Hi, friends of #sb-chronicles #12 This is my entry.

I was born almost in the 1980s. When they say everything in Cuba was pure magnificence: splendor I'd never seen.

On the contrary, my brother, born in 1974, was a king of joy and fun. While he had all the toys he wanted, in every size, I had to make do by inventing my own: sock puppets (in Cuba, they're called medias), oxen teams with two knobs held together by a piece of wood, musical instruments more rustic than those of the primitive community...

But we did have one favorite toy that united us both. A Vietnamese bicycle with rims, because by that time, there were no more tires in Cuba, not for us.

My brother and I would hurtle down the hills on it... without brakes. To cut a long story short, I've had many bones in casts to this day.

Game of Professions

Now, when I look back on my childhood, I think that partisan movements and media manipulation also exist in children. If we played cops and bandits, I always got to be the bad guy; while Lester, the son of the soldier, got to be the county sheriff. I loved being any profession, but the best was:

Pilot

I climbed into my airplanes, guava bushes, and simulated turbulence and combat maneuvers while sitting in their branches. Not even the best roller coaster could give me those twists, turns, and elevations in bursts of whiplash.

A true backpacker

Apparently, I was destined to be a backpacker since before I was born, hehe. Nothing amused me more than going to Boy Scout Camps. The terrain where I was king. Even over the older kids.

During one of our moves, I lived near "Camp Pedrero," at the foot of the Escambray Mountains. I, such a cheerful and affectionate child, talkative and friendly, shared friendships with all the adults. This earned me a visa-free visa, since no one ever knew who that child they assumed was the son of a chief was; and here, you can't question much.

While everyone else talked about visiting the Rainbow Park in Santa Clara, the beaches of Caibarién or Trinidad, the zoos and amusement parks, I lived the adventures of the Pioneer Explorers. I still remember several verses of the National Anthem.

Lucia in Boca de Canasí. Image of my own.

The game I loved most was Tracks and Signals. I forgot the times my teams won thanks to me. It was amazing. Running through the forests and coffee plantations in search of treasure, the letter, the infirmary, discerning between real and false clues, until we reached the finish line, triumphant.

Since I was short, I didn't stand out otherwise. Heck, you can't have everything. The girls loved me very much, and that's enough.

The Storefront at El Almacén

In my hometown, there's still a store called "El Almacén." It's been a store of all kinds over the years, but back then it was for children. On top of a storefront in the hallway sat a stroller—with rubber bands!

I always longed for that stroller.

I never really knew who those toys were for. I never saw or heard of any child who could afford one. Then, in an instant, they disappeared, by the magic of a CAME call, or something like that...

Ah, but we were happy. That's true. We had the queen of the Cuban streets: La Chivichana.

Without a doubt, first among Da Vinci's great inventions. The best toy for Cuban children. Its only problem is riding only on paved streets. Since the wheels are automotive bearings, we called them ball bearings.

For those who didn't have a Cuban childhood, chivichanas are a device made of wood and bearings collected from the garbage of auto repair shops. Two are fixed on the rear axle and one on the front for steering. This has its variations.

Image by Edeliochajc, on Ecured. Link.

I want to end this post with a joy from my childhood that isn't a toy or a game, but that holds the same place in my heart.

The Russian Dolls on TV

Let me clarify that not all of them were Russian. Right? But here, there was the ugly custom of calling almost everything that came from Europe "Russian."

That's how I later understood that bicycles were Ukrainian, Czech, Polish, that the largest airplane and the largest car in the world weren't Russian, nor were tractors, nor locomotives, nor borsh, nor lentils, nor vodka... That they didn't even invent matryoshka dolls...

But we were children and we called them just that: Russian dolls.

My favorites were “The Tinkerers”, “Volek and Lolek”, and “You'll Pay Me Back”. We didn't have a television, at most two or three per neighborhood. In the living rooms of the most generous families, dozens of children would gather at 6 pm to watch those animations that today we accuse of being rustic, but that captivated our minds every afternoon.

How crazy it is to see, in Russia's most important monumental park, VDNH (let's leave out the Hermitage), some puppets from that time at the entrance to a movie theater. More than 40 years have passed, and seeing them made me feel so moved and overflowing with joy that I couldn't help but talk about those characters.

To my amazement, in Russia, people my age don't know them, much less the little ones. Over there, children today also watch Donald Duck and Mickey Mouse. The closest reference I found, and it's not very common, although this may seem crazy, was Masha and the Bear. And it's not from my childhood, either, of course.

My dear Silver Bloggers, I say goodbye with great joy. Thank you, thank you very much, @damarysvibra, for such a hilarious invitation.

Your Uncle Lucio the traveler.

All content is personal, AI-free. / Todo el contenido es personal, libre de IA.

Thanks to @marpasifico and @kpoulout for the banners and dividers.

Gracias a @marpasifico y @kpoulout por los banners y separadores.

Versión en Español

Hola, amigos, esta es mi entrada al #12

#sb-chronicles

¿Juguetes y Juegos de mi infancia? Bufff.

Nací casi en la década de los ´80. Cuando dicen que todo en Cuba era magnificencia pura: esplendor que nunca vi.

Por el contrario, mi hermano, nacido en el 1974 era un rey de la alegría y la diversión. Mientras él tuvo todos los juguetes que deseó y de cualquier tamaño, yo tuve que agenciármelas inventando los míos: títeres de calcetines (en Cuba se les llama medias), yuntas de bueyes con dos pomos unidos por un trocito de madera, instrumentos musicales más rústicos que los de la comunidad primitiva…

Pero sí tuvimos un juguete favorito que nos unía a los dos. Una Bici vietnamita, en llantas, porque para esa fecha en Cuba ya no habían gomas, no para nosotros.

