Vivo en un pequeño pueblo del estado Sucre llamado Carúpano, en el que el mar profundo es testigo de nuestras caminatas matutinas, de nuestras citas de amor y también es nuestro confesor cuando alguna pena nos aqueja. En estos días, fui a caminar a una zona que se llama "El Boquete". Su nombre se debe a que hay una gran roca que el mar, con su incesante oleaje, le ha abierto un hueco.
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Todas las mañanas camino desde mi casa al "Boquete" y luego realizo el mismo recorrido de vuelta. Pero el jueves decidí acercarme más al mar, pues necesitaba oxigenarme de un modo distinto. Es decir, sentir la brisa marina y escuchar cómo las olas golpean las rocas que han puesto a su alrededor para evitar que el mar llegue a la avenida. Además, aproveché de tomar unas fotos, que a continuación les comparto:
El sol anunciaba que tendríamos un día caluroso. Los pescadores ya estaban en sus botes de pesca, y también los pescadores de orilla se ocupaban de realizar la labor de lanzar el anzuelo para atrapar la comida para la casa:
El oleaje incesante ha ido erosionando poco a poco el cerro. De manera que quien subestima la fuerza sutil del agua comete un grave error:
Me gustó mucho esta vista del pueblo de Carúpano. Los azules del mar y del cielo contrastan con el verde de los cerros que están alrededor:
Luego de tomar las fotos a la naturaleza, aproveché para hacerme una selfie, teniendo como fondo el azul del cielo: