Nota de la autora: El presente relato está inspirado en un playlist que publiqué en el canal de YouTube Notas Mitológicas, el cual llevo administrando desde hace más de un año y que actualmente está en su cuarta temporada de cortometrajes con datos curiosos sobre la mitología universal. Si alguien es fan de la mitología, pueden echarle una ojeada.
Y si quieren escuchar el playlist completo, pueden hacer [click aquí](https://youtu.be/mAP1bEXsG4Q).
¡Excelente semana!
 **Imagen editada con Canva. Fuente de la imagen: [Pexels](https://www.pexels.com/es-es/foto/vela-de-candelita-encendida-junto-a-flores-2705636)**
No obstante, sus nervios estaban justificados, puesto que nunca se imaginó que su amante llegaría al restaurante con un vestido tan sensual que más de cuatro comensales estaban desmayados de la pura impresión con... Bueno, con un accidente propio de hombres muy emocionados al ver a la diosa del amor y la sensualidad pasar junto a ellos.
Afrodita Urania Kóritouranos era una mujer que sabía lo que quería; fuerte, segura de sí misma, persuasiva hasta con el más estricto de los dioses. Una mujer muy apasionada en todo lo relacionado con lo sexual.
Ares sonrió.
¡Ah! ¡Esas noches dichosas en el Olimpo! Noches apasionadas, donde el amor y la lujuria danzaban en un compás tan perfecto como Afrodita misma. Todo era perfecto, secreto, sagrado... O eso creían los dos hasta que el entonces marido de Afrodita, Hefesto, se enteró por medio de Helios sobre sus encuentros.
*Helios, hijo de la puta mierda*, pensó Ares con cierto rencor mientras besaba la mano de una Afrodita sonriente, quien le dijo: "Perdona por la tardanza, Ares querido. Me había dejado mal la niñera; al parecer tuvo una gastritis severa. Tuve que pedirle a Anfitrite que los recibiera en su casa".
"Espero que estén yendo bien en sus entrenamientos y en sus estudios".
"¡Oh, querido, les está yendo muy bien! En especial Harmonía".
El mesero los interrumpió un momento al dejar sobre la mesa dos copas de vino tinto, y unos platillos de cordero asado con queso feta y verduras frescas. Afrodita, quien empezaba a comer su porción, añadió: "Harmonia está pesando en estudiar ciencias políticas. Atenea le recomendó varias universidades del país y de Roma".
"Mientras que esa universidad tenga en su currículo defensa personal, puede elegir la que quiera".
Dejando de lado su copa, Afrodita replicó: "Hefesto piensa lo mismo. Quiere que Harmonía tenga la suficiente preparación por el tipo de rol que quiere desempeñar como diosa de la paz y la unión".
Ares escupió el vino ante la sola mención del ex marido de su amada.
"¡¿Hefesto?!", exclamó.
"Sí. La quiere mucho como su hija. Espero que eso no suponga un problema para ti".
"No... Bueno, es que... Digo, el tipo todavía me resiente porque, tú sabes..."
Afrodita rio quedamente y le respondió: "Hefesto y yo hemos hablado hace unos meses; aclaramos muchas cosas. Si bien no me culpó de buscar consuelo en los brazos de otros hombres, Heffy estaba particularmente sorprendido de que yaciera contigo".
"¿Por qué?"
Con un suspiro, Afrodita le respondió: "No eres precisamente la panacea de la discreción, la prudencia y la inteligencia"
"¿Me estás diciendo que él cree que soy un idiota?"
Afrodita cerró los ojos y suspiró de nuevo. Al parecer el dios de la guerra no ha cambiado mucho en cuanto a tolerancia crítica desde la última vez que se vieron. "Ares, no es que seas un idiota. Es solo que no tienes autocontrol en las ocasiones donde se requiere".
"¡Por supuesto que tengo autocontrol!", alzó la voz Ares.
Tratando de evitar que la situación escale a lo insostenible, Afrodita lo miró a los ojos con seriedad y le dijo: "Ahora mismo me estás demostrando que no. Dime, Ares querido, ¿estás o no estás yendo con el terapeuta que te recomendé?"
Un silencio surgió entre los dos. Ares, apenado, dijo: "Lo envié de vacaciones al hospital. Supongo que debo trabajar mucho en eso, ¿verdad?"
La mujer se dio un facepalm. *¡¿Cómo carajo me fijé en este idiota?!*, se dijo para sus adentros, con decepción, exasperación y con ganas de zarandearlo.
