Ella iba de un lugar a otro de la clase, contoneando su cuerpo donde un Ferrari nunca podría alcanzar su velocidad máxima debido a las numerosas curvas.
Pasaba de mesa en mesa, la gente intentaba mantener cara de póker, hasta que para decepción de la mayoría y con miradas rápidas fue vislumbrando uno a uno quien iba de farol con la consecuente receta para los padres, al igual que todo buen médico esperaba que se curara nuestra dolencia que para desconocimiento suyo, vendría hacia nosotros en forma de ostia o peor aún, hacia nuestro ser más querido, nuestra consola.
Al fin, se acercó a mí, nuestras miradas se cruzaron, durante un breve periodo de tiempo saltaron chispas dentro de mi cabeza y para cuando nos encontramos frente a frente a mí me parecía oler a palomitas quemadas. - ¿La tarea? - me dijo en un tono amable. - Correctamente redactada y perfectamente resumida pero me la he dejado en casa - declaré con toda la seriedad que me fue posible. - Siempre tienes alguna excusa aunque generalmente te las curras más, ¿Se te han acabado las mascotas hambrientas? - Mi pequeño zoológico no se ha inmiscuido esta vez en mis asuntos - indique con una sonrisa. - Ya veo, te pondría otra nota en la agenda pero de seguro que ya no quedan espacios - susurro con una mueca de duda, añadió - Después de clase, vas a tener el placer de quedarte aquí conmigo con los deberes de refuerzo que voy a ponerte.
- Profesora, creo que eso es excesivo, si echo a correr ahora hacia mi casa creo que en un par de horas podría traerlos si esprinto en las líneas rectas y no me atropella ningún coche.
Deseaba quedarme con ella a solas, poder gozar de ese monumento solo para mí, traspasarlo con la mirada como quien tiene un cuenco gigante de helado y no sabe si abrirse paso corriendo con la cuchara o simplemente sumergir la cabeza y disfrutar hasta asfixiarse. Pero como cualquiera sabrá, abrazar un castigo de buena manera dependiendo de los ojos que vean la acción puede acarrearte desde ser llamado empollón hasta que te hundan la cabeza en el retrete. - Esta vez no te escapas -dijo y tan rápido como vino se fue a seguir masacrando agendas.