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Sábado por la mañana, en la soledad de una cafetería, con mil pensamientos en mente, y un intento de desconectarme por un momento de la realidad.
En la mesa solo habían servilletas y un libro que escogí del librero; pronto llegaron el café frío, con rastros de chocolate y avena; unas cosas cuadradas, llamadas waffles, con sus perlas moradas adornando su superficie y un jarabe de maple.
Dejo de lado el libro que estaba leyendo; quizás lo busque después en las redes y lo apunte a mi lista de navidad.
El estómago demandaba alimento, el alma relajarse un rato, la curiosidad continuar con el libro, el tiempo darse prisa para coger el bus, la música pedirme que me quede un rato más.
Pero en esta ocasión el tiempo gana; de un solo sorbo bebo mi café, el libro lo devuelvo a su estante, pago lo que debo, y en marcha me voy a mi destino.
