llevar un palo o bastón para apoyarse, además de suficiente agua y comida.
Durante el trayecto crucé zonas donde había vacas y perros, lo que me dio un poco de temor, pero seguí adelante. Luego, el sendero empezó a volverse más verde y húmedo, con árboles cubiertos de musgo —esas hojas pequeñas que crecen cuando hay mucha humedad— dándole al lugar un aspecto encantado, como de otro mundo.
No resistí la tentación de meter los pies en el agua varias veces; el río estaba frío, pero se sentía revitalizante. Más arriba encontré un camino cubierto completamente de vegetación, tan bonito que parecía sacado de un cuento. Dicen que más adelante hay una cascada, aunque lo ideal es ir acompañado, ya que puede haber caídas o resbalones.
Después de comer algo y disfrutar del silencio, empezó a llover, así que emprendí el regreso. El camino se volvió aún más pantanoso, pero esa mezcla de lluvia, barro y naturaleza hizo que la aventura fuera aún mejor. Por momentos caminé por el río, que se sentía más seguro, y finalmente llegué al bus de regreso a casa.
Fueron unas cinco horas de caminata, pero cada minuto valió la pena. Estar en la montaña es sentir una paz inmensa, una conexión profunda con uno mismo y con la naturaleza. Es como si el tiempo se detuviera: te olvidas del celular, del ruido, y solo existen tus pasos, tu respiración y el sonido del agua corriendo. Una experiencia única que me recordó que la verdadera tranquilidad está en esos momentos donde solo importan tu cuerpo, tu mente y el presente. 🌿
English
A Sunny Day in the Valley of the Witches. On a sunny day, I decided to take some time for myself and went to the mountains to relax and disconnect from everything. I chose a very special place: the Valley of the Witches, in La Clara. Its name had always caught my attention, and when I arrived, I understood why—it has a magical, mysterious, and peaceful energy, as if the forest were speaking to you in silence.
I got up at seven in the morning, had breakfast, and took a bus from Caldas to La Clara. From there, I started walking, and little by little the landscape began to draw me in. The trail isn’t like it used to be; now there are many muddy sections where you can easily slip, so I recommend bringing a stick or walking pole for support, along with plenty of water and food.
Along the way, I passed areas with cows and dogs, which made me a bit nervous, but I kept going. Then the path became greener and more humid, with trees covered in moss—those tiny leaves that grow when there’s a lot of moisture—giving the place an enchanted, otherworldly look.
I couldn’t resist the temptation to dip my feet in the water several times; the river was cold, but it felt refreshing. Higher up, I found a trail completely covered in vegetation, so beautiful it looked like something out of a fairy tale. They say there’s a waterfall further ahead, although it’s best to go with someone else, since there can be slips or falls.
After eating something and enjoying the silence, it started to rain, so I began the journey back. The trail became even muddier, but that mix of rain, mud, and nature made the adventure even better. At times I walked along the river—it felt safer—and eventually reached the bus that took me home.
It was about five hours of hiking, but every minute was worth it. Being in the mountains is to feel immense peace, a deep connection with yourself and with nature. It’s as if time stands still—you forget about your phone, the noise, and all that exists are your steps, your breathing, and the sound of the running water.
A unique experience that reminded me that true tranquility lies in those moments when only your body, your mind, and the present matter. 🌿
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