Mi hermano y yo nos avalanzábamos en ella loma abajo… Sin frenos. Para abreviar, he tenido muchos huesos enyesados hasta el día de hoy.

Juego de las profesiones

Ahora, cuando miro mi infancia pienso que en los niños también existen los movimientos partidistas y las manipulaciones mediáticas. Si jugábamos a policías y bandidos, siempre me tocaba ser el tipo malo; mientras que a Lester, el hijo del militar, le tocaba ser el Sheriff del condado. Me encantaba ser cualquier profesión, pero la mejor era:

Piloto

Me subía a mis Aviones, arbustos de Guayabas, y simulaba turbulencias y maniobras de combate sentado en sus ramas. Ni la mejor montaña rusa podría regalarme aquellos giros, estrechones y elevaciones en rafagas de latigazos.

Mochilero de pura cepa

Al parecer estuve destinado a ser Mochilero desde antes de nacer, jeje. Nada me divertía más que ir a los Campamentos de niños exploradores. El terreno donde era rey. Aun por encima de los niños más grandes.

Durante una de nuestras mudanzas viví cerca del “Campamento de Pedrero”, al pie de las montañas de El Escambray. Yo, un niño tan alegre y cariñoso, conversador y simpático, compartía amistad con todos los adultos. Esto me valió para adquirir Visado Libre pues nunca se supo de quien era aquel niño que suponían hijo de un jefe; y aquí no se puede cuestionar mucho.

Mientras todos los demás hablaban de visitar el parque Arcoiris de Santa Clara, las Playas de Caibarién o Trinidad, los zoológicos y parques de diversiones, yo vivía las aventuras de Pioneros Exploradores. Aún recuerdo varias estrofas del Himno.

Lucía en Boca de Canasí. Imagen de mi propiedad.

El juego que más me atraía era el de Pistas y Señales. Olvidé las veces que mis equipos ganaron gracias a mí. Era una pasada. Correr por entre los bosques y cafetales en busca del tesoro, la carta, la enfermería, discernir entre pistas reales y falsas, hasta llegar a la meta, triunfantes.

Como era pequeño de estatura, en lo demás, no sobresalía. Vaya, no se puede tener todo. Las niñas me querían mucho, y eso basta.

La Vitrina de El Almacén

En mi pueblo natal existe aún la tienda llamada “El Almacén”, ha sido de todo con el paso de los años, pero en aquel tiempo era de infantiles. En la parte superior de una vitrina del portal se alzaba una carriola, ¡con gomas!

Siempre añoré aquella carriola.

En verdad jamás supe para quien eran esos juguetes. Nunca vi o escuché de ningún niño que se pudiese comprar alguno. Luego, en un instante desaparecieron, por la magia de un llamado CAME, o algo por el estilo…

Ah, pero éramos felices. Eso sí. Teníamos a la reina de las calles de Cuba: La Chivichana.

Sin dudas, el primer lugar de los grandes inventos de Da Vinci. El mejor juguete de los niños cubanos. Su único problema es circular solo por calles pavimentadas. Ya que las ruedas son rodamientos automotrices. Nosotros les llamábamos cajas de bolas.

Para quienes no hayan tenido infancia cubana, las chivichanas son un aparato confeccionado con madera y rodamientos recogidos de la basura de los talleres mecánicos. Dos fijas en el eje trasero y una en el delantero a modo direccional. Esto tiene sus variaciones.

Imagen de Edeliochajc, en Ecured. Enlace.

Quiero terminar este post con una alegría de mi infancia que no es un juguete ni un juego, pero que en mi corazón ocupa el mismo sitio.

Los Muñequitos rusos

Aclaro que no todos eran rusos. ¿Sí? Pero acá se tenía la fea costumbre de llamarle ruso a casi todo lo que venía de Europa.

Así comprendí luego que las bicis eran ukranianas, checas, polacas, que el mayor avión y el carro más grandes del mundo no eran ruso, como tampoco los tractores, ni las locomotoras, ni el Borsh, ni las lentejas, ni el Vodka… Que no inventaron siquiera las Matrioskas…

Pero eramos niño y les llamábamos así: muñequitos rusos.

Mis favoritos eran Los Chapuceros, Volek y Lolek, y Me las pagarás. No teníamos televisor, a lo sumo dos o tres por barrio. En las salas de las familias más generosas nos reuníamos decenas de niños a las 6 pm. para ver aquellas animaciones que hoy acusamos de rústicas, pero que enamoraban nuestra mente cada tarde.

Cuanta locura, en el Parque monumental más importante de Russia VDNH (dejemos fuera El Hermitage), ver, en la entrada de un Cine-Teatro algunos muñecos de aquellos tiempos. Han transcurrido más de 40 años y al verles sentí tanta emoción y alegría desbordante que no tuve a menos que conversar sobre aquellos personajes.

Para mi asombro, en Russia, los de mi edad no los conocen; mucho menos los pequeños. Allá los niños de hoy también ven al Pato Donald y Mickey Mouse. El único referente más cercano que encontré y no es muy común, aunque esto parezca loco, fue Masha y el oso. Y tampoco es de mi infancia, claro.

Mi gente querida de Silver Bloggers, me despido con gran alegría. Gracias, muchas gracias, @damarysvibra por tan hilarante invitación.

Vuestro Tío Lucio el viajero.