La sensación es indescriptible, una mezcla de familiaridad y redescubrimiento que me llena de energía positiva. Después de un tiempo, he vuelto a calzarme los tenis para trotar, y en esta ocasión, la experiencia ha sido inmensamente gratificante al compartirla con mi increíble grupo de compañeros de HiveRun.
El destino elegido, un lugar que conozco simplemente como "El Parque del Este", resultó ser una ruta nueva y fascinante para mí, que superó todas mis expectativas y me dejó con unas ganas inmensas de volver.
El nombre oficial quizás sea Parque Generalísimo Francisco de Miranda, o Parque Miranda, como muchos lo llaman ahora, pero para mí, es ese pulmón vegetal de Caracas donde el asfalto y la rutina se desvanecen ante la exuberancia de la naturaleza. Y es precisamente en este oasis urbano donde tuvimos nuestra cita mañanera. Si bien ya hemos compartido kilómetros en otras ocasiones, correr en este entorno, con sus amplios senderos, el verde intenso de su vegetación, sus lagos y esa sensación de estar por momentos fuera de la vorágine de la ciudad, fue sencillamente revitalizante.
La experiencia de trotar con la comunidad de HiveRun es mucho más que sumar kilómetros; es un ritual de conexión. Mientras las piernas se movían al ritmo del esfuerzo, las palabras fluían con la misma facilidad. Compartimos opiniones sobre la vida en general, intercambiamos anécdotas de la semana y, por supuesto, rememoramos con entusiasmo la adrenalina y las emociones que vivimos hace apenas una semana en el tan esperado Caracas Rock. Es fascinante cómo un evento de esa magnitud se convierte en un nexo, un recuerdo compartido que nos une y nos motiva a seguir adelante. Hablar sobre cómo cada uno enfrentó la ruta, las estrategias, los momentos de flaqueza y la euforia de cruzar la meta, le da un matiz especial a cada zancada.
El ambiente era inmejorable. El parque, con su diseño paisajístico de Burle Marx, ofrecía un escenario perfecto: la pista de trote bien marcada, la sombra de los árboles que aliviaba el sol de la mañana y la compañía de mis amistades, que siempre aportan esa dosis de motivación y buen humor que transforma el ejercicio en un placer. Fue una jornada fenomenal, donde cada uno pudo avanzar a su propio ritmo, pero siempre sintiendo el apoyo y la energía del grupo. Como he venido comentando últimamente, estoy en una fase de mi vida donde estoy adoptando rutinas más saludables que van más allá del beneficio físico. Este tipo de encuentros, estas mañanas de trote y conversación, son un verdadero alimento para el alma y el espíritu. Me dan esa paz mental que se complementa con el innegable beneficio de la fortaleza física que se va ganando con cada sesión. El bienestar es integral, y al juntar el ejercicio con el contacto social positivo y un entorno natural tan bello, el resultado es una recarga de energía completa. La ruta, de aproximadamente 2.5 a 3 kilómetros por vuelta, nos permitió hacer varios circuitos, explorando las diferentes áreas del parque sin caer en la monotonía. Pude apreciar detalles que antes había pasado por alto, desde el majestuoso Buque Leander, hasta la calma de los lagos. Es un lugar que respira historia, naturaleza y, sobre todo, vida. Ahora, al mirar las fotografías de ese día, revivo la satisfacción de la meta alcanzada, la sonrisa cómplice de mis compañeros, y la belleza de ese rincón caraqueño. La ruta la registre vía strava, aquí el registro: Strava
Disfruten de estas instantáneas tanto como yo disfruté de tan excelente compañía y de tan bello lugar para trotar. Ha sido un retorno al trote en las mejores condiciones posibles, y estoy seguro de que este solo es el inicio de muchas más carreras en este y otros hermosos parajes con mi gran familia de HiveRun. La salud es un camino, y qué mejor manera de recorrerlo que con pasos firmes, buena vibra y la mejor compañía.
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