Imagen editada con Canva. Fuente de la imagen: Pexels
Optó por esperar a que el sueño llegara. Tardó dos horas, en las cuales acudió al celular para entretenerse y ver dramas chinos, pero al final llegó el sueño.
Despertó quince minutos antes de las 8 de la mañana. Tenía que ir a buscar el pollo. No quería ir; no quería ni levantarse. Quería estar en su lecho, recuperando las dos horas de sueño que le faltaban. Incluso había decidido no levantarse a subirle a la bomba de agua por la cuestión de la limpieza. No quería hacer nada de nada; solo quería salir de la casa, beberse una taza de té, un pedazo de pan tostado con mantequilla de maní, escuchar música y leer en paz sin ser molestada.
Pero fue al mercado. Solo era el pollo y tortilla; lo demás ya se había comprado el día anterior.
Mientras esperaba su turno en la cola del pollero, empezó a divagar hacia esos sentimientos de hartazgo que empezaron a acumularse a lo largo de una parte de su vida. Empezó a reflexionar con seriedad sobre qué hacer en los últimos meses del año, entre la renuencia de renunciar a sus sueños y tener que abandonarlos para enfocarse en otras actividades económicas.
El dolor del pie derecho la sacó de sus pensamientos. Había olvidado que tenía un ojo de pescado, nombre con el que se le conocía a la verruga plantar. Se encontraba justo por debajo del dedo pequeño. Por lo general no le dolía a horrores, pero no quería tampoco estar parada esperando a que el pollero la atendiera. Las sandalias que tenía la hacían sentir incómoda.
Necesitaba atenderse esa verruga por cualquier cosa. En la familia había antecedentes relacionados con esas molestias, y sabía bien que esas verrugas eran dolorosas cuando se apoyaba mucho tiempo el pie. Para ello tenía que ir con un podólogo o con un dermatólogo para tratarlo. Podría intentar la primera opción; si funcionaba, entonces ya no habría tanto problema.
Suspiró quedamente mientras marcaba el pollo antes de meterlo al congelador. Tendría que reunir el dinero para ello; por mientras, continuará trabajando en sus proyectos laborales y personales. Poco o mucho, al menos eran una entrada económica con la que podía contar.
