El aire me hace falta, estoy desvaneciendo.
Tu adiós me dejo sin ganas de continuar. Llevo días sin maquillarme y mi semblante no luce bien.
Ni siquiera puedo escuchar aquella canción que una noche te dediqué pues la simple melodía apuñala mi corazón.
Respiro por costumbre, porque algo dentro de mí murió con tu despedida.
La noche parece interminable, el llanto parece que jamás se agotará y las ganas de alcanzarte se acrecientan.
Cierro los ojos con intención de verte, te imagino y vuelvo a abrazarte, vuelvo a respirarte.
La realidad me sacude de golpe, pues ya no estas, ya te has ido.
Mis manos necesitan sentir de nuevo tu piel, necesito volver a escuchar tu voz.
Cada minuto sin ti es una daga clavándose en mi pecho.
Ya no hay sol.
Ya no hay luz.
Ya no estas.
Dicen que la vida tiene que seguir, que la vida continua. ¿Cómo les digo que tú eras mi vida? Esa razón que me mantenía fuerte.
Me duele el alma y no hay medicina que me haga sentir mejor.
Abajo de mi cama todavía están tus zapatos. No he podido tomarlos pues no tengo el valor para buscarles otro lugar.
Adentro de mi pecho habita el miedo de perderme sin tus manos.
La nostalgia es mi compañía en este viaje, en este viaje que hago sin ti.
No quiero olvidarte, pero tampoco quiero seguir muriendo. Ojalá mañana ya no me duelas tanto porque no sé si podré resistir. No sé si podré soportar un día más sin ti.