Relato: Un día durante un apagón

@vickaboleyn · 2025-09-27 18:37 · CELF Magazine

Nota de la autora: El presente relato está inspirado en un suceso que aconteció ayer, 26 de septiembre. Durante cuatro horas estuvimos sin luz, sin agua y sin comunicaciones debido a una falla eléctrica que afectó a toda la Península de Yucatán. La luz se restableció, al menos en el Centro de Mérida, a eso de las 6:30 de la tarde.

![17d8430f72f327c7241c03254a134d3ac73b268f.png](https://64.media.tumblr.com/3b931cc92678bfefa4188f1cadd61033/8cc96d87510d938a-19/s540x810/17d8430f72f327c7241c03254a134d3ac73b268f.png) **Imagen editada con Canva. Fuente de la imagen: [Pexels](https://www.pexels.com/es-es/foto/bombilla-de-luz-clara-iluminada-2322425)**

El apagón ocurrió poco después de las dos de la tarde. Alexia al principio creyó que era un problema de la cuadra, pues había salido a preguntar a sus vecinos si contaban con el servicio. Al ver que nadie tenía el servicio, pensó con desgano que quizás esperarían hasta la tarde noche para que la luz se restableciera. Para su horror, su madre le dijo que ya no había agua.

Se dirigió entonces a comprar unas papas en la cervecería de la esquina. La dueña le comentó que las líneas estaban caídas; los datos móviles habían sido suspendidos temporalmente. Al regresar a casa, trató de comunicarse con su hermano a través de mensajes de texto. Fue él quien le dijo que no había energía en toda la región. Esa fue su último mensaje de texto.

La imaginación de Alexia empezó a volar conforme pasaban las horas. Lo primero que pensó fue que alguien se había accidentado de nuevo cerca de las líneas de alta tensión, tal y como sucedió dos años atrás. Pronto se encontró pensando que quizás había un golpe de estado, una invasión por parte del país vecino por alguna justificación absurda, o que algún pájaro despistado se accidentó mientras volaba.

A las 4 de la tarde miró la pantalla de su teléfono; la señal telefónica parecía regresar, pero las llamadas aún no entraban, y el servicio de internet móvil estaba desactivado por la compañía. La batería estaba al 17%. Afuera de la casa, la lluvia estaba recia, trayendo frescura en medio de un calor sofocante.

En una hora debía estar en casa de un amigo antropólogo, a quien asistía en sus clases en línea. Tenía duda de ir debido a la lluvia. Si por ella fuera, se iría en vehículo, más no podía permitirse gastarlo debido a que contaba con lo justo para sobrevivir el fin de mes; tenía saldo en su tarjeta de transporte, pero no quería arriesgarse a pescar una gripe monumental.

Cuando notaba que la señal del teléfono estaba activa, trató de comunicarse. Nada. La llamada no entraba.

Para las 5:30 de la tarde, el sol empezaba a ocultarse. Pronto se oscurecería, por lo que ella decidió que ya era momento de sacar las lámparas de emergencia que había comprado para los bazares a donde iba a vender. Una se la entregó a su abuela, quien estaba con su mamá y su tía sentadas en la mesa; la otra se la quedó ella en su escritorio.

Para las 6:30 de la tarde, su ventilador emitió un sonido que la llenó de gozo: la luz había regresado.

Ni corta ni perezosa, fue a conectar su teléfono moribundo, encendió, bajó a ver si el agua había regresado, y después llamó a su colega; la clase se había trasladado para el lunes.

Perfecto.

Bajó nuevamente al escuchar la voz de su hermano. Éste comentó que el apagón había sido a nivel regional; al parecer había sido por mantenimiento. Su abuela estaba indignada, pues ese tipo de situaciones se pudieron haber prevenido con un aviso. Debido a que por su trabajo las calles aún estaban oscuras y el transporte presentaba demoras, su hermano y un amigo suyo habían resuelto regresar a sus hogares caminando.

Fue a revisar la toma de agua principal del patio, la cual estaba conectada de forma directa al sistema. Todavía no había regresado, y dedujo que habría buena presión hídrica a eso de las nueve o diez de la noche.

Con un suspiro, entró a la casa a cenar un par de galletas antes de marcharse. No le iban a subir a la bomba aún por temor a que la luz se fuera de nuevo, por lo que optó por bañarse al día siguiente, cuando ya todo esté normalizado.

Por ahora, solo le quedaba regresar a su habitación, rezar y dormir, pues el mañana traerá nuevos retos y nuevas esperanzas.

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