Relato: El marqués de Fertz

@vickaboleyn · 2025-08-22 18:45 · CELF Magazine

Nota de la autora: El presente relato se desarrolla durante los eventos del capítulo 27 de Una terrícola en Titán, recién publicado en este espacio.

![cb686c8c460618548abfcd8e74c1e6c4cba70de4.png](https://64.media.tumblr.com/8849b4a49b652d55682976067cbaea40/56f823e410724235-66/s540x810/cb686c8c460618548abfcd8e74c1e6c4cba70de4.png) **Imagen editada con Canva. Fuente de la imagen: [Pexels](https://www.pexels.com/es-es/foto/ligero-cielo-noche-estrellas-18911297)**

Viggo Nyx, marqués de Fertz, caminaba por el campamento. A pesar de sus heridas y la renuencia de Faar'd Ibn-Sina, jefe de los médicos imperiales, el marqués había decidido retirarse.

Algunos de los guardias se ofrecían a ayudarlo, pero el noble lo rechazaba con amabilidad, aconsejándoles que estuvieran pendientes de las distintas entradas del campamento por si los nativos se decidieran por atacarlos. A algunos les dijo que necesitaba caminar, pues un poco de ejercicio le sentaba bien.

Pero pocos sabían que el marqués no lo decía por el ejercicio. El marqués era conocido por su alto sentido del honor, y su poca simpatía hacia el marido de la terrícola desaparecida, el general Adelbarae Borg, quien lo visitó en la tienda médica con el pretexto de saber si la chica aún podía ser salvada.

Pero el noble no era tonto. Había observado de primera mano el trato que le daba a Güzelay, quien resistía con dignidad ese mundo al que no pidió ingresar. Incluso supo por algunos sirvientes leales al príncipe que la muchacha había empezado a enfrentar más a su marido y a su familia política tras la muerte de su mejor amiga, Gülbahar de Getz, archiduquesa de Von.

La actitud de la muchacha era comprensible, así como sus intenciones de marcharse del campamento a la primera oportunidad, tal y como le confió su hermano menor Orhan. No obstante, la muchacha cometió un error que la puso en la mira de gente demasiado peligrosa.

Intencional o un movimiento no calculado, la muchacha desenmascaró el plan de Ecclesía de hacer pasar al hijo bastardo de D'leh, hijo de ésta con el emperador, como el fruto de la unión entre el capitán de la guardia Ik'r Zorg y la hermana del general Borg, Ralna. Para ello bastó preguntar aquí y allá, así como confiar en sus habilidades de observación.

¿Lo más irónico de este asunto? Que quien menos esperaba que la escuchara era quien optó por actuar de manera inmediata.

Lanzó un suspiro mientras doblaba en la esquina.

Niloctetes Borg no era precisamente un hombre discreto, y su actitud respecto a Ecclesía era confusa. Si bien el hombre quería contrarrestar la influencia que Ecclesía ejercía sobre su hijo, ese deseo solo se quedaba en deseo. Por lo que el marqués observaba en las diversas ocasiones que se presentaban, el viejo general parecía delegar esa tarea a Güzelay, quizás porque creía que su hijo era un timorato enamoradizo o porque quería evitar escándalos.

De repente se paró detrás de una tienda, escondiéndose en un árbol. Unas voces habían captado su atención.

Las reconoció al instante.

Su mirada se ensombreció al escuchar cómo Adelbarae Borg se quejaba con Ik'r Zorg sobre la furia de su progenitor. Al parecer Niloctetes le había reprochado a su hijo por no haber insistido a Güzelay en quedarse, desencadenando una situación muy embarazosa para la familia.

Fue la voz calmada de Zorg lo que hizo que el marqués se sobresaltara: "Es mejor que falleciera. Así Creonte no se preocupará en ir en su busca y matarla".

Tras un momento de silencio, Borg replicó: "Mi madre y mi hermana opinan igual. Güzelay ha metido sus narices en donde no debía".

"No creo que ella lo hiciera con intención, Adelbarae. La verdad es que Ecclesía fue demasiado obvia. Ese idiota de D'leh no puede calmar su maldita calentura con las mujeres, sobre todo con las sirvientas de los rivales políticos de su madre".

"Aún así Güzelay debió guardar silencio".

"¿Silencio? Adelbarae, deberías estar agradecido de que ella te evitara decepciones y dramas. Salvó el honor de tu familia al hablar, ¿sabes?"

*Hasta que dices algo coherente, Zorg*, pensó el marqués con ironía.

"¿Crees que el marqués sabrá algo de esto?", cuestionó Borg.

"No la creo tan idiota para eso, pero es probable que el marqués se entere por otros medios. Ese hombre es tan astuto como un korvalk; no se le escapa nada".

Tras unos momentos más de silencio, Zorg se despidió de Borg, aduciendo a cansancio. El marqués, por su parte, permaneció un rato más en la sombra antes de marcharse hacia la tienda de su hermano menor.

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