Supersticiones (Superstitions) [ES/EN]

«Lili, no abras el paraguas dentro de la casa. Deja eso». Taty instaba a su amiga. «Taty, por favor deja de ser tan supersticiosa, por favor. Mira como abro el paraguas y no pasa nada». Lili accionaba el paraguas y empezaba a desfilar por la sala. «Noooo, cómo puedes hacer eso, traerás la mala suerte a este hogar. Afuera con ese paraguas, por favor». Taty se tomaba el rostro y sudaba profusamente. «Cálmate, amiga. Quería demostrarte que no pasa nada si abro el paraguas dentro de la casa. Debes dejar de creer en esas boberías, amiga». Lili cerraba el paraguas para evitar que a su amiga le diera un ataque de ansiedad. «Taty, debes entender que una situación y objeto no se relacionan en nada». «Amiga, tú no entiendes». Taty abrazaba a su amiga. «Mira, vamos a hacer todas las cosas que supuestamente traen la mala suerte y de una vez por todas te quitarás ese miedo sin sentido». Lili tomaba de las manos a su amiga. «¿Tú crees que no pasará nada malo?». Taty miraba a su amiga expectante. «Debes quitarte esos bichos de la cabeza, te aseguro que nada malo te sucederá. Ya lo varas, amiga. Lo peor que puede pasar es que te cases. Jaja». «Ay, amiga, no puedes ponerte sería, aunque tu vida dependiera de eso. Jaja». Las amigas quedaron en hacer el experimento. A la mañana siguiente, Taty y Lili hicieron un listado de todas las cosas que iban a probar. «Muy bien, amiga. Vamos a empezar con pasar por debajo de una escalera, ¿estás de acuerdo?». «No sé amiga. Mejor desistamos. No llamemos a la mala suerte». «No seas tonta, amiga. Solo son supersticiones sin fundamento científico, todo está en la mente». Lili tomaba de la mano a su amiga y corrían hacia la escalera que estaba frente a ellas. «¡Amiga, noooo, espera un momento!». Taty gritaba desesperada y el sudor helado recorría su frente. Cerró los ojos y empezó a orar por su bienestar. «Abre los ojos amiga, ya terminó todo. Jaja». Lili sacudía a su amiga. «Ay, Dios, sentí que todo se me venía encima. El corazón me late como corcel desbocado». Taty trataba de recuperar el aliento. «Amiga, viste que no pasó nada. Seguimos sanas y salvas». Lili tomaba de los hombros a Taty. «Ahora vamos a seguir desechando supersticiones. Jaja». «No, no, no, ya es suficiente. Te creo, te creo». Taty seguía respirando agitada. «Nada de eso, el día esta largo y tenemos que hacer muchas cosas». Lili tomaba a su amiga de la mano. Las dos mujeres corrían por la calle bajo el sol abrazador del día. Entraron a un restaurante y pudieron algo de tomar, Lili tomó un salero de la mesa y lo vació en la mesa, ante la mirada atónita de Taty. Salieron de restaurante y fueron comprar un pequeño espejo, Lili lo tiró a la calle y este se rompió en mil pedazos. Tatyse tapaba los ojos y seguía rogando a su amiga para que dejara de llamar a la mala suerte. Lili siguió probando supersticiones, una tras otra demostrando a su amiga, que no pasaba nada. Después de un largo día y mientras caía la noche, las mujeres caminaban con letargo, comiendo un helado refrescante para calmar un poco el infernal calor, que estaba bajando por el ocaso del día. «¿Qué te pareció nuestro experimento, amiga?». Lili mostraba una gran sonrisa. «Bueno al parecer no pasó nada grave, ni hubo calamidades. Creo que tienes razón, Lili». Taty abrazaba a su amiga. «Jaja. Te lo dije, señorita. Tu miedo era injustificado. Ahora puedes vivir tranquila, sin la bobería de las supersticiones». Lili tomaba a su amiga de la mano y se iban corriendo. El cabello de las dos mujeres se movía ante la suave brisa de la tarde noche. Taty sonreía mientras sacudía la cabeza en forma afirmativa. En ese momento, un gato negro aparecía de imprevisto. Lili miraba al animal y este de quedó mirando a las dos mujeres. Sus ojos verdes reflejaban a las mujeres, quienes se detenían de ipso facto. Taty temerosa decía. «Mira, Lili, un gato negro se cruzó en nuestro camino. Eso es de mala suerte». «Taty, ¿acaso este día no te enseñó nada?». Lili blanqueaba los ojos. «Ese adorable gatito no puede ser portador de mala suerte». La chica mostraba una gran sonrisa y se acercaba al minino. Se colocaba de cuclillas y acariciaba al gatito, mientras le decía frases cariñosas. El gato negro parecía no inmutarse, hasta que un trueno retumbó en el firmamento. El minino gruñó a Lili, para luego morderla en la mano. La mujer gritó de dolor e inmediatamente cayó al suelo de espaldas, y el gato desaparecía en la oscuridad. Un rayo cayó después del estruendoso trueno, y una terrible lluvia se desató sobre la ciudad, haciendo que las calles se convirtieran en ríos, en tanto la mano de Lili vertía mucha sangre. Taty corría hacia donde estaba su amiga y la ayudaba a pararse. «Amiga, esa herida no se ve bien. Vamos a un hospital a que te curen». Las mujeres corrían por las calles inundadas, buscando un hospital cercano, mientras el agua había hecho desastres en la ciudad y todo se volvió un caos, con la gente que iba y venía tratando de buscar un lugar donde resguardarse. Las chicas finalmente encontraron un hospital, Taty ayudaba a su amiga a entrar al lugar. Después de varios exámenes de rutina los médicos encontraron que Lili estaba infectada con rabia, así que procedieron de urgencia a aplicarle el tratamiento. Después de que todo pasó, Taty miraba a su amiga con una sonrisa de te lo dije. «Ya sé lo que vas a decir. Mejor cállate». Lili ponía los ojos en blanco. «Jaja. No dije nada, amiga». Taty reía sin parar. En ese momento, el maullido de un gato invadió el hospital. Taty corrió hacia la cama a resguardarse y ambas se taparon con la cobija.  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