Día 9: “30 días de poesía” / Luz Machado – Ruego a la poesía

@spavan697 · 2025-09-29 23:00 · Literatos

Día 9: “30 días de poesía” / Luz Machado – Ruego a la poesía

Luz Machado

¡Hola, Hive! Soy @spavan697, y aquí estoy con el Día 9 de mi reto “30 días de poesía”, un desafío personal para retomar la poesía. Este reto, que publico los lunes, miércoles y viernes durante un mes (aquí estoy tratando de publicar a tiempo), es mi manera de construir un hábito de lectura, redescubrir poemas que alguna vez leí y conocer poetas nuevos. En el Día 1, Bécquer destacó la poesía como un encuentro íntimo; en el Día 2, Nervo me habló de la paz; en el Día 3, con Pizarnik exploré la soledad; en el Día 4, con Cadenas abordé la derrota; en el Día 5, Paz, Pantin y Cadenas me llevaron a reflexionar sobre el tiempo, la identidad y el poder de las palabras; en el Día 6, Montejo me conectó con la tierra y el cuerpo; en el Día 7, Vestrini me llevó a la soledad deshabitada; y en el Día 8, Palacios y Gramcko me hablaron del deseo y la cercanía inalcanzable. Hoy, vengo con Luz Machado, una poeta venezolana, y su poema “Ruego a la poesía” de La casa por dentro (1965).

A esta poeta la desconocía totalmente. En algún momento sé que leí algo de ella, pero nunca me he sentado a detallar sus poemas, a leer con detenimiento nada de ella. Para esta vez leí algunos que encontré en internet. Así fue como escogí Ruego a la poesía. Este poema me ha hecho pensar en la poesía como una presencia constante que ilumina incluso en la distancia. Estoy emocionado de compartir esta experiencia con la comunidad de Hive y aprender de sus comentarios. ¿Qué poema te ha hecho sentir la poesía como una compañera inseparable? ¡Cuéntame mientras sigo este camino!

“Ruego a la poesía” – Luz Machado

Un día te dije: ya no vengas. Entre agujas y escobas voy y vengo en la sal del día como cáscara alzada en el oleaje. No podía recibir tu cabeza pensativa, tu suave cabellera constelada, tus pasos fraternales y tus manos, tus manos, en las que el mundo parecía detenerse para las ofrendas. Yo te sentí, sin embargo, ir y venir conmigo sobre mis hombros como un pájaro, pegada a mi espalda, inseparable como mi propia sombra, plegada en un rincón mientras alzaba el alma de los floreros con un ramo y descubría palabras a los hijos. En algún sitio hallaba tu sombrero de fragancia, tus guantes para recordar los lirios y tu nombre, para dormir con él sobre mis sueños. Mas, ahora estás triste. O estoy ciega. Porque apenas te veo para esperarme a la puerta del crepúsculo, y el camino es tan largo que ya no creo alcanzarte para sentarme junto a ti y hablar contigo, bajo la última estrella, hablar de lo que es mío y es tuyo y nos importa porque yo te conozco y me conoces, oh, mi pequeña lámpara gemela, poesía, ante quien solamente me arrodillo, pecadora.

(De La casa por dentro*, 1965)*

“Ruego a la poesía” está construido a través de un signo que expresa la espiritualidad o lo transcendental, la poesía como algo íntimo que transciende la rutina. Hay signos de oposición, por ejemplo, que reflejan tanto lo “terrenal” como lo “transcendental”. La oposición entre la sal del día (lo cotidiano, áspero) y la cabellera constelada (lo cósmico, sublime) establece un código de tensión entre lo terrenal y lo ideal, donde la poesía actúa como mediadora. Los índices como el pájaro, la sombra y la lámpara gemela refuerzan la idea de una compañía constante pero elusiva, mientras que el sombrero de fragancia y los guantes evocan lirios, signos de memoria sensorial. La repetición de “tú” y el arrodillarse final configuran un sistema de devoción, donde la poesía se convierte en un altar ante el cual la voz poética confiesa su insuficiencia.

La voz poética quiere presentar a la poesía como una entidad viva que acompaña y desafía, un espejo que refleja tanto la cercanía como la distancia. El crepúsculo y la última estrella funcionan como significantes de un tiempo liminal, donde la comunicación con la poesía se vuelve un anhelo frustrado. El código de la ceguera versus la tristeza sugiere una desconexión subjetiva, invitando a leer el poema como una plegaria por recuperar la inspiración. De esta manera, la voz poética transforma la poesía en un diálogo eterno, un refugio que persiste incluso en la separación.

“Ruego a la poesía”, de entre todos los poemas que leí, me impresionó la voz poderosa que tiene, casi que puede escuchar una voz que leía conmigo el poema. Tuve que releerlo varias veces. Lo que más me dejó el poema es esta conexión entre lo terrenal y lo transcendental de la poesía. Hay algo místico, cósmico, que permite elevar la palabra a otro nivel. Muchas veces, en diferentes conversaciones, he podido conversar sobre este tema: la poesía como algo transcendental. Pero siempre se transforma en una conversación extensa y sin final. Por otra parte, me resultó tan agradable las imágenes que recrea el poema para construir toda esta idea de la poesía como algo transcendental, que tengo un cuadro complejo en la mente. Es un cuadro que me acompañará durante varios días, en silencio, como lo hace muchas veces la poesía. Espero que puedan disfrutar este poema como yo.

¿Qué poema te ha hecho sentir la poesía como una compañera inseparable? ¿Alguna vez un verso te ha mostrado una presencia que te sigue en silencio? Dejo los comentarios abiertos para que compartan sus experiencias y me acompañen en este reto.

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