Español
Inanición intuitiva
El olor a deliciosa comida de interna por las rendijas de mi puerta. Mi olfato hechizado por aquellos olores, hipnotizantes y embriagantes, me llevan a levantarme de la cama de madera, esta hace unos ruidos traqueteantes, al apoyarme para levantarme. El sueño me ha dejado por un momento, activándose aquella necesidad imperiosa y básica de satisfacer a mi estómago.
Asomo la cabeza por la puerta de la cocina y veo todas las ollas humeando, aquel humo blanco se eleva por el aire y luego se cierne por toda la casa llegando a cada rincón, a cada resquicio lleno de recuerdos, aquellos recuerdos vividos en cierta época de mi existencia.
Desde aquel umbral mis ojos se fijan en aquella figura, pequeña, sencilla, disfrazada con el traje del hogar. Aquella devoción que va más allá del amor, de la obligación y la responsabilidad. Una abnegada mujer que se entrega sin titubear a nosotros, los hijos.
Una sonrisa de hambre va bailando por el aire, mezclándose con el olor a los alimentos recién preparados. Aquella mujer sigue con aquel deber cíclico, un deber donde el sonido seco del cuchillo choca sutilmente contra el madero, y la cebolla suelta un chasquido agudo y húmedo.
Ella sigue cortando las verduras y vegetales para añadirlos a la preparación, que yace en una olla plateada en su punto de ebullición vibrante. El olor me sigue seduciendo y en mi estado de inanición, casi, casi, me rindo ante ese poder que se apodera de todo mi ser. Ya no soy dueño de mí mismo y pierdo el dominio de los sentidos, que hace rato se rebelaron ante mi voluntad.
Trato de no hacer ruido al entrar en aquellos dominios de la reina, donde ella manda con firmeza y amor. Traspaso aquel umbral que divide la zona oscura del terrible hambre, y la zona donde la nariz por si sola es capaz de alimentarse, ante la excitante sinfonía de sabores que se producen en aquel mágico y maravilloso lugar.
Un paso a la vez, como un gato, caminando tan suave que casi voy pisando el aire. Según yo, no emito ningún sonido y como un espía me infiltró sobre la zona de peligro con una misión clara en mi mente y en el estómago, comer algo antes del almuerzo para calmar un poco al león que ha despertado y ruge furioso por ser alimentado.
Voy incursionando por aquel lugar donde la reina manda y yo solo soy un intruso que trata de conquistar el tesoro deseado. Una deliciosa papa humeante descansa sobre un plato de color amarillo apagado de plástico. El color y textura de la papa, la hacen tan sugestiva que se me hace agua la boca. Lentamente, paso mi brazo sobre la boca para secar el líquido que sale incontenible, producto de la excitación del olor y la vista.
No me detengo, mientras la reina sigue concentrada en su laboriosa misión. No me arriesgaré a que ningún sonido extra de los que están ocurriendo en aquel mágico lugar, rompa la armonía, y el movimiento de picar, reduciendo a casi átomos lo que yace bajo la hoja afilada de acero.
Estoy a centímetros, de conseguir mi éxito más anhelado en ese momento apremiante. Tomo la papa como un ladrón, con mucho sigilo y sin escrúpulos. Mi insolente movida ha tenido que pasar un precio alto, una quemadura sutil en la yema de los dedos insolentes. No calculé aquella pequeña falla y ahora trato de calmar la quemazón con pequeños soplidos.
Debo salir rápido de aquel lugar antes que la reina, se dé cuenta del intruso que ha osado robar uno de sus alimentos. Vuelvo a salir en completo silencio, mientras el cuchillo sigue sonando incansable en esa danza de corte. Llego hasta el umbral y escucho una voz, «Hijo, no te llenes mucho o no tendrás espacio para el almuerzo. Jaja».
Abro la boca en un gesto atónito. No fue un crimen perfecto y solo suelto un sonido afirmativo, luego corro avergonzado a mi zona oscura. La reina ha dejado que me lleve el botín delicioso.
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English
#### Intuitive starvation
The smell of delicious food wafts through the cracks in my door. My sense of smell is enchanted by those hypnotic and intoxicating aromas, prompting me to get out of my wooden bed, which creaks as I lean on it to stand up. Sleep has left me for a moment, activating that urgent and basic need to satisfy my stomach.
I peek my head through the kitchen door and see all the steaming pots, that white smoke rising into the air and then spreading throughout the house, reaching every corner, every nook and cranny filled with memories, those memories lived at a certain time in my existence.
From that threshold, my eyes fix on that small, simple figure, dressed in the uniform of the home. That devotion that goes beyond love, obligation, and responsibility. A selfless woman who gives herself without hesitation to us, her children.
A hungry smile dances in the air, mingling with the smell of freshly prepared food. That woman continues with that cyclical duty, a duty where the sharp sound of the knife subtly clashes against the wood, and the onion releases a sharp, moist crack.
She continues cutting the vegetables to add them to the preparation, which lies in a silver pot at its boiling point. The smell continues to seduce me, and in my state of starvation, I almost, almost surrender to that power that takes over my entire being. I am no longer in control of myself and lose mastery of my senses, which long ago rebelled against my will.
I try not to make any noise as I enter the queen's domain, where she rules with firmness and love. I cross the threshold that divides the dark zone of terrible hunger from the zone where the nose alone is capable of feeding itself, faced with the exciting symphony of flavors produced in that magical and wonderful place.
One step at a time, like a cat, walking so softly that I am almost treading on air. I make no sound, and like a spy, I infiltrate the danger zone with a clear mission in my mind and stomach: to eat something before lunch to calm the lion that has awakened and is roaring furiously to be fed.
I venture into that place where the queen rules, and I am just an intruder trying to conquer the desired treasure. A delicious steaming potato rests on a dull yellow plastic plate. The color and texture of the potato make it so appealing that my mouth waters. Slowly, I wipe my mouth with my arm to dry the liquid that flows uncontrollably, a result of the excitement of the smell and sight.
I don't stop, while the queen remains focused on her laborious mission. I won't risk any extra sound from what is happening in that magical place breaking the harmony and the chopping motion, reducing what lies under the sharp steel blade to almost atoms.
I am inches away from achieving my most desired success in that pressing moment. I take the potato like a thief, very stealthily and without scruples. My insolent move has come at a high price, a subtle burn on my insolent fingertips. I did not calculate that small flaw, and now I try to soothe the burning with small puffs of air.
I must leave that place quickly before the queen realizes that an intruder has dared to steal one of her foods. I leave again in complete silence, while the knife continues to sound tirelessly in that cutting dance. I reach the threshold and hear a voice, “Son, don't fill yourself up too much or you won't have room for lunch. Haha.”
I open my mouth in astonishment. It wasn't a perfect crime, and I just let out an affirmative sound, then run away in shame to my dark corner. The queen has let me take the delicious booty.
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Fuente de la imagen de portada:
[Fuente 1](https://pixabay.com/es/photos/exposici%C3%B3n-doble-hombre-color-2390185)
[Fuente 2](https://pixabay.com/es/photos/olla-express-olla-de-presi%C3%B3n-7116220)
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