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El marqués de Fertz
 **Imagen editada con Canva. Fuente de la imagen: [Pexels](https://www.pexels.com/es-es/foto/flores-rosas-rosa-rosado-18821889)**
"¡Viggo! ¡¿Qué haces aquí?!", exclamó, alarmado, mientras se levantaba para ayudar a su hermano.
Viggo, marqués titular de Fertz, se dejó caer en una silla con ayuda de Orhan, quien lo regañaba por no haberse quedado en la tienda médica. Viggo, haciendo caso omiso de la queja de su hermano, respondió: "He escuchado una charla muy interesante entre Borg y Zorg sobre la pobre Güzelay. Al parecer Niloctetes en verdad tenía planes para ella".
Orhan se cruzó de brazos. "Bueno, según Güzelay me contó antes de que ustedes se marcharan, Niloctetes no pensaba dejarla en Titán. Ignoraba la naturaleza de dichos planes, pero es posible que tenga que ver con sus relaciones con algunas familias que ven a los Borg con desprecio".
Viggo bufó. Sirviéndose un poco de vino, el marqués comentó: "Niloctetes conocía su valor, mi querido hermano. Para él, Güzelay era el hijo que Adelbarae debería ser, la hija que Ralna pudo haber sido".
"¿O sea que le tiene una suerte de afecto paternal?"
"No. Le tenía aprecio por su utilidad. Después de todo, ella solía desafiar las reglas de no entablar conversaciones con familias rivales y el príncipe Haeghar. Ahora que está perdida y, los dioses no lo quieran, fallecida a manos de los nativos, Niloctetes no tiene más opciones de supervivencia en esta guerra por venir".
"Sobre todo porque existe la posibilidad de que Ecclesía conozca algunos secretos de la familia que Niloctetes no quiere que salgan a la luz", musitó Orhan.
Los dos hermanos se miraron en silencio. Orhan suspiró mientras que Viggo, dejando en la mesita el vaso vacío de vino, añadió: "Hay otro detalle que no escapó a mi atención: Creonte".
Orhan no dijo nada. Viggo continuó: "Ecclesía consideró usar a ese infeliz para asesinar a la terrícola. Zorg hizo una mención indirecta de ello en su charla con su amigo".
"Pues considerando que ella la destapó sin tanto esfuerzo delante del propio Niloctetes , era predecible que recurriera a su hermano".
"Predecible, sí... Pero no imbécil. Ecclesía sabe que Creonte nunca ha sido discreto cuando mata a alguien. Borg y Zorg también lo saben bien. Y si tenemos en cuenta que Creonte tiene conexiones con gente de dudosa reputación, era probable que se estuviera preparando para realizar el trabajo sucio. Para Borg el hecho de ver morir a su propia esposa sin hacer nada le resultaría incómodo; por eso admitió a Zorg que prefería que Güzelay muriera a manos de los nativos antes que a manos de Creonte".
Orhan lo miró con seriedad. Sentándose delante de su hermano, musitó: "Güzelay sabía bien que la muerte podría ser su destino si continuaba aquí, Viggo. Por eso ella vio la oportunidad de marcharse cuando le sugeriste que te acompañara".
"En efecto. Se pudo haber marchado sin ningún problema; la habría dejado en los bordes de la aldea de los Meeka..."
Viggo se detuvo de forma abrupta. Una súbita realización lo hizo estremecer. "Mierda".
"¿Qué sucede?"
Viggo miró a su hermano con una mezcla de seriedad y temor. Al levantarse con dificultad de su asiento, se acercó a la mesa de su hermano. Ahí se encontraba un mapa con diversas locaciones marcadas. Orhan, intrigado, le explicó qué sucedía.
Señalando en el mapa una ubicación específica, Viggo dijo: "Los supuestos nativos que nos atacaron tenían toda la pinta de ser parte de los V'adh, enemigos de los Meeka. Ambos pueblos tienen como ley sagrada nunca derramar sangre en las cercanías del lago Tigios".
Orhan se acercó a su hermano. Viggo, mirándolo de reojo, añadió: "Ellos nunca violarían esa ley... Y tampoco usarían dagas sofisticadas".
Un ruido los sobresaltó. Orhan y Viggo se volvieron. Un hombre muy malherido había caído al suelo, con unas ropas rasgadas que Viggo reconoció de inmediato como parte de la indumentaria de los V'adh. Tras él se encontraba Aghar quien sostenía una daga sangrando en una de sus manos.
"Este hombre lo vi salir de la tienda de Creonte... Y no es un nativo V'adh", dijo Aghar con marcada furia.
Orhan sacó de la parte trasera de su cinto una daga curva mientras que Aghar vigilaba que nadie observara. Viggo, por su parte, se acercó lentamente al sujeto, a quien Orhan sostenía de su rostro mientras le acercaba la punta hacia el ojo.
"¿Qué hacías con ese hombre, maldito?", musitó Orhan.
"No va a hablar así", dijo Viggo. "Levántalo".
Orhan obedeció, obligando al prisionero a levantarse. Entre Aghar y él lo sostuvieron. Viggo sacó su daga y, antes de que el hombre tan siquiera pudiera decir algo, lo tomó de sus genitales con fuerza tal que el hombre emitió un grito que fue ahogado con un pedazo de tela.
"Te daré tres segundos para que digas todo lo que sabes de la emboscada... A menos que quieras perder tu pito".
La punta de la daga empezó a hundirse con lentitud en la ingle. El prisionero, desesperado, intentó zafarse, pero el agarre de Viggo era tan firme y el sentimiento de la fría hoja de la daga hundiéndose en aquella zona sensible hicieron que el hombre dejara de moverse, llorando de dolor.
"Te quitaremos la tela si prometes no gritar... Es decisión tuya si hablar o morir desangrado sin tu pene", dijo Viggo en un tono que no dejaba opción a réplica.
El prisionero asintió. Orhan le retiró el pedazo de tela. Viggo preguntó: "¿Quién organizó la emboscada? ¿Fue Creonte... O fue Ecclesía?"
"E-el Alto Consejero Padernelis... É-é-él... Ël ordenó... ¡Fue él quien lo ordenó!"
"¿Por qué?"
"N-no lo sé... ¡Les juro que no lo sé! ¡A-a nosotros solo nos ordenaron q-que los emboscáramos!"
"¿Qué hicieron con la chica?", cuestionó Orhan.
"N-no lo sé... El encargado del grupo se la había llevado... Pero él no ha regresado. N-ni él ni dos compañeros. L-lo reporté con Creonte porque él era su hombre de confianza... Él dijo que quizás regresaría al amanecer, una vez que termine c-con el encargo".
Orhan y Aghar miraron a Viggo. Éste, con una mirada gélida, le preguntó al prisionero: "¿Tienes familia...? ¿Hijas, quizás?"
"N-no, señor".
"Bien... Entonces nadie va a extrañar a una maldita sabandija como tú".
El hombre trató de suplicar, pero la daga de Viggo le atravesó el cuello. Orhan y Aghar lo dejaron caer. Volviéndose hacia Aghar, Viggo sentenció: "Prepara armas y provisiones. Nos iremos en media hora".
