
La jornada comenzó temprano con mi entrenamiento de 4 kilómetros. Hoy tuve una compañía muy especial: mi sobrino, quien decidió unirse a la aventura sobre su patineta. Fue una mezcla divertida y un poco caótica; mientras yo mantenía mi ritmo de carrera, él surcaba el pavimento a mi lado, llenando el aire de energía juvenil. A mitad de camino, la ley de la física hizo de las suyas: un pequeño tropiezo y ¡zas!, mi sobrino se cayó de la patineta. Afortunadamente, no fue nada serio, solo un susto y alguna rodilla raspada que curamos con ánimos y una promesa de helado. Ver su resiliencia fue inspirador, incluso tras el percance. Tras terminar el recorrido con mi pequeño compañero de ruta, nos dirigímos directamente a la sesión de Funcionales Full Body. En este caso solo se quedo a observarme. El cambio de ritmo fue drástico; pasé de la carrera al esfuerzo concentrado, enfocándome en sentadillas, burpees y trabajo de core. Cada levantamiento se sintió como una recompensa por haber completado los kilómetros iniciales. Fue una sesión intensa, pero esa sensación de agotamiento satisfactorio al terminar es justo lo que buscaba. ¡Día completado con esfuerzo y corazón! Superando metas con dedicación y esfuerzo, vamos por mas. Con alegría y motivación al 1000%
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