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En ocasiones, ¿no te has sentido en la contradicción de si perdonar o no perdonar a una persona? Alguien que ha traicionado tu confianza, alguien que te ha maltratado, que te ha hecho sufrir, alguien que ha rasgado tu alma y te ha dejado en el piso.
En esta vida son tantos los golpes que recibimos de las personas que más amamos que, por el daño ocasionado a nuestros corazones, se nos hace tan difícil perdonar y muchos creemos que es hasta imposible. El dolor, el sufrimiento y las heridas acumuladas van transformando nuestros sentimientos y tallando nuestros corazones, hasta llegar al punto de no querer volver a amar o acercarnos a nadie. Nos cerramos al mundo, a las experiencias y dejamos de vivir.
Pero, como seres humanos que somos, ¿te has puesto a pensar que ninguno de nosotros es perfecto y, así como recibimos daño, también lo ocasionamos? Quizás sabes de lo que hablo. Y si, si eres una persona arrepentida de tus actos, el perdón es la meta que buscamos para sanar. Aun así, pienso, ¿por qué perdonar se hace tan difícil? ¿Por qué en las situaciones más dolorosas no somos capaces de levantarnos y perdonar a aquellos que nos hirieron?
En mis meditaciones a solas con Dios me pude percatar de que, si bien es bueno perdonar, en muchas ocasiones pensamos que lo hacemos para que la otra persona se sienta bien. Pero, en mi experiencia, perdonar nos hace capaces de sanar esas heridas que tenemos. La ira, la rabia, la malicia y el deseo de venganza desaparecen. En la Biblia, Dios nos muestra cómo perdonar es un acto de amor profundo por el prójimo. Al no ser perfectos, todos nos equivocamos y cometemos actos injustos con nuestro prójimo. Dios dice que seamos humildes y tengamos compasión unos con otros, que nos perdonemos unos a otros así como Cristo nos perdonó. Pablo incluso le pregunta a Dios: "¿Cuántas veces debo perdonar a mi hermano o hermana que peca contra mí? ¿Hasta siete veces?". Dios le responde: "Te digo, no siete veces, sino setenta veces siete". No quiero decir con esto que vuelvas a ser con esa persona de la misma forma, sí creo que deben establecerse límites. Pero te sentirás bien cuando puedas perdonar y no dejar que las malas decisiones y los actos de los demás hacia ti tengan control sobre ti. Tú eres dueño o dueña de tu vida, por lo que tú eres quien decide qué te afecta o qué no te afecta.
Lección de vida: si alguien te hizo daño, sé capaz de perdonar para que puedas sanar y seguir adelante. No te quedes estancado o estancada en esa historia que, a la larga, si no eres capaz de perdonar, te va a seguir afectando. Vivir en armonía unos con otros es lo mejor que puedes hacer en este día.
Con cariño, Carlos