Nota de la autora: El presente relato se desarrolla durante los acontecimientos del capítulo 30 de Una terrícola en Titán, publicado en este mismo espacio hace una semana.
 **Imagen editada con Canva. Fuente de la imagen: [Pexels](https://www.pexels.com/es-es/foto/velas-de-dos-columnas-754062)**
El emperador Ergane VI de Saturno, sentado en su trono, la miró con una mezcla de temor y expectativa. La mujer continuó agitándose, emitiendo gemidos quejumbrosos. El emperador no se atrevía a interrumpirla; hacerlo podría llevar a la ruina la ambiciosa campaña militar planeada para Plutón.
Ecclesía, quien estaba sentada junto al gobernante, sintió cómo su piel se erizaba conforme veía a la vidente contorsionarse. Su corazón se apretaba, como si estuviera presenciando una señal de mal augurio.
La vidente, con una sonrisa siniestra, rio de forma estruendosa. "La Gran Serpiente creyó que exterminaría al Cuervo Viejo... Pero su semilla permanece. Un Cuervo Joven que aún vive más allá de las Grandes Dunas, mucho más formidable que su ancestro. La Gran Serpiente sabrá lo que es el miedo cuando vea perecer a su progenie incestuosa a manos del Cuervo Joven, tu segundo príncipe, en la gran guerra por venir".
La mirada de Ecclesía se deformó de horror. Ergane, por su parte, le preguntó cómo podría identificar a su segundo príncipe. La vidente solo se limitó a responderle que habrán señales que se le revelarán en sus sueños.
Ergane se sintió decepcionado, pero supuso que no podía hacer nada más. De acuerdo con las creencias antiguas del pueblo jupiteriano, la vidente jamás conocía las respuestas. La Gran Madre nunca revelaba del todo el futuro a quienes preguntaban, dejando a todos aquellos que buscan respuestas en un limbo tortuoso.
Con un asentimiento de cabeza, decidió retirarse con su séquito. Sin embargo, la vidente lo detuvo diciéndole: "Abandona todo intento de conquista contra Plutón, Ergane de Saturno. Miseria y destrucción solo traerá, y si no quieres que tu imperio acabe... No aceleres lo que está escrito".
