Sucedió, me sucedió, fue un día cualquiera en una tarde imposible, venía de la escuela y ese carro se detuvo. yo era un niño, fui un niño, me agarró… me tapó el rostro, me dejó sin aliento, me llevó del miedo y la lengua desapareció eterna.
Tuve que callarme para siempre. Es un miedo que regresa por las noches más oscuras. Su rostro aparece en las sombras y ha vuelto una y otra vez a golpearme, a quitarme mi ropa de niño, a dejarme sin zapatos.
SIN ZAPATOS Hay lugares que no se olvidan, oscuridad aterradora y secreta de mi niñez, cientos de luciérnagas iluminando mi vergüenza, hormigas devorando mi rostro, pisadas fétidas huyendo de mí. La noche cantaba indiferente a mi dolor, las estrellas danzaban, me protegían, no había camino para regresar a casa, desde ese momento, me perdí. Carretera desconocida, guíame, por favor, estoy sucio, desorientado, abandoné mi nombre, en el fondo de un barranco, soy solo un niño, que se ha quedado sin sus zapatos. Hay lugares que no se olvidan, pestilente tiniebla sin rostro, uñas destrozando mis lunares, lengua de perro, voces de odio. Hay días que recuerdo exactamente... cómo se veía el firmamento, la luz de la luna, hacía paso entre los árboles, regalándome su belleza, para que pudiera salvarme. He pasado toda mi vida, sembrando tulipanes, regándolos con aquella luz de luna, transformando mi dolor, en arte. Me siento tan orgulloso de mi jardín, mis plantas están dando buenos frutos, danzan y cantan al ritmo del viento, para que los niños perdidos del tiempo, regresen a casa, guiados por el perfume de las letras, emanadas del corazón de aquel chiquillo, que perdió para siempre, sus zapatos. Hay lugares que no se olvidan, oscuros, inesperados, mágicos, penetrado por la luz de la luna, entre las candilejas, del escenario. Carretera desconocida, gracias por haberme llevado, al mundo de los aplausos. RUBÉN DARÍO GIL Sin zapatos.
Para todos los chamos abusados que viven en las sombras.  