Hello Hivers ✨ Ya es Domingo y aquí estoy de regreso junto a ustedes 🫵
Les sigo compartiendo, gracias a la habitual gentileza que nos ofrece el 📪 de #ecency por la acogedora 💚 #greenzone 🌿 otro de los Cantos que conforman el 1er Cuaderno 📓 que aparece en mi poemario inédito 📕 BALADAS PARA CONJURAR EL DESAFECTO ojalá los motive a dejarme algún comentario ✨🫂

Sabiendo que somos el más repudiable traidor de uno mismo he de escapar, huir, ante tal sufrimiento armado no hay otra opción, no existe más pertinente posibilidad que escalar laderas, sortear los riscos con la Katana al hombro, cuidándola con todo su peso y herrumbre, evitando no tener que desenfundar tu desafecto ante la insulsa provocación enemiga.
Eso debo hacer, cruzar los valles y desiertos del poema, con la Katana a buen resguardo, con ella al hombro como arma de paz, vencer las explanadas de la palabra sin tener que desenfundarla, a no ser para contemplar íntimamente su brillo y descubrir el modo en que reluce si en silencio cantamos. Entender, la manera particular con que el rocío embellece la punta afilada que una herida mortal produciría.
Desenfundarla así y resguardarle a tiempo, evitando que la herrumbre termine amedrentando su esencia, corrompiendo su eficacia para salvar con amor. No malgastar un movimiento, no blandirla en falso, porque si ello ocurre la Katana no canta al cortar el aire. Si algo debemos disfrutar en ésta vida, es constatar cómo se escucha cuando preserva su filo. Con cada golpe, como la Katana, la palabra se mella y pierde efecto, escúchalo bien, joven poeta, ajustada a su funda, es como canta la Katana sanando tus padecimientos.
Es por esa razón que me ves con ella al hombro cruzando entre los fantasmas que asedian, como uno más de mis muertos anteriores. Con la Katana en el lugar apropiado me aproximo y me distancio, permanezco más ágil que una sombra y el viento corre detrás de mí, salivando como sabueso y por mucho que me provoque no desenfundo, quisiera oír su canto cortando el aire, pero no vuelvo el rostro y avanzo, no me convierto en la aborrecible estatua del desafecto venerado al que todos reverencian, pero la mayoría odia.
Conviene no prestar la más mínima atención a aquello que te desanima, a ninguna desalentadora palabra que esgrimen buscando que respondas. Déjalos que vociferen su rabia, que pegados a tu espalda te persigan como al sabueso que han ordenado darte caza. Y si alguna compasión se te ocurrierra, diles bajito, en un susurro apenas perceptible: -Hey, tú, presumidillo, tu tiempo ya ha pasado, yo estuve antes en el mismo lugar en que estás ahora y no estoy dispuesto a acompañarte de regreso.

Yo tú, seguiría corriendo, más ágil aún y con paso firme, dispuesto a cumplir de una vez el destino de nuestra estirpe: llegar al mar y lanzar a sus fauces la Katana del asesino que a todos, la palabra, nos condena a ser por la ilusoria idea de su encanto. La rebelión consiste en atenuar entre nosotros ése espíritu de combate que nos minimiza a bestia, en lograr dormir sin un muerto más apuntalando tu vanidad, ensombreciendo, de tu palabra, la esencia de luz que te salvaría.
Uno debe lanzar la Katana al fondo del mar, sin remordimiento, y una vez allí, el arma tendrá por fin descanso y mucho más que agradecer por preservarle: los grandes maestros, si bien le dieron vida y forma, sabían que no debería usarse para cobrar otras vidas de manera desaforada. Si al cantar te percatas que desentona o infunde temor, uno ha de terminar deshaciéndose de ella.


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