El ser humano lleva mucho tiempo buscando fórmulas que nos permitan establecer colonias fuera de la Tierra; de hecho, el mismísimo Stephen Hawking declaró el pasado año la necesidad urgente de explorar nuevos planetas que reúnan las condiciones adecuadas para ser colonizados.
Actualmente existen varios proyectos espaciales en tal sentido, y entre ellos cobran especial relevancia aquellos que pretenden colonizar Marte; sin duda los más famosos son el Space X de Elon Musk y el Journey to Mars de la Nasa, ambos con el objetivo de establecer bases permanentes en Marte antes del 2030.
El problema surge a partir de la continua obsesión por la búsqueda y colonización de otros planetas que reúnan condiciones similares a la Tierra, algo que se antoja muy complicado. Frente a esta situación se han planteado alternativas más lógicas y factibles, a la vez que económicas.
Una de ellas y quizás la más coherente y plausible hasta el momento, no es nada novedosa, ya que data de hace casi 50 años. Un físico de la Universidad de Princeton, Estados Unidos, llamado Gerard O’Neill, propuso la construcción de colonias extraterrestres que orbiten alrededor de nuestro planeta. No serían por tanto necesario largos y costosos viajes a lejanos planetas, que además reunirían condiciones poco óptimas para establecer bases de forma permanentemente.
Para construir una colonia espacial es previamente imprescindible resolver varios problemas graves que conlleva dicha aventura: por ejemplo que materiales son necesarios para construir tan grande infraestructura y de donde se van obtener, como crear una atmosfera artificial esencial para la vida humana, de qué forma se puede obtener gravedad artificial para que la vida cotidiana sea lo más similar a la que tenemos en la Tierra, como se va a realizar el transporte de pasajeros, de donde se van a obtener los alimentos para la población, como se van a gestionar los residuos…
Gerard O’Neill parte de la base de que tanto la Luna como los asteroides que deambulan por el sistema solar contienen suficientes materiales y elementos para construir todas las infraestructuras necesarias; debería por tanto establecerse un sistema óptimo de extracción y procesamientos de estas materias primas, que por otro lado serían de abastecimiento prácticamente infinito.
Hay que tener en cuenta que en ausencia de gravedad, trabajar con ellas y transportarlas sería fácil y económico, eso sí, disponiendo de la maquinaria adecuada. La producción de energía tampoco tendría mayor dificultad ya que se dispone de forma continua de energía solar, lo que facilitaría la generación de una atmósfera artificial y la creación de gigantescas granjas en las que cultivar alimentos.
O’Neill propuso tres modelos de colonias espaciales que tenían en cuenta todos estos aspectos y que podrían llegar a albergar a millones de habitantes; a cada uno de ellos los llamó Isla Uno, Isla Dos e Isla Tres.
El modelo de colonia espacial más sencillo es el denominado Isla Uno, consistente en una esfera de Bernal. Este diseño de esfera fue ideado por el físico John Bernal, nada menos que en el año 1929 y consiste en una esfera hueca que tendría aproximadamente 16 kilómetros de diámetro (una especie de estrella de la muerte). Esta gigantesca esfera realizaría un movimiento de rotación alrededor de un eje, de forma similar a como lo hace la Tierra, de tal forma que debido al efecto de la fuerza centrífuga, en su interior se generaría una gravedad artificial similar a la terrestre, aunque solo en su parte más central.
O’Neill propone una esfera de este tipo pero no mayor de 1,5 kilómetros de diámetro, que estaría rodeada de espejos y grandes ventanales que permitirían aprovechar la luz del Sol para generar energía e iluminar su interior. Un total de 10.000 personas podrían vivir en ella.
El segundo modelo es la Isla Dos, también conocida como Toro de Stanford; se trata de una construcción con forma de toroide de aproximadamente 1,8 kilómetros de diámetro, que al igual que en el caso anterior realizaría un movimiento de rotación capaz de producir una gravedad artificial, aunque en este caso solo en la parte más alejada de su zona central. La Isla Dos tendría la posibilidad de albergar una población total de 30.000 habitantes. ¿Has visto la película Elysium? En ella se presenta un modelo de colonia que orbita alrededor de la Tierra inspirada en este concepto.
El último modelo y también el más famoso es el llamado Isla Tres. En este caso se trata de una estructura formada por dos gigantescos cilindros conectados entre sí, pero cada uno con su propia rotación, y que al mismo tiempo son opuestas. Cada cilindro podría llegar a tener hasta 30 kilómetros de longitud y más de 6 kilómetros de diámetro y la gravedad artificial generada sería la misma y afectaría a todo la estructura, de tal forma que en su interior podrían llegar a vivir varios millones de habitantes. En la película Interstellar aparece un prototipo de este tipo de colonia.
Todavía no entiendo muy bien tal ansia por conquistar el espacio ¿quizás forma parte de ese espíritu aventurero que caracteriza al ser humano? En lugar de preocuparnos primero por evitar la continua destrucción de nuestro planeta, se ponen todos los esfuerzos en colonizar otros planetas una vez que el nuestro sea inhabitable. ¿Acaso pensamos que no vamos a seguir cometiendo los mismos errores en otros lugares?
Fuentes https://elpais.com/elpais/2017/09/07/ciencia/1504798306_034207.html https://www.astrobitacora.com/colonias-espaciales-el-proyecto-de-oneill/ http://laorillacosmica.blogspot.com.es/2009/03/viviendo-en-el-espacio-esferas-de.html https://magnet.xataka.com/un-mundo-fascinante/el-futuro-segun-los-anos-70-las-increibles-estaciones-espaciales-que-la-nasa-imagino-hace-cuarenta-anos