Pequeños actos de una mente optimista | Small acts of an optimistic mind

Hola, amigos, espero que se encuentren muy bien. En esta oportunidad voy a participar en la iniciativa “La magia de un cerebro optimista”, de nuestra amiga @neuropoeta. En su post, ella nos explica sobre las bases neurológicas que tiene el optimismo y, a su vez, nos comparte dos acciones que nos permitirán entrenar nuestro cerebro para ser más positivos, un aporte realmente maravilloso. Además, nos invita a responder algunas preguntas (aunque no es obligatorio responderlas todas), que nos permitirán reflexionar sobre lo optimistas que somos.

La primera pregunta de esta iniciativa, es si me considero optimista y actualmente puedo decir que sí, pero manteniendo un equilibrio. Yo anteriormente era una persona bastante pesimista, para mí era fácil ver lo malo de todo, y aunque en algunas ocasiones eso me ayudó, ese tipo de pensamientos era demasiado agotador y para nada sano. Solía estar casi siempre muy malhumorada y todo me fastidiaba. Cuando comencé a estudiar para aumentar mi autoestima, aprendí que eso no estaba bien ni física ni emocionalmente.

Las emociones negativas están ligadas a enfermedades y daños a algún órgano del cuerpo, por eso me di la tarea de cambiar mi forma de ver la vida. No fue fácil, porque está bien ser optimista, pero todo en exceso es malo, así que tuve que aprender a medirme a través de la prueba y error. Cuando voy a hacer algo, cualquier cosa (sobre todo si es importante), me gusta estar preparada para cualquier eventualidad o para algunas de ellas. Voy con mentalidad de éxito, pero con un plan b, c y d. Eso a mí me ha funcionado hasta ahora porque siempre ocurre algo. Esto ha hecho que algunos me etiqueten como pesimista, aunque yo prefiero decir que soy realista.

Esto me hizo recordar un caso. Un día, mi hermana y yo fuimos a visitar a un amigo, y mientras charlábamos, él nos contó que estaba trabajando por internet y ganaba en criptomonedas, pero como no tenía conocimiento, un amigo le hacía todo el proceso y le transfería a su banco nacional. Yo le pregunté si había intentado aprender de su amigo para hacerlo solo, ya que no se puede confiar en todo el mundo (también porque las cuentas no me cuadraban). Su madre y él se enojaron mucho y me dieron una charla sobre lo malo que era ser tan pesimista. A los días me enteré de que su amigo le quitaba casi la mitad de su dinero.

Otra de las preguntas era cómo mantengo el ánimo en alto día a día, pues alejándome de los pensamientos negativos sobre mí, buscando soluciones en lugar de quejarme (no me gustan las quejas), haciendo algo que me haga feliz (leo novelas) y ser agradecida hasta con lo malo que me ocurra. También ver el lado positivo de lo malo, no estresarme por cosas innecesarias y reírme incluso cuando las cosas no salen del todo bien, como en la foto de arriba. Ese día comenzó a llover mucho cuando salíamos de una tienda de ropa, así que le pedimos a los trabajadores que nos regalaran una caja para usarla como paraguas. Todos en la calle nos veían raro y se reían, y nosotras también porque era gracioso.

Hello, friends, I hope you are all doing well. This time, I am going to participate in the initiative “The magic of an optimistic brain” by our friend @neuropoeta. In her post, she explains the neurological basis of optimism and shares two actions that will allow us to train our brains to be more positive, which is a truly wonderful contribution. She also invites us to answer some questions (although it is not mandatory to answer all of them), which will allow us to reflect on how optimistic we are.

The first question in this initiative is whether I consider myself an optimist, and I can currently say that I am, but I maintain a balance. I used to be quite a pessimistic person; it was easy for me to see the bad in everything, and although that helped me on some occasions, that kind of thinking was too exhausting and not at all healthy. I used to be almost always in a bad mood, and everything annoyed me. When I started studying to increase my self-esteem, I learned that this was not good for me, either physically or emotionally.

Negative emotions are linked to illness and damage to certain organs in the body, so I set myself the task of changing my outlook on life. It wasn't easy, because it's good to be optimistic, but everything in excess is bad, so I had to learn to pace myself through trial and error. When I'm going to do something, anything (especially if it's important), I like to be prepared for any eventuality, or at least some of them. I go in with a mindset for success, but with a plan B, C, and D. That has worked for me so far because something always happens. This has led some to label me as pessimistic, although I prefer to say that I am realistic.

This reminded me of a case. One day, my sister and I went to visit a friend, and while we were chatting, he told us that he was working online and earning cryptocurrency, but since he didn't know how to do it, a friend did the whole process for him and transferred the money to his national bank. I asked him if he had tried to learn from his friend so he could do it himself, since you can't trust everyone (also because the accounts didn't add up). His mother and he got very angry and lectured me about how bad it was to be so pessimistic. A few days later, I found out that his friend was taking almost half of his money.

Another question was how I keep my spirits up every day, by distancing myself from negative thoughts about myself, looking for solutions instead of complaining (I don't like complaining), doing something that makes me happy (I read novels), and being grateful even for the bad things that happen to me. I also try to see the positive side of the negative, not stress about unnecessary things, and laugh even when things don't go quite right, as in the photo above. That day, it started raining heavily as we were leaving a clothing store, so we asked the workers to give us a box to use as an umbrella. Everyone on the street looked at us strangely and laughed, and we laughed too because it was funny.