Mi cuerpo vibra como una vara de mimbre ante el contacto de tu cuerpo.
Cierro mis ojos sintiendo las dulces caricias de tus dedos que me producen cosquilleos mientras suben y bajan por mi espalda como una pluma que me estremece.
Siento los latidos fuertes de mi corazón, ante la alegría que le produce el hecho de tener un nuevo amanecer entre tus brazos que me aprisionan, me protegen y hacen soñar que el mundo se inclina ante la fuerza de nuestros deseos.
Pegada a tu pecho, sintiendo tu aroma, tus suspiros, mis quejidos... veo luces de mil colores, como relampagueos que rompen los segundos y me hacen sentir indescriptibles emociones que me trasladan a un mundo feliz.
Siento ese amor que me brindas como un oleaje maravilloso de encarnados besos. Besos que solo dicen aquí estoy, aquí estoy para ti, soy ese ángel que te rescató de las fauces de la tristeza y estoy aquí para brindarte el amor más puro que conozcas.
Lléname amado mío de ese vigor, de esa pasión, de la esperanza que me has traído, de esas palabras mágicas que tienen la esencia y fuerza de los millones de soles que existen en el universo.
¡Soy toda tuya!¡Aquí me tienes! Entregada al embrujo de tu amor, a las promesas que vas dejando en cada poro de mi cuerpo, por medio de la pasión que hace de nuestras corporeidades fantasmas capaces de trasportarse al más inhóspito lugar de la galaxia.
Seguiré junto a ti, así, así por siempre, `porque contigo he aprendido que no existe el pasado porque el presente es la única nave que nos llevará al futuro y esa nave eres tú.
Soy toda tuya, en cuerpo, espíritu y alma y juntos conoceremos la eternidad que existe más allá de la piel y los cuerpos.