Hello, hivers!
I'd like to take this opportunity to participate in this initiative. I've been disconnected from the internet for over a month, but I'm back now.
Life, with its twists and turns, teaches us lessons that we only understand with the passage of time. At over fifty years old, after a deep disappointment I experienced here in Spain, I've realized something essential: resentment is a burden that prevents us from moving forward. It's not easy to let go, especially when the pain is great, but it's necessary if we want to continue walking freely.
A few years ago, a personal situation left its mark on me. I trusted, I was hopeful, and in the end, everything fell apart. I felt anger, frustration, and, above all, profound disappointment in someone I had cared about. For months, that resentment settled inside me like an unwelcome guest. I woke up with it, it accompanied me throughout the day, and even robbed me of sleep. I thought nursing that anger gave me strength, but in reality, it was eating me up inside.
That's when I realized the absurdity of resentment: it punishes us. It makes us prisoners waiting for a future moment when we can "pay back" for that past action... as if it would change it.
Then I understood that if I didn't let go of that burden, I would never move forward. It wasn't about forgiving just to look good. Forgiveness, in reality, is an act of intelligence, of superiority. You could see it that way. It makes us better people.
Besides, we do it to free ourselves, not to absolve the other.
I decided it was better to let go. It didn't happen overnight. That's very difficult. But it can be done little by little. I learned to accept what happened without allowing it to continue poisoning my present. I stopped dwelling on what could have been and wasn't; and I began to focus on what I could rebuild from there.
Interestingly, when the resentment went away, everything I thought I'd lost (my energy, peace of mind, clarity, etc.) returned.
Now I look back and am grateful for this situation, because it taught me something valuable: it reminded me that life is too short to live with bitterness. Disappointments hurt, and they will continue to happen as long as we live, unfortunately. And we must always remember to free ourselves from the anchor of resentment. We always know this, but in that moment, the feeling can cloud our reasoning. Don't let it define who we are. What does define us is how we get up after falling.
To those going through something similar, I would say this: don't minimize your pain, but don't give it the power to rule your lives either. Let go of resentment. Not for others, but for yourselves. It makes us better and happier people.
The future is always waiting, but to reach it, we must travel light.
Leer en español
Hola, hivers!
Quisiera aprovechar la oportunidad de participar en esta iniciativa. He estado más de un mes desconectado de la red, pero ya estoy de vuelta.
La vida, con sus vueltas y revueltas, nos enseña lecciones que solo entendemos con el paso del tiempo. A mis más de cincuenta años, después de una desilusión profunda que viví aquí en España, he comprendido algo esencial: el rencor es un lastre que nos impide avanzar. No es fácil soltarlo, sobre todo cuando el dolor es grande, pero es necesario si queremos seguir caminando con libertad.
Hace unos años, una situación personal me dejó marcado. Confié, me ilusioné y, al final, todo se derrumbó. Sentí rabia, frustración y, sobre todo, una profunda decepción hacia alguien a quien había apreciado. Durante meses, ese rencor se instaló en mi interior como un huésped incómodo. Me despertaba con él, me acompañaba durante el día y hasta me robaba el sueño. Pensaba que alimentar esa ira me daba fuerza, pero en realidad me estaba consumiendo por dentro.
Fue entonces cuando me di cuenta de lo absurdo del rencor: nos castiga a nosotros. Nos convierte en prisionero de la espera de un momento futuro en que “cobrarnos” esa acción del pasado… como si fuera a cambiarlo.
Entonces entendí que si no soltaba ese lastre, nunca avanzaría. No se trataba de perdonar por una cuestión de quedar bien. El perdón, en realidad, es un acto de inteligencia, de superioridad. Se le podría ver de esa manera. Nos hace mejores personas.
Además, lo hacemos para liberarnos, no para absolver al otro.
Decidí que era mejor dejar ir. No fue de un día para otro. Eso es muy difícil. Pero sí se puede hacer de poco a poco. Aprendí a aceptar lo ocurrido sin permitir que siguiera intoxicando mi presente. Dejé de darle vueltas a lo que pudo ser y no fue; y empecé a enfocarme en lo que podía reconstruir a partir de ahí.
Curiosamente, cuando el rencor se fue, todo aquello que creí haber perdido (mis energías, paz mental, claridad, etc), regresó.
Ahora miro atrás y agradezco esta situación, porque me enseñó algo valioso: me recordó que la vida es demasiado corta para vivirla con la amargura. Las decepciones duelen y seguirán sucediéndose mientras vivamos, desgraciadamente. Y siempre tendremos que recordar que debemos librarnos del ancla del rencor. Siempre lo sabemos, pero en ese momento, el sentimiento nos puede nublar el raciocinio. No permitan que defina quiénes somos. Lo que sí nos define, es cómo nos levantamos después de caer.
A los que están pasando por algo similar, les diría esto: no minimicen su dolor, pero tampoco le den el poder de gobernar sus vidas. Suelten el rencor. No por los demás, sino por ustedes mismos. Nos hace mejores personas y más felices.
El futuro siempre está esperando, pero para alcanzarlo hay que viajar ligeros de equipaje.