Día 8: “30 días de poesía” / Antonia Palacios y Ida Gramcko
¡Hola, Hive! Soy @spavan697, y aquí estoy con el Día 8 de mi reto “30 días de poesía”, un desafío personal para retomar la poesía. Este reto, que publico los lunes, miércoles y viernes durante un mes (plan original, pero las dificultades del día a día no me lo han permitido; espero poder retomar el reto con normalidad para la semana que viene), es mi manera de construir un hábito de lectura, redescubrir poemas que alguna vez leí y conocer poetas nuevos. En el Día 1, Bécquer destacó la poesía como un encuentro íntimo; en el Día 2, Nervo me habló de la paz; en el Día 3, con Pizarnik exploré la soledad; en el Día 4, con Cadenas abordé la derrota; en el Día 5, Paz, Pantin y Cadenas me llevaron a reflexionar sobre el tiempo, la identidad y el poder de las palabras; en el Día 6, Montejo me conectó con la tierra y el cuerpo como recipientes del tiempo; y en el Día 7, Vestrini me llevó a la soledad como un paisaje deshabitado. Disculpen la ausencia el lunes pasado por motivos personales, pero hoy me reivindico con un post especial que combina dos poetas venezolanas que no hemos explorado: Antonia Palacios con un poema sin nombres del poemarío ” Largo viento de memorias” e Ida Gramcko con “Voz”.
Yo descubrí a estas dos poetas por la boca de otros compañeros lectores y por algunos profesores de la carrera. Realmente nunca he profundizado en sus trabajos, así como tampoco sé mucho de ellas. De la que más he tenido oportunidad de leer ha sido Antonia Palacio. Por eso las he incluido en la lista, porque son poetas que me llamaron a atención, pero por descuidos míos nunca me dedique a investigar sobre sus obras. Ahora me gustaría retomarlas.
Estos poemas, cada uno a su manera, me han hecho reflexionar sobre el deseo y la cercanía que a veces sentimos sin tocar. Estoy emocionado de compartir esta experiencia con la comunidad de Hive y aprender de sus comentarios. ¿Qué poema te ha hecho sentir un deseo que no explica o una presencia que parece estar al alcance? ¡Cuéntame mientras sigo este camino!
Poema de Antonia Palacios Me quema la palabra, me hace llama. Me quema y no alumbra, me hace herida. Quemadura honda, no mana sangre. Me quema desde su oscuro pliegue. Se esconde la palabra, se hace hermética. Quiero arrancar la máscara ¡tantas máscaras! dejarla toda al desnudo. Saber de sus espumas cuando asoma en gran respiro. Se fuga la palabra. Persiguiéndola sin tregua se me escapa la vida.
(De Largo viento de memorias, 1989)
Este es un poema de mucha hondura poética. Sobre todo, porque remite al origen de la palabra. Y deja una impresión de estar buscando algo imposible de encontrar. De alguna manera eso pasa al poeta con la palabra. Mientras más se busca la palabra, que quema sin dejar huellas, más difícil es de encontrar. La voz poética presenta la quemadura como algo que actúa como un signo de carencia interna, y que arde como el fuego sin serlo, por lo tanto, se presenta como un suceso interno, propio e ineludible. Sin embargo, esa búsqueda interna termina siendo una especie de encierro, el descubrimiento del uso de máscaras, capaz: oscuros pliegue, hermética. La voz poética no solo habla de la herida interna, sino del deseo vivo y profundo de describir todo hasta “dejarla toda al desnudo”., “arrancar la máscara”, quedarse con eso que realmente importa, lo verdadero, lo único. Pero al final, esta lucha queda intacta y así para el tiempo: “sin tregua se me escapa la vida”.
Me parece que el poema es un reflejo de la vida del poeta, como oficio, de aquella persona que vive de la palabra. Que representa la búsqueda constante del significado más puro de las cosas, pero que al final no logra conseguirlo. Es una forma interesante de reflejar la herida poética, diría yo. ¿Qué piensas tú?
“Voz” – Ida Gramcko Hay alguien que llama desde remotas cimas, hay una voz profunda que me pide estar cerca. Los aires se arremansan en corrientes continuas hasta fundir los ecos en la dormida piedra. El camino es un paso que dio el gigante mundo con sus botas de angustia, pensativas y negras; era un viajero entonces, desamparado y rudo, y con su andar de nave fue duplicando huellas. A veces tengo alas. Los cabellos furtivos se fugan entre ratos de las furias del viento, las manos, como arañas, van tejiendo en sus giros una red infinita de locura y de ensueño. ¡Llegaré hasta la cumbre! Tendré todas las flores azules y mojadas que habitan en las cuevas, y habrá un concierto claro de pájaros y voces en la garganta virgen de la desnuda tierra. Hay alguien que me llama desde remotas cimas y voy tras su llamado como la humilde sierva: manos y pies descalzos…entre luces y vidas, hasta la voz profunda que me pide estar cerca.
“Voz” es un poema que dejó una serena calma. Desde mi propio punto de vista, el poema habla del llamado de la palabra hacia el poeta. La imagen de la voz profunda desde las cimas se me quedó grabada, como si el poema capturara un anhelo que nos mueve sin explicación. La imagen de la voz está establecida, dentro del poema, como un signo de anhelo distante, un índice de una llamada que impulsa el movimiento hacia lo elevado. La oposición entre cimas remotas y el camino de botas de angustia crea un código de aspiración versus realidad, donde los aires y ecos simbolizan la fusión de lo intangible con lo sólido. La repetición de la llamada actúa como un eco que refuerza la determinación, mientras que las alas y las manos como arañas evocan un teje de sueño y locura. La voz poética presenta estos signos para evocar un viaje espiritual, la donde la humildad de la sierva y la cumbre florida representan una tensión entre lo terrenal y lo ideal, invitando a leer el poema como un retrato de la búsqueda humana por conexión.
Desde mi perspectiva, el poeta capta una llamada, porque no todo el mundo escucha esa llamada a ser poeta, o a ser escritor. E trabajo del escritor puede reflejar un viaje entre lo terrenal y lo espiritual. Ser escritor, poeta, puede significar esa búsqueda entre lo inalcanzable, que está en un espacio intermedio, entre lo real y los sueños. Es un poema que deja mucho. Sin embargo, para mí, es un poema que hay que leer para interpretar poco, porque sus imágenes son contundentes, y dejan una armonía en el lector.
¿Qué poema te ha hecho sentir un deseo que no explica o una presencia que parece estar al alcance? ¿Alguna vez un verso te ha mostrado una cercanía que no puedes tocar? Dejo los comentarios abiertos para que compartan sus experiencias y me acompañen en este reto.